El 13 de octubre de 1972 en un patio de La Habana donde funcionaba Radio Habana Cuba, a casi dos meses de la fuga del Penal de Rawson, tres de los seis dirigentes que habían logrado salir del país hacia Chile, donde los recibió el gobierno de Salvador Allende hasta que viajaron a Cuba, dialogaron con el periodista Orlando Castellanos. Con un insólito fondo de pajaritos que cantan y automóviles que pasan, Mario Roberto Santucho, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Quieto hablaron sobre la Masacre de Trelew, sucedida el 22 de agosto de aquel año, tras el escape (ver nota relacionada), y la situación política del momento. Ni Santucho ni Vaca Narvaja hacen referencia a la pérdida de sus esposas entre los fusilados: respectivamente, Ana María Villarreal, embarazada, y Susana Lesgart. Lo colectivo es el eje de su discurso, la marca de los tiempos.
Sus voces permanecieron en un casete TDK de 60 minutos, perdidas en los archivos del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, hasta que a principios de 2001 llegaron a las manos de María Santucho, sobrina del dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), que vive en Cuba desde 1976. Ella la facilitó a sus primos Mario Antonio Santucho (hijo del líder asesinado luego por la dictadura en 1976), y Diego Genoud (hijo de la hermana del guerrillero, Manuela Santucho, desaparecida desde 1976), quienes dirigen la revista Crisis y subieron el audio (“54 minutos de palabras, la respiración, los silencios y el latido de los protagonistas, el pasado que se enciende y nos habla al oído”, escribieron) a Internet: https://soundcloud.com/crisisrevista/mario-roberto-santucho-roberto .
Miradas al Sur rescata los mejores momentos de esa conversación histórica, que ningún medio transcribió o publicó hasta la fecha, a pesar de que los familiares de Santucho y Quieto (desaparecido en diciembre de 1975, durante el gobierno de Isabel Perón) intentaron difundirlo.
Habla el jefe del PRT-ERP.
Orlando Castellanos: –Santucho, ¿usted pudiera ofrecernos su opinión acerca de las declaraciones a la prensa de los sobrevivientes de la matanza de Trelew en Argentina?
–Las declaraciones de los compañeros muestran con toda claridad lo que ya presentíamos acerca de cómo se desarrollaron esos acontecimientos que se filtraron a través de la información de la prensa burguesa en la Argentina, donde la argumentación de que se trató de un intento de fuga era claramente insostenible y se translucía que los compañeros habían sido asesinados. La dictadura militar intentó con este asesinato en masa de responder de alguna manera al golpe que para ellos significó el éxito parcial de la operación de fuga de Rawson y al mismo tiempo ejercitó este acto de venganza con estos compañeros, teniendo en cuenta también que los diecinueve compañeros estaban entre los mejores cuadros y militantes de nuestras organizaciones, eran los más destacados, más sólidos y más efectivos como militantes revolucionarios. Por eso al mismo tiempo que un acto de venganza fue un hecho producto del temor de la dictadura a la sola presencia, a la sola existencia de estos cuadros revolucionarios argentinos. El golpe sobre nuestros compañeros tuvo un carácter selectivo, pero la sangre de nuestros mártires no corre en vano sino que en forma inmediata nuestro pueblo ha reaccionado, continuando su lucha enérgica contra la dictadura militar hacia una perspectiva revolucionaria, hacia la eliminación del capitalismo y el establecimiento del socialismo en nuestra patria. La clase obrera, el estudiantado, amplios sectores del pueblo se manifestaron en la calle repudiando activamente la Masacre de Trelew, levantando el nombre de nuestros compañeros, acompañándolos en esos últimos momentos, dándoles honras póstumas; y tanto en Buenos Aires como en Córdoba como en Tucumán, las principales ciudades de Argentina de donde eran oriundos nuestros compañeros masacrados, hubo manifestaciones de miles de personas portando los ataúdes. Asimismo se produjo un movimiento huelguístico: la CGT de Córdoba declaró la huelga general en repudio a la masacre de Trelew. Ahora, el 22 de septiembre, al cumplirse el primer mes, hubo actos y pequeñas manifestaciones en las ciudades argentinas, reprimidas naturalmente en forma violenta por la policía de la dictadura. Eso muestra que el recuerdo de nuestros héroes permanece y permanecerá siempre en el sentimiento de nuestro pueblo y serán esgrimidos como bandera en la continuación de la lucha por la independencia de nuestra patria y la liberación social de nuestro pueblo, en la continuación de esta guerra revolucionaria que ha emprendido el pueblo argentino y que no cejará, no disminuirá, no se debilitará hasta el triunfo final, hasta el triunfo de la revolución socialista.
–¿Pudiera hablarnos sobre la situación actual en Argentina?
–Pese a que estamos un poco alejados de nuestra patria, recibimos información y podemos hacer un cuadro aproximado. Mientras el movimiento de masas continúa su lucha con energía (ha habido huelgas, algunas con ocupación de lugares de trabajo; hace pocos días, una de obreros del transporte en Córdoba) y que continúa la actividad de las unidades armadas, que se transluce en la prensa pese a las nuevas restricciones impuestas por la dictadura a toda publicación (prohíben nombrar a las organizaciones y propagar las acciones y los comunicados). Al mismo tiempo, la situación económica se agudiza: se acentúan las tendencias hacia la crisis que se venían manifestando en la economía argentina y que se manifiestan en este momento en el estancamiento de sectores básicos de la producción, principalmente el acero; al mismo tiempo que el desarrollo artificial de la industria automotriz, pese a que ya hace unos meses había saturado el mercado, sigue creciendo para afrontar la crisis de producción que se avecina. Van a tratar, como siempre con las empresas capitalistas, de descargarla en las espaldas de los trabajadores; hacen stock y se cubren para los conflictos que inevitablemente van a venir cuando se produzcan cierres y suspensiones de trabajo. La producción de granos también ha sido baja este año, en relación al promedio de los últimos cinco años y en relación al año pasado, completando el cuadro crítico. El único sector que le ha dado un respiro a la economía, pero mínimo, ha sido la exportación de ganado que en este momento tiene buen precio en el mercado internacional y le ha permitido a la dictadura cierto ingreso en divisas que no alcanza a cubrir el déficit de la balanza financiera: han debido recurrir a préstamos, principalmente los norteamericanos. La inflación es la segunda después de Vietnam del Sur o la más alta del mundo; el dólar el año pasado estaba a 350 pesos y ahora está a 1.300. Los pronósticos que hacen los mismos economistas burgueses son: agudización de esta situación, empeoramiento del nivel de vida de las masas, ningún tipo de estabilización en el terreno de la economía. La situación de las masas es muy favorable, ha habido grandes movilizaciones y se han comenzado a desarrollar las fuerzas revolucionarias. La burguesía argentina en su conjunto se encuentra en un callejón de difícil salida, [obligada] a buscar un respiro que le permita atravesar esta situación crítica y más adelante buscar una estabilización para lograr prolongar la vida del capitalismo en Argentina. El conjunto de los sectores burgueses está de acuerdo en capear el temporal: de alguna manera frenar la lucha de las masas y detener el desarrollo de las organizaciones revolucionarias. Se han propuesto llegar a lo que la dictadura llamó un Gran Acuerdo Nacional, un acuerdo de los partidos burgueses con las Fuerzas Armadas para ofrecer algunas soluciones de palabra a las masas, despertar esperanzas acerca de la vía electoral, y de esa manera tratar de detener su lucha y aislar a la guerrilla para golpearla y aniquilarla. Aun durante la presidencia de Levingtson comenzaron con la Hora del Pueblo, después el Frente Cívico, y ahora el llamado Plan de Reconstrucción Nacional que presentó Perón y fue aceptado por la dictadura militar. En ese acuerdo se unen el radicalismo, el peronismo burgués, el frondizismo, un conjunto de partidos burgueses, con la dictadura militar. El plan consiste en un llamado a elecciones condicionado con la garantía para los militares de que ellos van a continuar controlando entre bambalinas la política nacional, que van a dejar en manos de los políticos el tratamiento de las cuestiones de la administración gubernamental y van a mantener en sus manos la lucha contra las organizaciones revolucionarias: la guerrilla y la vanguardia clasista y, principalmente, la obrera. Ese plan está condenado al fracaso porque solamente podría tener alguna posibilidad de distraer a las masas, de engañarlas, si se hicieran concesiones de tipo populista. Pero hoy en la situación de la Argentina no hay margen para ningún intento populista: no hay margen económico, no hay margen social. Cualquier gobierno, radical o peronista, que asuma como culminación de este acuerdo no tiene posibilidad de mantenerse, de esbozar siquiera una política populista, sino que, por el contrario, y mediante una política inteligente que sepamos aplicar las organizaciones revolucionarias, las masas han de acrecentar su lucha para recuperar, en parte aunque sea, su nivel de vida, que viene en un continuo y acelerado descenso. Para eso se van a movilizar –continuando toda la tradición de lucha, principalmente del proletariado– sirviéndose de la legalidad que necesariamente va a tener que dar un gobierno de tipo parlamentario. La guerrilla, por su parte, no tiene el menor motivo para disminuir su actividad armada, desde el momento en que es claro que no se trata de un gobierno de tipo popular el que pueda surgir de un proceso electoral condicionado como el que está preparando la burguesía en este momento. La perspectiva para nosotros es de desarrollo más amplio de la lucha revolucionaria en la Argentina. La estabilidad de cualquier gobierno parlamentario que surja de la elección va a ser mínima y al poco tiempo se planteará otra vez el regreso de los militares al gobierno, o un control mucho más estrecho de los militares sobre el gobierno parlamentario. Nuestra patria vive un momento de viraje, donde los revolucionarios podemos observar el futuro con marcado optimismo, dado que se vislumbra un período de desarrollo como no tuvo antes: de lucha revolucionaria, de participación creciente de las masas en la lucha revolucionaria, del establecimiento de uno de los nuevos Vietnam que vislumbrara el Che y que, como sabemos, es el camino que debemos transitar para la eliminación definitiva del capitalismo en cada uno de nuestros países y del imperialismo a nivel mundial.
Vaca Narvaja suma a Perón.
–¿Qué nos puede decir sobre las declaraciones de los sobrevivientes de la matanza de Trelew?
–Cuando llegamos a Cuba todavía no sabíamos el número de los compañeros sobrevivientes de la masacre de Trelew. Esas movilizaciones de nuestro pueblo, esos gritos de protesta, esas adhesiones que se despertaron fueron el factor fundamental para salvar la vida de los compañeros que quedaban heridos. Todas esas acciones de protesta y movilizaciones impidieron que el enemigo pudiera rematar a esos combatientes que todavía quedaban vivos, que habían podido burlar el exterminio total de los diecinueve compañeros. Quedaron tres. En los relatos que ellos hacen de esa experiencia, se ve claramente el valor de la moral y la fuerza revolucionarias de esos compañeros, que en estos momentos rescatamos fervientemente, que nos da fuerza para convertir ese golpe duro en una gran victoria, nos hace visualizar que el dolor de los compañeros caídos hoy será la alegría de nuestro pueblo mañana. En sus relatos están las preparaciones para la masacre: vejaciones morales, prácticas en seco de fusilamiento, no dejarlos dormir... actitudes representativas de lo que son las Fuerzas Armadas Argentinas a lo largo de su historia. La actitud de nuestros compañeros hace que el enemigo les tema más aún: cuando van a terminar de rematarlos, el capitán Luis Emilio Sosa y el teniente Roberto Bravo, en actitud temerosa y hostil, les preguntan si iban a declarar, y las respuestas de nuestros compañeros, a pesar de que ya habían sido masacrados varios, fueron que no. Esa moral revolucionaria nos fortalece cada día más en nuestro combate, en nuestra lucha.
–¿Pudiera ahora referirse a la situación actual en su país?
–El gobierno de la burguesía en la Argentina se encuentra en una situación de inestabilidad, en la que las fuerzas del enemigo y las fuerzas revolucionarias están semiequilibradas. Se ha dado un profundo avance en una serie de hechos que son ya parte de nuestra historia: movilizaciones masivas, procesos insurreccionales de características cada vez más violentas en las ciudades y en el campo, el fortalecimiento de organizaciones que plantean una estrategia de guerra revolucionaria con lucha armada. La situación del partido militar es inestable, poco firme. Un gobierno populista como resultado de las elecciones es un gobierno de patas muy cortas, porque no puede responder a las expectativas de las reivindicaciones que tiene el pueblo argentino, y sobre todo la clase obrera argentina: no puede responder a ese nivel de conciencia. Por lo tanto es un proceso que indudablemente en corto tiempo va a ser superado por esas mismas masas. Por otro lado, la posibilidad de salida de un gobierno de mano dura, de continuidad del actual, lo único que llevaría es a una mayor radicalización, a un mayor fortalecimiento del campo revolucionario. El avance del campo revolucionario no se puede contener; el grado de contradicciones dentro de la burguesía argentina es importante. Nosotros, como organizaciones armadas peronistas, reivindicamos el peronismo como una experiencia de gran parte de nuestro pueblo, de gran parte de la clase obrera argentina, como un factor determinante en esta coyuntura. Determinante porque el peronismo es un movimiento de masas mayoritario que ha vivido numerosas veces ya los procesos de persecución de esa reserva de la burguesía que es el partido militar: los fusilamientos del ’56, la resistencia peronista, las proscripciones del ’62... numerosas experiencias de ese movimiento que hacen que sea un factor determinante en la vida política de Argentina. Y, como decimos, no se puede hablar de peronismo sin Perón, reconocemos en Perón a un líder popular, un hombre que aglutina a un gran sector de masas y que en la medida en que representa su sentir (no es su vanguardia revolucionaria pero representa el nivel de conciencia alcanzado por ese pueblo), va a jugar un papel importante en la coyuntura. En alguna medida es el factor que en estos momentos agudiza las contradicciones del enemigo y evita que ese peronismo sea ganado por el campo enemigo, que ese movimiento sea quebrado por ese gran miedo que tiene el partido militar a los movimientos de masas, como en cualquier país capitalista dependiente, ese miedo a la unidad. Perón va a jugar un papel de importancia en la coyuntura; de hecho lo está jugando: a través de las noticias que vienen se puede vislumbrar la importancia del peronismo y Perón en la política. Nuestra respuesta para un gobierno de características populares, en caso de que se dé, es la de construcción del ejército popular como única garantía para la toma del poder. En un gobierno de ese tipo, el impulso de las masas es fundamental. En caso de darse esa expectativa nuestra tarea sería prepararnos para dar una perspectiva estratégica construyendo ese ejército, en un proceso que tiene patas muy cortas. La única forma de prepararse es en forma activa a través de movilizaciones, de formación de milicias obreras. El pueblo argentino, especialmente el peronismo, ha vivido la experiencia de tener una participación en el poder, sentir la clase obrera conciencia de su dignidad, y por no contar con esa fuerza militar del campo popular pasar a una situación de explotación cada vez más aguda. Y en el caso de que la coyuntura se dé de otro tipo, un continuismo de la fuerza militar –que es lo más probable, por la situación del imperialismo, las fuerzas monopólicas y la burguesía nacional en argentina– nuestra respuesta es la misma que han dado los compañeros, nuestros héroes de Trelew: salir y seguir combatiendo, seguir construyendo el ejército.
Quieto y la justicia revolucionaria.
–Con respecto a las declaraciones de los compañeros sobrevivientes de la masacre de Trelew, puede agregarse a lo que ya ha publicado la prensa y lo que hemos dicho en otras ocasiones que esos testimonios certifican fehacientemente lo que todo el mundo suponía sin haber presenciado directamente el episodio: nadie dudaba, salvo la versión oficial del gobierno argentino, que se había tratado de un asesinato a mansalva, ejecutado directamente por oficiales y suboficiales de la Marina de Guerra argentina. Los compañeros relatan con lujo de detalles; incluso se han proporcionado a la prensa planos de ubicación de dónde estaban en el momento en que se produjo el fusilamiento a sangre fría, datos que se han servido para ilustrar con precisión y confirmar –como decía antes–lo que todo el mundo suponía seguro, salvo la versión oficial del gobierno argentino... Por supuesto que a nosotros todo esto nos ha dolido mucho; pero a la vez, como todos los dolores que sufren los revolucionarios, sirven para endurecernos y fortalecernos en esta lucha que, como éramos conscientes en el momento en que la emprendimos, iba a ser larga, cruenta y muy difícil. Lo que sí tiene que quedar claro es que nosotros, el conjunto del pueblo argentino, ya ha juzgado este crimen. Y que la justicia del pueblo aplicará, en el momento correspondiente, las sanciones que corresponden frente a ese crimen horrendo. Con respecto a ese crimen uno puede decir, sin lugar a dudas, que no es el producto de la mente afiebrada de un par de oficiales de la Marina sino que está clara la responsabilidad del régimen militar argentino. Quien conoce someramente las costumbres, los hábitos y las normas por las que se rigen estas fuerzas armadas sabe que cosas de este tipo no son efectuadas por individuos aislados: ningún oficial o suboficial de la Marina es capaz por sí mismo de tomar una determinación de ese tipo. Eso quiere decir, a nuestro juicio, que más allá de la responsabilidad general que siempre tiene un régimen de opresión con respecto a los crímenes que se producen durante su imperio, en este caso concreto hay sin lugar a dudas una responsabilidad directa del régimen militar argentino. Es sintomático que la ejecución de los compañeros se haya producido en la madrugada siguiente a una reunión de la Junta de Comandantes en Jefe. No nos cabe ninguna duda de que existe una responsabilidad directa y personal, no general e indirecta sino directa y personal, por parte de la Junta de Comandantes en Jefe. Y del partido militar en su conjunto; pero en este caso concreto, de las personas que ejercen la jefatura del gobierno argentino y que está personificada en los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. El pueblo en la historia ya tiene formado su juicio y su opinión con respecto a esta cuestión y a quiénes son [sus] responsables. Sólo resta que la justicia popular, la justicia revolucionaria, aplique las sanciones correspondientes a los responsables de esta matanza, y más tarde o más temprano eso se hará.
Fuente: Miradas al Sur.
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