martes, 16 de octubre de 2012

LA POBREZA RURAL TIENE CARA DE MUJER JOVEN

En 2001, la población rural argentina representaba un tercio de la que era en la década del 40, mientras que la población urbana se había triplicado.

Por Sandra Cesilini.
Politologa, Especialista en Desarrollo Social

La migración del campo a la ciudad afecta a ambos sexos, pero se hace más pronunciada en las mujeres . Los hombres y las mujeres que migran mantienen los vínculos familiares a través del envío de los recursos que obtienen en sus trabajos en las ciudades y con retornos esporádicos que les permiten continuar manteniendo las relaciones sociales con su lugar de origen así como transferir información y recursos tecnológicos y económicos.
En un estudio realizado en 2007, Los pobres invisibles (D. Verner, Banco Mundial), se muestran diferencias sorprendentes en la cantidad de mujeres y varones en zonas rurales de acuerdo a rangos etarios . Entre los menores de 10 años, hay apenas un poco más de varones que mujeres: 104 varones cada 100 mujeres, pero entre los que tienen entre 15-19 años de edad, los varones sobrepasan a las mujeres por 117 a 100, y para las edades de 20 y 30, hay 122 hombres cada 100 mujeres. Estas cifras muestran tasas más altas de migración del campo a la ciudad entre las mujeres jóvenes, lo que provoca un notorio desequilibrio y tiene un impacto muy alto sobre el arraigo de la población.
Este fenómeno aún no ha sido explorado en profundidad, pero de algunos estudios cualitativos surgen claves para interpretarlo. Al construir la cara femenina de la pobreza rural vemos que las mujeres desarrollan múltiples tareas en la zona rural, al igual que en la urbana, pero con menor tiempo para su cuidado personal y con condiciones de acceso limitado a servicios y a bienes culturales , mientras que la dedicación al trabajo doméstico no remunerado es mucho mayor. Las mujeres rurales tienen grandes dificultades para asistir a los espacios de decisión públicos. La dificultad en ejercer los derechos de propiedad para muchas mujeres es un límite en la posibilidad para integrarse a medidas colectivas, ya que, normalmente, para ser miembro de organizaciones de crédito, es necesario no sólo poseer derechos sobre la tierra sino representar la voz del grupo familiar, que a menudo queda en manos de los hijos y cónyuges de las propietarias.
La mayoría de las mujeres tiene fuertes dificultades para animarse a hablar en ámbitos públicos ya sea por razones culturales como por historias personales; las características del lugar donde viven pueden actuar como barreras de traslado. Estas razones, sumadas a las dificultades en desarrollar un esquema de trabajo de la tierra compatible con las necesidades de desarrollo personal, inciden en el abandono progresivo del campo. Las mujeres jóvenes migran, no sólo por razones económicas, sino también en aras de redefinir su rol personal y de tener acceso a servicios sociales de mejor calidad, a la cultura, a la diversión y a la autonomía.
Si bien hubo avances consistentes desde la democratización de la Argentina en la ampliación de los horizontes de las mujeres, aún es muy baja su participación en la toma de decisiones que afecta a la economía familiar . Mejorar el acceso a la producción agropecuaria y otras actividades que aumenten los ingresos, así como las condiciones de su ámbito doméstico, debería ser una política clave para el desarrollo del país.
 
Fuente: Clarin

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