miércoles, 30 de marzo de 2011

"SOMOS LOS REYES DEL ABSURDO"


Eusebio Poncela y Humberto Tortonese, hermanados. Viejos conocidos, protagonizan por primera vez una obra juntos. Malicia, ironía y grotesco en los cuerpos del actor español y el cómico argentino.

Por Florencia Canale


Casi imposible no explotar en carcajadas. La conversación con Eusebio Poncela y Humberto Tortonese roza de vez en cuando el discurso serio. Escuchar a los protagonistas de la obra teatral Las estrellas nunca mueren es una tarea que requiere la junta de sentidos bien despabilada. Pasan de un tema al otro en menos de un segundo, pero siempre vuelven al mismo puerto: la reescritura de la imponente gema protagonizada por Bette Davis y Joan Crawford de mediados del siglo pasado, que los tiene de intérpretes absolutos.–¿Cómo dio comienzo esta pareja?Humberto Tortonese: –Es una pareja que lleva años pero nunca trabajamos juntos. Nos conocemos hace mucho tiempo, y cuando Eusebio venía a la Argentina, nos veíamos. Hemos festejado un cumpleaños suyo en casa. Y el año pasado decidimos trabajar juntos, y ver qué pasaba. –¿Por algo en especial?Tortonese: –(Mira a Poncela y pregunta) ¿A vos qué te parece? ¿Fue por algo en especial?Eusebio Poncela: –Por supuesto, para salvarte la vida (risas), es que quería terminar de matarte. No, la verdad es que quiero que vivas mucho y muy feliz. Estaba con tanto cambio el muchacho, con casa nueva, con tururú y tarará, que dije, es un momento de darle...Tortonese: –Un sacudón (risas). La verdad es que fue un proyecto que se armó en España.–Hubo un problema con la versión original, ¿Qué pasó con Baby Jane?Tortonese: –No nos dieron los derechos. Nos dijeron que sí al principio y después no nos los dieron. Al final se hicieron los cambios para hacer Las estrellas nunca mueren. Salió el título y seguimos. –¿En una noche productiva?Tortonese: –En una noche productiva, de traguitos, salieron cosas interesantes. Empezábamos a las 7, 8 de la tarde, y ya a esa hora, era la hora del traguito. A las dos de la mañana yo ya estaba bailando.–¿Alguien tomaba nota?Tortonese: –(Risas) No.Poncela: –Las notas las hicimos cuando hablamos con los tíos que tenían los derechos.–¿Quiénes son, unos americanos?Poncela: –Sí. Si hubieran sido polacos, teníamos la obra. Tuvimos que empezar a escribir notas, un poquito punkies, y había algunas cosas que no podíamos decir, que era todo.Tortonese: –Todo lo que ya estaba escrito. Poncela: –Pero no perdamos ni cinco minutos en hablar de esos señores.–¿Es difícil sacarse de encima a Bette Davis y Joan Crawford?Poncela: –Hay fanáticos, pero esta obra sólo tiene el esqueleto. No hay que inventar nada, aunque podría, ¿pero para qué?Tortonese: –Viste que en cualquier momento te viene la ola (risas).Poncela: –Nosotros somos los reyes del absurdo.Tortonese: –Esta obra nos sirve para estar más vivos, y se fue dando esa misma libertad. Ahora sí me puedo perder, y si me pierdo, mejor; o si me pasa algo, mejor.Poncela: – El teatro y el cine es lo mismo, sólo hay que buscar el momento, no la inspiración divina porque eso no existe. Sólo algo, algo de verdad. Y pasa, ¿verdad?Tortonese: –Pasa. Y ahora está pasando más que nunca. Siempre pasa en una obra, después de que estrenás, empezás a disfrutar más. Y acá como se fueron adaptando cosas, fuimos achicando, más ritmo. Y yo me olvido que estoy actuando.Poncela: –Nos empujaron a estrenar antes. Tortonese: –Sí, muy rápido. Estaban ansiosos y a nosotros nos venía mejor estrenar en marzo, tranquilos. Pero igual, a veces el apuro te sirve para empezar.Poncela: –Sí, porque al final haces algo y no te estás cortando los pelos de los huevos. Pero de alguna manera, como Humberto y yo somos dos chavales muy enfocados, era un poquito cuadriculado. Somos muy orgullosos del oficio y tal, pero estábamos un poco pendientes, un poco teledirigidos. Ahora ya no, ahora es el sálvese quién pueda. Estoy muy contento, y ahora es cuando verdaderamente se lo disfruta.Tortonese: –Y a los quince minutos tengo que hacer otra función. Parece que no voy a poder y en cuanto empiezo, ahí estoy, repitiendo todo y riéndome, y yendo para un lado y para el otro.Poncela: –Yo no estaba acostumbrado a hacer dos funciones.–¿Y se arrepintió cuando se lo dijeron?Poncela: –Hablaba con los empresarios para cambiar, pero ¿qué pelotudo, no? Ahora llegan los sábados y estoy con esa combinación completamente empapada, y luego me ponen la otra, y me dicen: ¿quién nos da la entrada?, me pongo el pelucón y ya estoy entrando (risas). Y pensar que hacía Macbeth y Romeo y Julieta.–¿Hacía de Romeo?Poncela: –De Julieta todavía no. Y el Macbeth, que es un personaje que me encanta...–Humberto, usted podría hacer de Lady Macbeth.Tortonese: –(Risas).Poncela: –Son obras muy fuertes. Duraban cuatro horas y el actor principal podía morir de un paro cardíaco. Entonces siempre me digo: acuérdate de Macbeth.Tortonese: –Yo no sé si tomarme un whisky, y al ratito me dicen “en 5 minutos a escena”.–¿El proceso del ensayo cómo fue?Tortonese: –Fue bueno. Yo venía de El beso de la mujer araña, y la verdad que no lo había disfrutado. Y cuando me convocaron, pensé: “Ay no, otra vez ponerme a estudiar”. Y no, fue otro proceso. Tiene que ver con la libertad para trabajar.–¿Poncela es fácil para trabajar?Tortonese: –Conmigo sí.Poncela: –Puedo ser un ángel o un hijo de puta, depende. Creo que depende de uno, si me pongo en plan paciente. Pero no hay que perder el tiempo.Tortonese: –Hubo mucha tranquilidad para hacer esto. Yo llegué a un fin de año agotadísimo y me tomé diez días. Cuando vine, todavía había que volver a cambiar las cosas y se seguía trabajando sobre el libro. ¡Y yo que ya había estudiado algo!, se había cambiado (risas). Pero el personaje lo vas disfrutando cuando ya está. Eusebio me marcó muchas cosas que veía, que fueron muy importantes, para disfrutar de las pequeñas escenas. Poncela: –Humberto es uno los mejores actores de la Tierra entera. No es el talento, son las capacidades que tiene. Esto es una especie de collage, donde está el melodrama, el drama, el grotesco. Y va muy al filo, a mí me interesaba mucho encontrar esto en un compañero. Yo sé muy bien lo que digo. Él ha superado a sus maestros, a Gasalla, a Urdapilleta. Para mí, va un paso adelante, además es más joven. Él dice muy bien la poética, la dice como nadie. Da gusto verle trabajar, con la sinceridad y la entrega absoluta. Complicaciones, las mínimas, entonces para mí, eso es fantástico. Cuando me complican la vida, ahí soy muy jodido. Su papel es el eje de la obra. Entonces tiene que pasar por situaciones en tres segundos. Llega al teatro como si fuera su abuela; de la tele, la radio, el amor, la vida, y cuando sale, va como su nieto.–¿Cómo ve el país en este viaje?Poncela: –Claro que noto diferencias, si no el país estaría muerto. Tampoco he tenido mucho tiempo. Una de las pocas cosas que no cambiaron es que las personas siguen teniendo ocho trabajos para subsistir. Me llama mucho la atención, supongo que me adaptaría. Cuando llego aquí, hay un clásico que los amigos saben, que es que al mes ya me quiero ir. Y luego, cuando pasa esa tiempo, me instalo y ya.Tortonese: –Yo tenía miedo de que un día no llegara al teatro porque se hubiera ido (risas)


Agradecimiento: Bar Isabel

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