El obispo Miguel Asurmendi remarcó el “injustificable silencio de los medios oficiales de nuestra Iglesia” ante sus muertos. Es un primer gesto de reconocimiento de la alta jerarquía eclesiástica de los crímenes de la dictadura.
Obispos españoles rompieron el silencio de décadas y pidieron perdón por no haber condenado el asesinato, hace 73 años, de 14 sacerdotes a manos de las tropas de Francisco Franco durante la Guerra Civil Española. La Iglesia vasca celebró el sábado en la Catedral de Vitoria una eucaristía en la que el obispo Miguel Asurmendi remarcó el “injustificable silencio de los medios oficiales de nuestra Iglesia” ante sus muertos, que no recibieron un funeral.
Obispos españoles rompieron el silencio de décadas y pidieron perdón por no haber condenado el asesinato, hace 73 años, de 14 sacerdotes a manos de las tropas de Francisco Franco durante la Guerra Civil Española. La Iglesia vasca celebró el sábado en la Catedral de Vitoria una eucaristía en la que el obispo Miguel Asurmendi remarcó el “injustificable silencio de los medios oficiales de nuestra Iglesia” ante sus muertos, que no recibieron un funeral.
“Hoy saldamos una deuda contraída”, señaló Asurmendi, encargado de leer la homilía, suscripta también por los prelados de Bilbao, Ricardo Blázquez, y de San Sebastián, Juan María Uriarte. “Tan largo silencio no ha sido sólo una omisión indebida, sino también una falta a la verdad, contra la justicia y la caridad”, recalcó en la misa concelebrada por seis obispos y a la que se sumaron más de 200 sacerdotes en una catedral repleta.
La Iglesia vasca sintió necesidad de homenajear a los ejecutados (12 sacerdotes, un misionero claretiano y un carmelita descalzo), coincidiendo con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica en España a finales de octubre de 2007. El obispo de Vitoria indicó que el gesto no busca “reabrir heridas”, sino más bien ayudar a curarlas para contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos, y mitigar el dolor de sus familias y allegados. “La purificación de la memoria pide a todos un acto de valentía y humildad para reconocer las faltas cometidas por quienes han llevado y llevan el nombre de cristianos”, recalcó citando a Juan Pablo II.
Los sacerdotes, asesinados en 1936 y 1937, habían sido olvidados de forma oficial. Y las circunstancias en torno de sus muertes no fueron esclarecidas. Pero de acuerdo con los testimonios de muchos de sus compañeros, los religiosos fueron capturados mientras cumplían con sus obligaciones. Dos de ellos habrían sido fusilados.
El histórico servicio religioso del sábado buscó revertir esta situación de desmemoria. “El recuerdo de estos sacerdotes no ha caído nunca en el olvido, ni por parte de sus familiares, ni de los feligreses de sus parroquias ni de los presbiterios diocesanos y órdenes religiosas a los que pertenecían”, añadió Asurmendi en la homilía, contraponiendo de forma levemente autocrítica esta memoria con la actitud de la jerarquía.
Además del acto, el boletín oficial de cada diócesis publicará una reseña con la biografía de los 12 sacerdotes que fueron ignorados, y sus nombres serán incluidos en los registros y libros parroquiales de sacerdotes fallecidos, junto a los de los dos que sí fueron inscriptos en su día.
El pedido de perdón no tiene precedentes y representa el primer gesto de reconocimiento de las víctimas del franquismo de parte del alto comando de la Iglesia. La jerarquía eclesiástica española apoyó a Franco desde el momento en que estalló la Guerra Civil, en 1936. La institución nunca titubeó en dar respaldo a la dictadura que duró 40 años y no pronunció palabra alguna de remordimiento en las siguientes tres décadas de democracia, tras la muerte del Generalísimo en 1975.
Durante el régimen, obispos, cardenales y curas honraron a sus propios muertos con ceremonias extravagantes. Pero eliminaron del recuerdo a decenas de miles de opositores que todavía yacen en fosas comunes.
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