jueves, 11 de octubre de 2012

POR EL BUEN TRATO A LOS ADULTOS MAYORES

Por Ricardo Iacub PSICOANALISTA, PROFESOR ASOCIADO (UBA)
 
El 1° de octubre fue elegido Día Internacional de las Personas de Edad por las Naciones Unidas, y en ese marco nuestro país plantea, durante todo este mes, una serie de actividades bajo la sugerente consigna del “buen trato hacia los adultos mayores” . ¿Por qué hablar del buen y no del mal trato? ¿Por qué se pasa del ángulo negativo al positivo?
El cambio de perspectiva no implica condescendencia, sino un intento de poner en circulación otros modos de narrar a este grupo . Dichas alternativas abren el cuestionamiento sobre los diversos significados de la vejez, mostrando tanto las variabilidades históricas y culturales, como las diferencias entre los adultos mayores, en tanto no existe un natural modo de envejecer sino que, en buena medida, se construye social e individualmente .
El discurso positivo sobre los adultos mayores reivindica no sólo los aspectos que no eran dichos cuando se caracterizaba una vejez limitada y mórbida, sino que a partir de este paradigma se generaron investigaciones que demostraron las potencialidades de desarrollo, disfrute y salud, así como desmintieron mitos existentes .
Este giro en el discurso también promovió cambios en los estilos de vida. Si comparáramos la variabilidad de propuestas existentes y los modos en que los adultos mayores han conquistado esos espacios, con relación a tres o cuatro décadas atrás, notaríamos lo revolucionario que este cambio ha sido.
Podemos hablar hoy de educación, olimpíadas, trabajos voluntarios, ámbitos alternativos de sociabilidad o progresos personales que suelen provocar un habitual comentario: “Nunca me hubiera imaginado hacer todo esto a esta altura de mi vida”.
En este contexto el buen trato no implica negar ninguno de los malos tratos que como cultura, sociedad o personas cometemos, sino entender que el adulto mayor es parte activa en la reivindicación de sus derechos a ser bien tratado ; que tratarlo bien es lo esperable y no el “no maltratarlo”, y que no se trata de una cuestión de piedad o compasión sino de respeto por las particularidades de cada uno .
Este cambio en las formas de relación es parte de un “trato”, generalmente implícito, a partir del cual se intenta comprender al otro. Entender la vejez como drama, patología, etapa u oportunidad perfila el modelo de adulto mayor que se está conformando. De este modo se reconoce la necesidad de apuntalar la autonomía y la autoestima del adulto mayor a través de acciones de tinte positivo , ya que de lo contrario esto podría generar una fijación a un modelo de deterioro a partir del cual se coagulen imágenes de debilidad y victimización de los mayores.
Somos responsables de mejorar nuestras formas de envejecer , siempre que entendamos que este proceso es normal y que por el momento es lo mejor que nos puede suceder.
 
Fuente: Clarin.

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