Su gobierno en Colombia habría usado extras en lugar de guerrilleros y paramilitares desmovilizados.
Por Augusto Rojas
La entrega masiva de miembros de escuadrones paramilitares o de rebeldes de las FARC que el gobierno de Alvaro Uribe presentó con bombos y platillos como un éxito de su política de negociación resultó ser una farsa que benefició a narcotraficantes y sicarios que financiaron dichos “desarmes” teatrales: tanto fue así, que se hicieron con actores pagados y armas de utilería , a cambio de beneficios procesales, denunciaron ex jefes de escuadrones paramilitares y testigos. El caso lo investiga formalmente la Fiscalía colombiana.
Freddy Rendón es un confeso paramilitar colombiano que por años comandó el temible Bloque Elmer Cárdenas de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que sembró el terror en la región bananera del noroeste del país. Desde una cárcel de máxima seguridad de Bogotá, Rendón hizo una revelación –tanto ante los tribunales como a la prensa– que hizo que uno a uno de los hechos que Uribe pregonó como grandes logros de su gobierno cayeran como ficha de dominó.
“La desmovilización de 855 hombres del bloque Cacique Nutibara fue ficticia, se recogieron uniformes y armas viejas para ese espectáculo que se montó por parte de las bandas delincuenciales de Medellín, lideradas por el narcotraficante Diego Murillo, alias Don Berna que buscó a gente en los barrios populares ofreciéndoles plata y la eliminación de sus antecedentes judiciales a cambio de hacerse pasar como paramilitares. Con ello, Don Berna, se presentaba como jefe de este grupo y pudo legalizar su situación”, dijo.
Según la declaración, con el fin de hacerse a un subsidio económico que el gobierno de Uribe prometió entregar a los excombatientes, varios desempleados, campesinos y estudiantes de los últimos grados que decidieron abandonar sus estudios, se hicieron pasar por miembros de las autodefensas .
“Los comandantes y patrulleros desmovilizados llevaron al primo, al vecino, a la gente que les vendía el arroz y así muchísima gente se coló en la desmovilización. No hubo un filtro ni por parte de la oficina del comisionado ni por la Fiscalía General”, agregó.
Además del paramilitar, otros testigos dijeron a la justicia del país andino que algo similar ocurrió en marzo de 2006 cuando el gobierno de Uribe presentó la supuesta desmovilización de un bloque rebelde de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en Alvarado, un municipio del centro del país.
“No eran guerrilleros. El comisionado de Paz (Luis Carlos Restrepo) sabía que todo era una farsa. El dio permiso para recoger gente, personas sin recursos económicos que vivían mal: indigentes, desempleados, y se les dio 500.000 pesos (250 dólares) a cada uno”, señaló un testigo a la Fiscalía tras revelar que al menos 11 fusiles entregados en esa oportunidad por los supuestos rebeldes en su “desarme, eran falsos”. Denuncias conocidas por la fiscalía indican que de los 66 desmovilizados en esa oportunidad solamente 14 eran guerrilleros y los demás eran jóvenes desempleados reclutados especialmente para fingir ser miembros de las FARC.
Alvaro Uribe gobernó a Colombia entre 2002 y 2010. Y presentó la política de desmovilización como su gran legado para el país y asegura que gracias a su gestión unos 32.000 miembros de esos grupos se reinsertaron a la vida civil.
Sin embargo, los propios jefes paramilitares han reconocido que sus filas nunca superaron los 16.000 hombres .
Freddy Rendón es un confeso paramilitar colombiano que por años comandó el temible Bloque Elmer Cárdenas de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que sembró el terror en la región bananera del noroeste del país. Desde una cárcel de máxima seguridad de Bogotá, Rendón hizo una revelación –tanto ante los tribunales como a la prensa– que hizo que uno a uno de los hechos que Uribe pregonó como grandes logros de su gobierno cayeran como ficha de dominó.
“La desmovilización de 855 hombres del bloque Cacique Nutibara fue ficticia, se recogieron uniformes y armas viejas para ese espectáculo que se montó por parte de las bandas delincuenciales de Medellín, lideradas por el narcotraficante Diego Murillo, alias Don Berna que buscó a gente en los barrios populares ofreciéndoles plata y la eliminación de sus antecedentes judiciales a cambio de hacerse pasar como paramilitares. Con ello, Don Berna, se presentaba como jefe de este grupo y pudo legalizar su situación”, dijo.
Según la declaración, con el fin de hacerse a un subsidio económico que el gobierno de Uribe prometió entregar a los excombatientes, varios desempleados, campesinos y estudiantes de los últimos grados que decidieron abandonar sus estudios, se hicieron pasar por miembros de las autodefensas .
“Los comandantes y patrulleros desmovilizados llevaron al primo, al vecino, a la gente que les vendía el arroz y así muchísima gente se coló en la desmovilización. No hubo un filtro ni por parte de la oficina del comisionado ni por la Fiscalía General”, agregó.
Además del paramilitar, otros testigos dijeron a la justicia del país andino que algo similar ocurrió en marzo de 2006 cuando el gobierno de Uribe presentó la supuesta desmovilización de un bloque rebelde de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en Alvarado, un municipio del centro del país.
“No eran guerrilleros. El comisionado de Paz (Luis Carlos Restrepo) sabía que todo era una farsa. El dio permiso para recoger gente, personas sin recursos económicos que vivían mal: indigentes, desempleados, y se les dio 500.000 pesos (250 dólares) a cada uno”, señaló un testigo a la Fiscalía tras revelar que al menos 11 fusiles entregados en esa oportunidad por los supuestos rebeldes en su “desarme, eran falsos”. Denuncias conocidas por la fiscalía indican que de los 66 desmovilizados en esa oportunidad solamente 14 eran guerrilleros y los demás eran jóvenes desempleados reclutados especialmente para fingir ser miembros de las FARC.
Alvaro Uribe gobernó a Colombia entre 2002 y 2010. Y presentó la política de desmovilización como su gran legado para el país y asegura que gracias a su gestión unos 32.000 miembros de esos grupos se reinsertaron a la vida civil.
Sin embargo, los propios jefes paramilitares han reconocido que sus filas nunca superaron los 16.000 hombres .
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