Rinden culto a la iconografía del General, con retratos, menús y un puñado de anécdotas.
Por Silvia Gómez
Pocillo en mano, traje blanco, sonrisa indeleble y el característico anillo de ónix. Una estatua a escala real de Juan Domingo Perón es la máxima atracción de Un café con Perón , el bar literario ubicado en una casa histórica: donde vivían los mayordomos del Palacio Unzué. La casa es casi la única que se mantuvo en pie como parte del complejo de la residencia presidencial , que fue demolida en 1955. El bar, en Recoleta, rescata la memoria del ex presidente y para los visitantes es difícil resistirse al juego de posar junto al General y simular una charla con él.
La figura del político más trascendente de la historia moderna argentina, que con su apellido dio nombre a un movimiento y fue elegido presidente tres veces, es por estos días ensalzada por la gastronomía porteña. Casi lo único que le faltaba a la Ciudad y al General.
En Buenos Aires tres bares-restaurantes tienen su figura, y la de Evita, como ícono.
Perón Perón , en Palermo, Un café con Perón , en Recoleta, y El General , en Monserrat. Y la ciudad de La Plata también tiene el suyo, se llama Juan Domingo .
Con algunas diferencias entre sí, en todos se puede ver una suerte de recorrido fotográfico por la vida pública y privada del ex presidente. Algunas fotos son un clásico y casi están en la memoria colectiva : como la de Perón vestido con uniforme militar sobre su caballo pinto, las de la muchedumbre en Plaza de Mayo escuchando los discursos en el día del trabajador, la de Evita ya enferma hundiendo su rostro en el pecho de su marido o las fotos de las interminables filas de personas que asistieron a los funerales de ambos.
Pero hay fotos menos vistas, mas sorprendentes. Como las de una Evita casi adolescente y que se pueden encontrar en las paredes de Perón Perón , en Carranza 2225. En el lugar también hay un altar en su honor: flores de plástico, ofrendas, velas y estampitas logran una imagen kitsch. El dueño del restaurante, Daniel Narezo, cuenta que el sitio es un viejo sueño hecho realidad: “Mi abuela me hizo peronista a los 6 años. El restaurante es un gusto personal, un homenaje al General”, dice, orgulloso. A la hora de ordenar, hay que tener en cuenta que aquí la clásica milanesa con papas fritas se llama “Dos potencias se saludan” –la frase que utilizó el “Mono” Gatica cuando se encontró con Perón–, los tragos preferidos por las mujeres se agrupan bajo el título “Ley 13.010” –la ley con la que en 1947 se consagró el voto femenino– y la parrilla se anuncia en “Especialidades al parquet”.
El General , en avenida Belgrano 350, fue pionero en la avanzada de homenajear a Perón. Abrió en 2005 pero sufrió una interna feroz: duhaldistas por un lado y kirchneristas por el otro , los dueños se enfrentaron y el restaurante casi naufraga. Fue recuperado por sus trabajadores y hoy funciona como una cooperativa. “Se dio como un anhelo del General. Pensamos que Perón hubiera aprobado nuestra lucha”, dicen Víctor Abalos Torres y Raúl Leyria, antes mozos y ahora respectivos tesorero y secretario de la cooperativa limitada de trabajo.
Hasta el lugar llegan viejos militantes peronistas, funcionarios actuales, y también curiosos. La visita más conmovedora que recibieron fue la de un hombre de más de 90 años que se reconoció en una de las fotos, en donde se ve al Juan Perón oficiando de árbitro en una contienda de esgrima: “Lloraba como un nene, sobre el hombro de su nieta” , cuentan.
Un café con Perón es el desprendimiento del Instituto que estudia la vida y obra del General, el Instituto Nacional Juan Domingo Perón. En Austria 2602, además de la estatua –que en rigor es la única del ex presidente en la Ciudad de Buenos Aires–, hay una vitrina en la que se pueden ver las pelotas de tiento que regalaba el gobierno para los Reyes Magos, libros antiguos con la doctrina peronista, discos de pasta con discursos, más de 300 CD con documentales y una carta firmada de puño y letra por Perón y dirigida al padre del ex diputado Lorenzo Pepe, quien hoy es alma mater del instituto y del café. Y de aquí uno puede llevarse algún recuerdo: imanes de Evita a $ 6 y tazas a $ 30.
La figura del político más trascendente de la historia moderna argentina, que con su apellido dio nombre a un movimiento y fue elegido presidente tres veces, es por estos días ensalzada por la gastronomía porteña. Casi lo único que le faltaba a la Ciudad y al General.
En Buenos Aires tres bares-restaurantes tienen su figura, y la de Evita, como ícono.
Perón Perón , en Palermo, Un café con Perón , en Recoleta, y El General , en Monserrat. Y la ciudad de La Plata también tiene el suyo, se llama Juan Domingo .
Con algunas diferencias entre sí, en todos se puede ver una suerte de recorrido fotográfico por la vida pública y privada del ex presidente. Algunas fotos son un clásico y casi están en la memoria colectiva : como la de Perón vestido con uniforme militar sobre su caballo pinto, las de la muchedumbre en Plaza de Mayo escuchando los discursos en el día del trabajador, la de Evita ya enferma hundiendo su rostro en el pecho de su marido o las fotos de las interminables filas de personas que asistieron a los funerales de ambos.
Pero hay fotos menos vistas, mas sorprendentes. Como las de una Evita casi adolescente y que se pueden encontrar en las paredes de Perón Perón , en Carranza 2225. En el lugar también hay un altar en su honor: flores de plástico, ofrendas, velas y estampitas logran una imagen kitsch. El dueño del restaurante, Daniel Narezo, cuenta que el sitio es un viejo sueño hecho realidad: “Mi abuela me hizo peronista a los 6 años. El restaurante es un gusto personal, un homenaje al General”, dice, orgulloso. A la hora de ordenar, hay que tener en cuenta que aquí la clásica milanesa con papas fritas se llama “Dos potencias se saludan” –la frase que utilizó el “Mono” Gatica cuando se encontró con Perón–, los tragos preferidos por las mujeres se agrupan bajo el título “Ley 13.010” –la ley con la que en 1947 se consagró el voto femenino– y la parrilla se anuncia en “Especialidades al parquet”.
El General , en avenida Belgrano 350, fue pionero en la avanzada de homenajear a Perón. Abrió en 2005 pero sufrió una interna feroz: duhaldistas por un lado y kirchneristas por el otro , los dueños se enfrentaron y el restaurante casi naufraga. Fue recuperado por sus trabajadores y hoy funciona como una cooperativa. “Se dio como un anhelo del General. Pensamos que Perón hubiera aprobado nuestra lucha”, dicen Víctor Abalos Torres y Raúl Leyria, antes mozos y ahora respectivos tesorero y secretario de la cooperativa limitada de trabajo.
Hasta el lugar llegan viejos militantes peronistas, funcionarios actuales, y también curiosos. La visita más conmovedora que recibieron fue la de un hombre de más de 90 años que se reconoció en una de las fotos, en donde se ve al Juan Perón oficiando de árbitro en una contienda de esgrima: “Lloraba como un nene, sobre el hombro de su nieta” , cuentan.
Un café con Perón es el desprendimiento del Instituto que estudia la vida y obra del General, el Instituto Nacional Juan Domingo Perón. En Austria 2602, además de la estatua –que en rigor es la única del ex presidente en la Ciudad de Buenos Aires–, hay una vitrina en la que se pueden ver las pelotas de tiento que regalaba el gobierno para los Reyes Magos, libros antiguos con la doctrina peronista, discos de pasta con discursos, más de 300 CD con documentales y una carta firmada de puño y letra por Perón y dirigida al padre del ex diputado Lorenzo Pepe, quien hoy es alma mater del instituto y del café. Y de aquí uno puede llevarse algún recuerdo: imanes de Evita a $ 6 y tazas a $ 30.
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