La historia del valiente reportaje con el que la revista deportiva "Goles Match" rompió el cerco informativo impuesto por la dictadura para dar a conocer al flamante Premio Nobel de la Paz Adolfo Perez Esquivel, liberado el mismo día de la final del Mundial ’78 entre Argentina y Holanda.
Esta es la historia de una nota, de una entrevista titulada “Gol argentino”, de la que se cumplieron treinta años exactos el 15 de octubre pasado. No se trata de cualquier texto periodístico, ni de un reportaje para leer como pasatiempo en la peluquería. Es todo lo contrario, habría que coleccionarlo. Lo publicó una revista que no existe más, que dejó de salir en 1982, que tratándose de un medio deportivo tuvo el coraje de abordar, desde su especificidad, un tema de fuerte connotación política cuando la mayoría de la prensa callaba, o peor, adulaba a la última dictadura. Esa revista se llamaba Goles Match y el entrevistado era Adolfo Pérez Esquivel, quien dos días antes había obtenido el Premio Nobel de la Paz. Por esa nota la editorial CREA que la publicaba recibió una amenaza de bomba del vicealmirante Carlos Alberto Lacoste; fue forzado a exiliarse Carlos Ares, uno de los periodistas que participó en ella, y el semanario inició un pronunciado declive, con el alejamiento de sus principales editores y redactores.
El marino que controlaba el fútbol argentino citó a Benedetto Mosca, el italiano que dirigía CREA, cuando se enteró de la entrevista al referente del Serpaj (Servicio de Paz y Justicia) y flamante Premio Nobel. Según lo que el empresario le contó a Jorge Azcárate, el director de Goles Match, Lacoste lo convocó a una reunión en la Secretaría de Acción Social. “Miren, yo en Italia entrevisté a muchos capos de la mafia, pero nunca me pasó nada igual. Me recibieron infantes de Marina armados hasta los dientes que no dejaron de apuntarme ni un segundo. Lacoste me esperaba sentado detrás del escritorio vestido de uniforme. No me dejó ni hablar”, comenzó su descripción el Tano. “Lo último que transmitió fue un mensaje que, más bien, era una orden: Quiere que los eche, y que si no lo hago, después no me queje si nos ponen una bomba.”
El régimen ya había difundido por la prensa adicta lo que pensaba del premiado: “La acción de-sarrollada por Pérez Esquivel fue efectivamente utilizada para facilitar la impunidad de miembros de distintas organizaciones terroristas, por lo que debió ser detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Pese a ello, cuando menguó la virulencia de la lucha fue puesto en libertad por una decisión autónoma del PEN”. El Nobel, según un documento elaborado por la fundación que lo otorga, se le había concedido “por sus esfuerzos en defensa de los derechos humanos desde 1974”. La explicación del contexto en que le entregaban la distinción es tributaria de la teoría de los dos demonios. Los suecos que este año distinguieron con el Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa hablaban de una Argentina sometida a “la guerra civil”, con “organizaciones terroristas” y un sistema militar que también recurrió a “métodos extremistas”.
Goles Match había conseguido romper el cerco informativo sobre Pérez Esquivel, a quien la inmensa mayoría de los medios ignoraba o cuestionaba. Ares, quien se exilió en España, fue uno de los fundadores de la escuela de periodismo TEA y ahora trabaja en el gobierno porteño como coordinador del Programa Puertas del Bicentenario, una vez contó cómo se le ocurrió la idea de entrevistar al militante de los derechos humanos: “Yo había escuchado a la mañana la noticia por radio antes de que la censuraran, luego ya nadie se enteró. Llegué a la redacción y propuse hacerle una nota”. Con él fueron sus compañeros Osvaldo Pepe, Horacio Del Prado y Roberto Fernández. El artículo salió en la edición Nº 1659.
Gente, la revista más identificada con la dictadura, publicó otra entrevista a Pérez Esquivel el 2 de noviembre del ’80. La firmaban Renée Sallas y Osvaldo Leboso. Los dos apologistas del régimen se preguntaban:
“¿Qué se quiso premiar con este Nobel de la Paz? Mejor dicho, ¿qué se quiso censurar, reprochar?”.
Aquel diálogo con los periodistas de Goles Match se produjo en la sede del Serpaj. Cuando los recibió, el Nobel se preguntó: “¿A mí me vienen a hacer una nota? ¿De una revista deportiva?”. La entrevista discurrió sobre temas que realmente les interesaban a los cuatro: política deportiva, la utilización del Mundial ’78 y otros que le permitieron distenderse al personaje, como su simpatía por Independiente y su afición a la náutica. No había resultado sencillo hacer ese extraño reportaje (ver aparte). Aun después de realizado, cuando el grupo se retiró del Servicio de Paz y Justicia, se separó en distintas direcciones. El Serpaj podía ser vigilado por los servicios de seguridad. A las dos horas, todos se encontraron en el café H&M, a cinco cuadras de la revista. El objetivo previsto se había cumplido.
Al día siguiente de publicada la nota, Azcárate se esfumó de su casa y de la revista. “Todos llamaban enloquecidos a la redacción buscándome. Algunos para felicitarnos, otros para preguntarme si estábamos locos”, le confesó en 2007 al autor de una documentada investigación sobre la revista, el licenciado en Comunicación Javier Gerardo Gómez. Goles Match volvió a llamarse Goles a secas, a fines de 1981. Su staff ya había sido diezmado. El nuevo director sería Daniel Galotto, un hombre de Lacoste que había pasado por el EAM ’78. Pero una de las entrevistas más jugadas en la historia del periodismo deportivo argentino había dejado su huella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario