POR SIBILA CAMPS
Dos argentinas llegaron a pueblos donde nunca habían visto cine.
Viviana García vende todo –trigésima mudanza en 32 años de vida–, menos el tocadiscos de su padre, desaparecido en 1977, que donó al Archivo Nacional de la Memoria. La plata hace falta para terminar de comprar el mínimo equipamiento que cargará en la Juana, la estanciera con la cual pasará a buscar a Griselda Moreno por Salta, para vivir dos años y medio a través de 19 países, en un fantástico proyecto de cine independiente ambulante.
Así comienza Cine a la intemperie, instantánea de dos mujeres por Latinoamérica , el documental dirigido por Viviana sobre esta travesía sin precedentes, que tuvo su estreno mundial días atrás en Tucumán, en el cierre del VII Festival de Cortos “Cortala”. “Es una manera de hacer una devolución a toda la gente que nos ayudó, desde darnos un techo, hasta un billete para la gasolina”, contó Griselda.
Las jóvenes partieron el 24 de junio de 2008 con unos 40 filmes argentinos, y volvieron con casi 500 de todo el continente, en su mayoría documentales sobre niños y niñas, derechos humanos, género, pueblos originarios, salud, medio ambiente, realidad latinoamericana y movimientos sociales. Desde la primera función, en San Antonio de los Cobres, a 3.775 metros de altura, recorrieron casi 50.000 kilómetros y desplegaron la pantalla en más de cien oportunidades.
Proyectaron en pueblos y comunidades donde jamás habían visto cine, como en el interior de una iglesia de Cuenca (Ecuador). Pasaron por Lobitos (Perú) y, entre los escombros del primer cine de Sudamérica, hallaron un fotograma con créditos de una película. Se plantaron frente a 2.000 cadetes de la escuela naval de Coveñas (Colombia). El haz de luz animó noches de plazas y parques, pero también asilos, correccionales de adolescentes, organizaciones campesinas y barriales.
Varios tramos del viaje fueron muy duros. La Juana se apunó en Uyuni (Bolivia), y tuvieron que conseguir otra camioneta. Cruzar de Colombia a Panamá les llevó un mes de llamadas y entrevistas a gerentes de compañías marítimas, “para convencerlos de apoyar un proyecto de cine independiente”. En Cartagena les hicieron sacar prenda por prenda en busca de drogas. A Honduras llegaron en pleno golpe de Estado y tuvieron que saltearse las funciones.
Viviana observó que en un continente con fuerte impronta machista, dos jóvenes viajando solas no pasaron inadvertidas. “En muchas escuelas, después de la proyección nos ponían tres platos de comida, porque suponían que íbamos con chofer. Pero nuestro trabajo también sirvió de estímulo a otras mujeres, que vieron que podían llevar adelante sus propios proyectos”.
En La Habana entrevistaron a Jesús Sánchez Pérez, padre de los cines itinerantes en Cuba, en 1959. De regreso al continente participaron en el Primer Encuentro de Cines Móviles de América Latina, en México. Allí se gestó la Red de Cines Itinerantes de América Latina, que en marzo de 2013 tendrá su tercer encuentro, en Uruguay.
Ahora vendrán proyecciones en Salta y en Córdoba, donde viven Griselda y Viviana, respectivamente. Entretanto termina de gestarse el libro, que incluirá lo que no pudieron incorporar al documental , y algunas de las miles de fotos que sacaron. “Lo que no se ve –advierte Griselda–, es lo que Latinoamérica nos dejó a nosotras”.
Fuente: Clarín
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