"La Virgen está pálida y mira al niño. Lo que habría que describir de su cara es una reverencia llena de ansiedad que no ha aparecido más que una vez en una cara humana. Y es que Cristo es su hijo, carne de su carne y fruto de sus entrañas. Durante nueve meses lo llevó en su seno, le dará el pecho y su leche se convertirá en sangre divina. De vez en cuando la tentación es tan fuerte que se olvida de que Él es Dios. Le estrecha entre sus brazos y le dice: ¡mi pequeño! Pero en otros momentos, se queda sin habla y piensa: Dios está ahí. Y le atenaza un temor reverencial ante este Dios mudo, ante este niño que infunde respeto. Y es una dura prueba para una madre tener vergüenza de sí y de su condición humana delante de su hijo.
Aunque yo pienso que hay también otros momentos, rápidos y resbaladizos, en los que siente, a la vez, que Cristo, su hijo, suyo, es su pequeño, y es Dios. Le mira y piensa: Este Dios es mi hijo. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mí. Tiene mis ojos y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mí. Es Dios y se parece a mí. Y ninguna mujer, jamás, ha tenido así a su Dios para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede coger en brazos y cubrir de besos, un Dios caliente que sonríe y que respira, un Dios al que de puede tocar; y que sonríe.
Es en uno de esos momentos cuando pintaría yo a María si fuera pintor. Y trataría de plasmar el aire de atrevimiento tierno y tímido con que ella adelanta el dedo para tocar la piel pequeña y suave de este niño-Dios cuyo peso tibio siente sobre sus rodillas y que le sonríe."
Este es un fragmento de "Barioná, el hijo del trueno", una breve e intensa obra religiosa sobre la Navidad escrita por
Recién en 2004 la obra se publica en español.La prensa clerical y de derecha lo acusó en vida de "corromper a la juventud con su nihilismo materialista" y lo tildó de “víbora lúbrica”, “hiena dactilográfica”, “chacal con bolígrafo” y “cáncer rojo”. Después de su muerte (1980) el teólogo francés René Laurentin manifestó que "Sartre, ateo deliberado, me ha hecho ver mejor que nadie, si exceptuamos los evangelios, el misterio de la Navidad, por esa razón le guardo un inmenso reconocimiento".
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