Una cosa es hacer propaganda, otra tocar los corazones de la gente”, admite el creativo Germán Zúñiga en el documental Apuntando al corazón, la primera cinta colombiana que indaga sobre la propaganda y el negocio de la guerra en un país que acumula cincuenta años de conflicto armado y que ha convertido su industria militar en un producto de exportación. Apuntando al corazón, de los jóvenes directores Claudia Gordillo y Bruno Federico, acaba de estrenarse en el circuito alternativo del cine local y, en pocos meses, llegará a la pantalla grande europea. Sin embargo, el film no fue adquirido por ninguna de las grandes cadenas televisivas colombianas. Una plataforma de comunicación donde, paradójicamente, sí comenzó a circular desde la época del ex presidente Uribe el objeto de estudio de Gordillo y Federico: la publicidad; es decir, la ideología (o el relato) de los “rambos” colombianos.
El señor Zuñiga, que vendría a ser el Durán Barba del Ejército colombiano, es una de las estrellas del documental. Su testimonio no tiene desperdicio: “Con Young &Rubicam Colombia logramos la mejor marca de mundo para nuestros soldados. Es que el Ejército venía teniendo unas comunicaciones muy básicas, muy precarias, cero sexis y cero llamativas. Para nada frescas. El lado que más me importaba mostrar en los spots era al ser humano, sacar lo mejor del corazón de los soldados”. Claro que Uribe y, ahora, el presidente Juan Manuel Santos tenían otros objetivos, menos líquidos y más estratégicos, cuando contrataron a dicho estudio publicitario. Las Fuerzas Armadas, financiadas por el Pentágono norteamericano, y sus aliados paramilitares –fuerzas pretorianas de los grandes estancieros– vienen ejerciendo, con la excusa del combate a la guerrilla FARC una guerra de baja intensidad contra el campesinado pobre y los movimientos sociales del interior rural. Masacran civiles, torturan sospechosos, fumigan cultivos por órdenes de la DEA estadounidense. Y, todo, con unas comunicaciones “nada sexis”, como dice el publicista Zuñiga. Fue, entonces, cuando el uribismo entendió la necesidad de suavizar la imagen del Ejército en las ciudades para ganar la batalla política.
“Una de las grandes virtudes de Uribe fue el ser capaz de ofrecernos un relato en el cual encontrarnos como nación. Eso en Colombia ha sido muy difícil de construir, porque no tenemos ni mitos fundadores ni un relato único. Siempre hemos tenido diversidad cultural. No hemos sido capaces de construir un relato de nación. Uribe nos dijo que hay uno, que es el que vamos a defender: la patria está por encima de todo y la colombianidad consiste fundamentalmente en vivir sin las FARC”, aclara otra de las fuentes del documental, el profesor de la Universidad de los Andes Omar Rincón. En ese sentido, el documental Apuntando al corazón recopila los spots más significativos de campañas publicitarias que tuvieron como consignas principales “Los héroes en Colombia sí existen” o “Fe en la causa”.
“Qué bueno hablar con usted en noches así. Es que sonrisas como la suya lo hacen sentir a uno muy bien. Me enteré de que le aprobaron el crédito para la tiendita. Eso va a ser un éxito en el barrio. Va a ver. ¿Y quiere que le diga algo? A pesar de que no lo conozco, estoy dispuesto a dar la vida por usted”. Lo susurra casi al oído, escondido entre la maleza de la selva y al cobijo de la oscuridad, un soldado con rostro pero sin nombre, en uno de los múltiples anuncios que Young & Rubicam Colombia ideó para relegitimar el vínculo de las Fuerzas Armadas con la sociedad civil colombiana.
Por último, uno de los aciertos del documental es evidenciar cómo el relato de la guerra promociona, paralelamente y hacia el exterior, que Colombia tenga en la industria militar a uno de sus principales rubros exportadores, tanto como el café, las esmeraldas o el petróleo, productos históricos líderes de su economía. El director de Apuntando al corazónremarcó a la prensa local que “Colombia se ha convertido en una maquinaría de guerra, con más de 430 mil uniformados, en torno al 1% de la población, y en un fabricante de armamento sofisticado”. Esto último lo confirma el actual ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, cuando, entrevistado para el documental, advierte que “nuestros productos y servicios están siendo probados diariamente en el combate, esa experiencia constituye un sello de garantía. Hoy la seguridad termina siendo un rubro de exportación en Colombia”. Eso sí, si en toda guerra hay ganadores y perdedores, la militarización de la sociedad colombiana deja, por supuesto, un tendal de heridos en el camino. En ese sentido, un referente de la ONG Colombianos y Colombianas por la Paz recuerda en el film que “según cifras oficiales, en nuestro país existen cinco soldados y medio cada mil habitantes, y un médico cada 3.870 habitantes. Por lo tanto, es más sencillo encontrar alguien que te encaje una bala que alguien que te la pueda sacar”.
Fuente: Miradas al Sur.
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