El debate inevitable sobre el narcotráfico. Ex presidentes, economistas y escritores lanzaron la polémica a nivel mundial. Políticos y dirigentes argentinos toman el guante. Los argumentos, de derecha a izquierda.
Por Deborah Maniowicz y Leandro Filozof
Hay que legalizar todas las drogas.” “Las políticas represivas no van a acabar con el narcotráfico.” “Si sólo una fracción de lo que se gasta en tratar de hacer cumplir la prohibición se empleara en tratamiento y rehabilitación, la reducción en el uso de drogas sería dramática.” Las frases no pertenecen a un grupo de hippies que, porro mediante, discuten la forma de persuadir a los políticos para poder salir a fumar hierba por las calles. Lejos de cualquier estigmatización, estas ideas pertenecen a exponentes de la derecha internacional: el ex presidente mexicano Vicente Fox, el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el economista Milton Friedman, fallecido en 2006.La despenalización de drogas siempre estuvo emparentada a un reclamo progresista, por considerar que el Estado no debe intervenir en la vida privada de las personas, sino que debe ejercer un rol en la prevención, el tratamiento y el cuidado de todos aquellos que lo soliciten. Pero en el último tiempo se produjo un cambio de paradigma a nivel internacional y el tema se convirtió en una bandera de pensadores y políticos de derecha afines al pensamiento liberal. A los referentes mencionados se suman los ex presidentes de México Ernesto Zedillo; y de Colombia, César Gaviria, claramente alineados hacia la derecha. Más hacia el centro, el ex mandatario de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, y los escritores Gabriel García Márquez y el difunto Tomás Eloy Martínez. Todos defendieron de manera ferviente la necesidad de legalizar el consumo y el comercio de drogas. De esa forma, el Estado no regularía la compraventa de estupefacientes pero recaudaría el dinero a través de los impuestos como en cualquier actividad comercial. Un detalle: se estima que el mercado de drogas ilegales mueve 320 mil millones de dólares anuales en el mundo.“En América latina, el único resultado de la prohibición ha sido el cambio de las áreas de cultivo y carteles de un país al otro, sin reducir la violencia ni la corrupción que genera el narcotráfico. Las políticas represivas están firmemente basadas en prejuicios y miedos”, sintetiza Cardoso.Adriana Puiggrós, diputada por el Frente Para la Victoria, critica a los ex presidentes –reunidos en la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia– por considerar que tienen “una postura snob, superficial, porque no viene acompañada del conjunto de medidas económicas y sociales necesarias en cualquier proceso de despenalización”.El debate “despenalización o muerte”, vinculado al narcotráfico y a las muertes que se registran año a año, no distingue tintes ideológicos. Pero los matices de cada sector muestran diferencias de fondo sobre cómo se encara el problema: como un tema macroeconómico o de libertades individuales.Sebastián Basalo, director de la revista THC, explica: “La legalización de las drogas, es decir, la liberación más o menos restrictiva del mercado de compra y venta de las mismas, es un debate internacional de larga data. Curiosamente, la derecha fue quien más supo capitalizarlo, al incluir dentro de su boga por el libre mercado en general la regulación del mercado de las drogas para terminar con el narcotráfico. Tristemente, el debate en torno a la despenalización en la Argentina no fue nunca una bandera de la izquierda, dados sus pruritos morales con temáticas de cierta complejidad social. Pero tampoco la derecha argentina, carente de toda formación dogmática, supo canalizar ciertas vertientes de la derecha internacional sustentadas en una visión netamente macroeconómica de un problema de raíces sociales”.Para la diputada por Libres del Sur Victoria Donda, autora de un proyecto de ley de despenalización, dividir por ideologías la batalla contra el narcotráfico es absurdo: “Planteamos la despenalización del consumo, no desde una posición identitaria sino como una política de Estado, que persiga el narcotráfico y no penalice a los consumidores”.La ley de drogas que rige actualmente, la 23.737, penaliza la producción, tenencia y consumo de estupefacientes. Así, la policía puede detener a cualquier persona por el simple hecho de tener drogas encima para consumo personal o cultivar plantas en su casa. La condena por tenencia para comercialización va de 4 a 15 años y la de tenencia para uso personal, de 6 meses a 2 años.Para Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, “la despenalización de la marihuana es una ley para la vida. No es incentivar al consumo sino dejar que cada uno se adueñe de su vida privada sin afectar a un tercero. Hay que hacer políticas para cuidar a los jóvenes e ir a los peces gordos, a los que comercializan y se enriquecen a costa de la juventud”.Cada año hay en la Argentina cerca de 12 mil detenidos por tenencia de drogas, de los cuales más de 10 mil son catalogados como “usuarios”. Los otros dos mil, como en general no se puede probar que se dedican a la venta ilegal, terminan presos por tenencia “simple”. En 2006, por ejemplo, sólo hubo un caso en el que se pudo demostrar que el detenido portaba droga para venderla.“Hay que descriminalizar la tenencia. Está claro que mandar a una persona a prisión por consumo de drogas es un despropósito: no le hace bien a la salud de la persona ni le ayuda a controlar su vida –puntualiza Alberto Calabrese, miembro del Comité Científico Asesor en Materia de Drogas, Narcotráfico y Criminalidad Compleja–. Ningún tratamiento obligatorio resulta exitoso porque el paciente no tiene la voluntad de atenderse y mejorar.”William Vargas, detenido en Mendoza por tener siete plantas y 20 gramos de marihuana, fue torturado por la policía, según registró un video. En 1989, el economista Milton Friedman, defensor del libre mercado, le escribió una carta abierta al zar antidrogas de George Bush padre, William Bennet. “La ilegalidad da lugar a obscenas utilidades que financian tácticas homicidas de los jefes de la droga; conduce a la corrupción de funcionarios encargados de aplicar la ley; monopoliza los esfuerzos de los funcionarios honestos de manera que no cuentan con recursos para combatir crímenes más simples como el robo, el hurto y los asaltos”, afirmó.En la Argentina, el primer dictamen afín a la despenalización se dio en el invierno de 2009, cuando la Corte Suprema de Justicia dictó el fallo conocido como “Arriola”, donde se declara la “inconstitucionalidad de la pena de la tenencia para el consumo en privado”, argumentando que “se debe proteger la privacidad de las personas adultas para decidir cuál es su conducta y, en el caso, si desean tener o consumir drogas”. A partir del fallo, varios legisladores se animaron a esbozar propuestas en el mismo sentido.Existen cinco proyectos de ley que buscan modificar la ley de drogas: los de Donda, Diana Conti (FPV), Fabián Peralta (GEN), Miguel Ángel Barrios (socialismo) y Ricardo Alfonsín (UCR). Es decir, la derecha no muestra intenciones de modificar la ley.Mientras los proyectos hablan de “despenalizar”, la derecha internacional da un paso más y habla de “legalizar”. El escritor Mario Vargas Llosa considera que “la legalización es la única forma de acabar con la criminalidad asociada al narcotráfico. El día de mañana, lo que ocurre en México lo va a vivir toda Centroamérica, el mundo andino y mi propio país si no se encuentra una fórmula más eficaz para combatir a los carteles narcotraficantes”. Otro Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, afirma que “no es posible imaginar el fin de la violencia en Colombia sin la eliminación del narcotráfico, y no es imaginable el fin del narcotráfico sin la legalización de la droga, más próspera cada instante cuanto más prohibida”.Tomás Eloy Martínez dedicó sus últimos años a hablar del fracaso de la política de drogas: “Cuando se rompan esos pactos siniestros de silencio y dinero, y los expendios de droga salgan a la luz del día, como el alcohol después de la Ley Seca, quizás hasta los propios traficantes descubran las ventajas de trabajar dentro de la ley”, dijo.A diferencia de sus pares, el mexicano Carlos Fuentes sólo apoya la despenalización: “En Estados Unidos, cuando se terminó con la prohibición del alcohol, se acabaron los Al Capone: dejó de ser un negocio lucrativo. Creo que si se despenaliza la droga, también se acabará con los grandes capos. Hay que pensar la manera de superar el flagelo del narcotráfico”.“Después de la despenalización, que es un punto mucho más básico, la legalización, con un fuerte control del Estado, es el segundo paso para poder acabar con el narcotráfico y sus consecuencias sobre la sociedad”, explica Basalo.La cuestión económica no es un tema menor y cualquier ley que se sancione modificará la distribución de la torta color verde marihuana. El diputado por Proyecto Sur Claudio Lozano considera que “el Estado está interviniendo para evitar que exista venta ilegal y que el narcotráfico sea un mecanismo de acumulación de ganancias. Desde el partido planteamos que hay que despenalizar el consumo y la oferta pública de drogas y brindar un sistema hospitalario a todo aquel que lo requiera”.El colombiano Gaviria coincide con la importancia de acompañar la decisión con un programa sanitario: “Los consumidores de droga no son criminales sino adictos; ese es un tema de salud, no del sistema penitenciario ni de la Justicia”, sentenció.El titular de la UCR Capital, Carlos Mas Vélez, se juega: “Despenalizar todas las drogas ilegales, condenar al narcotráfico y no transformarlo en un negocio legalizado”.El psiquiatra Eduardo Kalina, especializado en adicciones, critica los dos paradigmas: “Parafraseando a un célebre político francés, la droga: es un tema demasiado importante para que lo traten políticos y literatos. Ni la despenalización ni la legalización solucionan el problema. El alcohol y el tabaco están legalizados y son un cáncer en la sociedad. Agregar un factor tan nocivo como las drogas es un absurdo”.Las favelas de Río de Janeiro, la violencia en casos como el Triple Crimen de General Rodríguez o el asesinato en Unicenter, en la Argentina, y los 35 mil muertos en México en los últimos cinco años a causa del narcotráfico son una prueba de que así no se puede seguir, que la política de drogas ha resultado un verdadero fracaso, tal como afirma la fiscal Mónica Cuñarro, directora de la comisión que elaboró un plan de acción multidisciplinario sobre el tema. El titular del Inadi, Claudio Morgado, explica que desde el organismo se hicieron “varias observaciones sobre la inconstitucionalidad de la actual ley de drogas. Recomendamos una nueva ley donde estén contemplados los actos privados de las personas y una política de prevención de adicciones y reducción de daños. Después, podría venir la legalización. Hay que pensar en grande. Existe una decisión política para modificar la ley. Esperemos que el año electoral no empañe las expectativas”.Al margen de las posturas de derecha e izquierda que, como se ve, en algún aspecto coinciden, el debate está instalado. Cómo superar el problema de las drogas es un tema que toca varios intereses y nos hace preguntarnos por el modelo de país que queremos.
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