La soberanía y el desafío generacional
Por Julián Andrés Domínguez *
Durante las décadas de 1810 y 1820 los gobiernos argentinos realizaron diversos actos demostrativos de su soberanía sobre las islas Malvinas, incluyendo la designación de gobernadores, la legislación sobre recursos pesqueros y el otorgamiento de concesiones territoriales. En este marco se fue desarrollando Puerto Soledad, cuyos habitantes se ocupaban de la cría de ganado, la caza de lobos marinos y la prestación de servicios a los buques que tocaban puerto. Incluso el 10 de junio de 1829 el gobierno argentino promulgó un decreto creando la Comandancia Política y Militar de las Malvinas. Después de haber mantenido silencio por más de medio siglo en el curso del cual se habían sucedido sin oposición administraciones españolas y argentinas en las islas Malvinas, en noviembre de 1829 el Reino Unido protestó dicho decreto, en el marco de un renacimiento de su interés estratégico por el Atlántico Sur.
El acto de fuerza y ocupación de las islas Malvinas del 3 de enero de 1833 por parte de la corona británica en tiempos de paz fue inmediatamente rechazado y protestado por nuestro país. A partir de ese momento, y hasta la fecha de hoy, la Argentina nunca consintió ese acto militar ya sea a nivel bilateral, regional o en el marco de distintos organismos internacionales.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el Congreso Nacional han fortalecido la idea de cimentar una política exterior de Estado en la que se asientan los pilares de los derechos y reivindicaciones soberanas argentinas sobre las islas del Atlántico Sur. El mejor ejemplo de ello es la declaración de Ushuaia de marzo de 2012, aprobada por unanimidad por todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria.
Nuestro país ha manifestado en distintas oportunidades y foros mundiales la predisposición para sentarse alrededor de una mesa de negociación con el Reino Unido de Gran Bretaña y discutir la soberanía del archipiélago austral en base a las resoluciones de las Naciones Unidas. En este contexto existe un desconocimiento permanente por parte del Reino Unido de las resoluciones sobre la cuestión de las islas Malvinas adoptadas desde 1965 por la Asamblea General y el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas que llaman a los dos países a solucionar el tema de la soberanía de las islas australes.
En la resolución 2065 dictada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y piedra angular del reclamo argentino, se “invita a los gobiernos de Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la declaración sobre la concesión de independencia a los países y pueblos coloniales a fin de encontrar una solución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la carta de las Naciones Unidas y de la resolución 1514, así como los intereses de la población de las islas Malvinas”.
Es oportuno remarcar que en 1988 Naciones Unidas declaró y se comprometió con el período 1990-2000 declarándolo como Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo. Ante el incumplimiento de esas metas, el mismo foro multilateral declaró 2000-2010 como el Segundo Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo.
Para quienes pertenecemos a la generación del Bicentenario, Malvinas no sólo es un límite geográfico, no es sólo un concepto de Nación donde podemos mirar las corrientes políticas. Malvinas está enmarcada en nuestro concepto de Patria. Por este motivo es necesario que el Reino Unido abandone la política colonialista que está desarrollando en pleno siglo XXI y reconozca que su presencia en el Atlántico Sur es una situación anacrónica si se toma en cuenta el desarrollo de las sociedades modernas. No es entendible que un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas incumpla resoluciones y que, paralelamente, obligue a otros a respetar las medidas dictadas por esa organización multilateral. Este doble estándar utilizado por las grandes potencias debe detenerse para garantizar la paz y seguridad internacionales. Hoy el mensaje de Evita está presente: “La Patria dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas”.
* Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
180 años de la usurpación colonialista
Por Orlando Gustavo Pascua *
El 3 de enero de 1833 la corona imperialista usurpó nuestras islas Malvinas y continúa hoy como una clara muestra de un colonialismo vetusto en el siglo XXI. Hace ciento ochenta años el Reino Unido de Gran Bretaña usurpaba con sus garras imperialistas nuestras islas Malvinas.
La militarización de Malvinas denunciada en muchas oportunidades por la Argentina ante diversos organismos y foros internacionales, lo que en la práctica significa una base militar extranjera, de la OTAN, en América del Sur, demuestra claramente la opción armamentista de Gran Bretaña y no la del diálogo como lo exigen la mayoría de los gobiernos y pueblos del mundo. Ejercicios militares y el uso y lanzamiento de misiles desde las propias islas son una clara amenaza a toda la América latina y fundamentalmente su pretendido avance en territorio de la Antártida.
Es inevitable el cumplimiento de lo resuelto por Naciones Unidas para resolver la disputa de soberanía, porque todos los foros regionales de Mercosur, Unasur, Grupo Río y Celac y otros organismos internacionales así lo exigen.
Hoy nos encuentra a Malvinas como política de Estado articulando alianzas con los países hermanos de Latinoamérica y de otros países del mundo en función del reclamo y de nuestros derechos soberanos sobre las islas del Atlántico Sur. Es el camino más largo que con seguridad tendrá el resultado que todos anhelamos.
Es preciso recordar y reivindicar a aquellos primeros patriotas que resistieron la usurpación, al primer defensor combatiente de Malvinas el entrerriano nacido en Arroyo de la China (sitio donde la Confederación de los Pueblos Libres juró la Independencia de todo poder extranjero en junio de 1815) Antonio “El Gaucho” Rivero, quien desde agosto de 1833 lideró una rebelión de criollos e indígenas, dos gauchos y cinco originarios, defendiendo la soberanía argentina y desconociendo la autoridad impuesta de los británicos. A Rivero lo acompañaron Juan Bramido, José María Luna, Manuel González, Luciano Flores, Felipe Salazar, Marcos Laboree y Manuel Godoy. Estos patriotas arriaron la bandera británica y enarbolaron una bandera argentina. Siendo derrotados recién en enero de 1834. El Gaucho Rivero muere el 20 de noviembre de 1845 combatiendo en la Vuelta de Obligado, acción patriótica anticolonialista hoy reconocida y reivindicada.
También recordar a Vernet que fue nombrado con el cargo de primer comandante político y militar de las islas, con el objetivo de justificar la posesión del archipiélago, fundamentando sus derechos en que España poseía las islas previamente, que esta posesión había quedado justificada por el derecho de ocupación, que las principales potencias marítimas así lo habían reconocido, y que las islas en cuestión se hallaban próximas al territorio del antiguo virreinato. Es justo recordar y reivindicar a Pablo Areguatí, guaraní nacido en San Miguel, Misiones, uno de los siete pueblos orientales, hoy territorio brasileño, que en 1824 fue el gobernador militar de las islas Malvinas durante seis meses.
Malvinas es la causa nacional, popular y democrática y no de un sector determinado. No persistir en la cuestión belicista-guerrerista. Malvinas es análisis y reflexión, como experiencia y autocrítica que claramente fue bastardeada en 1982 por la dictadura cívico-militar genocida cuyo único objetivo era mantenerse en el poder y no por un sentimiento patriótico. Reivindicando el papel protagónico que tuvieron los soldados conscriptos combatientes, que a pesar de los estaqueamientos, torturas, malos tratos, mal alimentados y mal vestidos por parte de sus superiores actuaron con dignidad y el reconocimiento a aquellos militares que cumplieron con su deber, manchándose sus ropas con sangre del enemigo y no con la de su propio pueblo.
Es imprescindible que la sociedad y fundamentalmente la juventud tenga presente a Malvinas como la causa de unidad del pueblo más allá de lo sectorial, político, ideológico, cultural y religioso. Hablar de Malvinas es situar el concepto y definición de soberanía en su verdadero contexto, significa entender a la soberanía en su concepto integral, que aglutina y comprende todo, en lo político, social, económico, educativo, cultural, laboral, habitacional, sanitario, laboral, y no tan sólo lo geográfico territorial. Todo ello significa Malvinizar.
En estos nuevos buenos tiempos que estamos viviendo, tiempos en los cuales se están recuperando conceptos fundamentales, tales como soberanía, autonomía, democracia, participación, distribución, integración, no sólo en la Argentina –también en Latinoamérica y en otros países del planeta–, luego de la tragedia política, social y económica que significó el modelo neoliberal con sus terribles consecuencias de indigencia, pobreza, impunidad y extranjerización, la cuestión Malvinas tiene una mayor vigencia aún.
En el contexto actual de reivindicación de la política es de significativa importancia repotenciar la cuestión Malvinas.
Si hablamos de recursos naturales, hablamos de Malvinas (hidrocarburos, pesca etc.). Si hablamos de desmilitarización, hablamos de Malvinas (base militar británica de Mount Pleasant). Si hablamos de pueblos originarios, hablamos de Malvinas (aproximadamente un 20 por ciento de los que participaron y cayeron en Malvinas en el conflicto bélico de 1982 fueron hermanos qom, wichí, pilagás, guaraníes, tehuelches y otros). Si hablamos de integración regional latinoamericana, hablamos de Malvinas (el 82 demostró claramente esa unidad, y hoy tenemos al Mercosur, la Unasur, Celac, etc.).
Si hablamos de geopolítica y del sector antártico, está Malvinas como un lugar estratégico política y militarmente y como único paso natural de los océanos Atlántico y Pacífico. Si hablamos de derechos humanos, crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y tumbas NN, hablamos de Malvinas (así lo demuestran las denuncias presentadas ante la Justicia federal). Y si hablamos de democracia, Malvinas está presente (ella también posibilitó la recuperación de la Constitución y las leyes).
Malvinas nos convoca, una vez más, como política de Estado, a pensar nuestro pasado, en función de un presente de construcción de recuperar para el futuro nuestra soberanía dentro del marco convocante de la Paz, la Memoria, la Verdad, la Justicia, la Soberanía y la Democracia.
Malvinizar Malvinas es hablar de integridad territorial, de soberanía social y política, de destino nacional autónomo, de alianzas estratégicas, es hablar sobre las cosas que aún nos faltan y que estamos en proceso de recuperar esta Gran Malvinas, que es nuestra Patria Argentina.
Volveremos a Malvinas de la mano de América latina.
* Combatiente de Malvinas. Trabajador de Prensa. Coordinador Nacional Red Compromiso Social por Malvinas.
Fuente: Pagina/12
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