Raúl Castro estará en el centro de la escena en su próxima visita a Santiago de Chile. En efecto, cuando el mandatario cubano asista a la reunión conjunta de mandatarios de la Celac (Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe) y la UE (Unión Europea) muchos van a reparar en un gran contraste: el gran ausente de esta reunión será Estados Unidos –que no integra la Celac al igual que Canadá– mientras que Cuba, expulsada de la OEA (Organización de Estados Americanos) en 1962, asumirá el próximo domingo la presidencia del bloque regional. Una gran parábola iniciada hace 51 años y que todavía no tiene un final previsible. La diplomacia norteamericana todavía sostiene que Cuba debe estar excluida del sistema panamericano. Aún rige el embargo sobre ese país y las empresas de origen norteamericano que quieran comerciar o invertir en la isla se verán sometidas a diferentes sanciones.
La parábola iniciada con la expulsión de Cuba de la OEA, en plena Guerra Fría, tuvo un antecedente que debe exhumarse para ver cómo actuaba (¿actúa?) la diplomacia de Estados Unidos. El 8 de agosto de 1961, en Punta del Este, Ernesto Guevara daba un discurso como representante cubano ante una reunión de cancilleres de todo el continente (ver relacionada: "De Punta del Este a Santiago de Chile"), donde denunciaba que pocos días atrás (el 26 de julio, cuando se cumplían ocho años del asalto al Cuartel Moncada por parte de una columna guerrillera liderada por los hermanos Fidel y Raúl Castro), “grupos de contrarrevolucionarios armados en la Base Naval de Guantánamo esperaban al comandante Raúl Castro en dos lugares estratégicos para asesinarlo. El plan era inteligente y macabro. Le tirarían al comandante Raúl Castro mientras iba por la carretera, de su casa a la manifestación con que celebraría nuestra fecha revolucionaria. Si fracasaban, dinamitarían la base o, mejor dicho, harían estallar las bases ya dinamitadas del palco desde donde presidiría el acto Raúl Castro. Y pocas horas después, señores delegados, morteros norteamericanos, desde territorio cubano, empezarían a disparar sobre la Base Naval de Guantánamo”.
Ese Raúl Castro, sobreviviente de mil batallas, es el mismo que desde hace más de seis años está al frente del Partido Comunista Cubano y del gobierno de su país. Es el mismo que va tentando medidas para liberalizar algunos derechos civiles que permitan a los aliados latinoamericanos dar la estocada final para que la OEA termine un ciclo o, lo más probable, termine sus días reemplazada por algún organismo que dé cuenta de que ni la Doctrina Monroe ni la de Seguridad Nacional son las que deban regir los vínculos entre naciones independientes.
Quien también estará en Santiago de Chile el próximo fin de semana será Nicolás Maduro, figura central de la vida continental a partir de la penosa enfermedad que padece Hugo Chávez. Sin forzar comparaciones, los pésimos analistas de la derecha anticastrista y pronorteamericana se olvidan, a la hora de hablar de Maduro, de los comentarios y pronósticos que hacían, en coro, sobre la asunción de Raúl Castro: que Fidel se moría, que Raúl no tenía carisma ni poder para poder avanzar, que se abrirían fisuras en el gobierno cubano y varias otras sandeces que ahora repiten al referirse al vicepresidente venezolano. Esos mismos medios deberían reparar en que esta Celac, alimentada por los gobiernos progresistas y democráticos del sur del río Bravo, fue pensada por Fidel Castro y por Chávez, y que la declaración final de la primera cumbre, realizada en Caracas en diciembre de 2011, rechazó enfáticamente “el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba desde 1962” y que “causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas”. Esta vez, el presidente norteamericano Barack Obama y su flamante secretario de Estado, John Kerry, deberán tomar nota de que a los mandatarios del sur del río Bravo los acompañan los representantes de los 27 Estados nacionales de la Europa continental e insular. Al respecto, cabe mencionar que el Washington Postpublicó, con fecha 10 de enero, un artículo en el que asegura que Kerry ya inició negociaciones con Venezuela para mejorar los vínculos y reparar las malísimas relaciones diplomáticas. Una semana después de lo publicado por el conservador diario norteamericano, Nicolás Maduro dio una entrevista a la agencia EFE en la que confirmó que en noviembre “hubo tres contactos” entre ambos países “en los que los representantes venezolanos expresaron la necesidad de una relación de respeto absoluto”.
Fuente: Miradas al Sur.
No hay comentarios:
Publicar un comentario