Entrevista. El ex líder de Los Piojos tiene nueva banda, Los Persas. Aquí habla del final de su ex grupo, de por qué incluye a su familia en su nueva etapa, y contra el consumismo.
Por Eduardo Slusarczuk
Cuando Andrés Ciro Martínez suba, esta noche, al escenario del Luna Park, casi un año y medio habrá pasado del último concierto que lo tuvo como protagonista en Buenos Aires. Y que marcaba el fin, “por tiempo indeterminado”, de Los Piojos, banda que lideró durante dos décadas.
Tiempo que invirtió en armar una nueva banda, escribir las canciones de Espejos -CD que presenta hoy, mañana y el sábado-, estrechar lazos familiares y, de paso, despiojarse un poco. ¿Tarea simple? No tanto.
¿Cómo viviste los días posteriores al último River con Los Piojos? Los viví con una gran incertidumbre. Tenía la necesidad de armar una banda y salir a tocar. Quería enterrar una historia e iniciar una nueva de inmediato. Se me ocurría que podía intentar hacer un disco intimista, salir a tocar en bares. Conocer esa otra cara de esta profesión.
¿Y qué pasó? Pasó lo que me pasa siempre a mí. Vino Juan (Gigena Abalos), me dijo que tenía unos pibes con los que podíamos salir a zapar, sin compromisos, me entré a cebar, y la cosa se puso en marcha.
Con la presión de una banda esperando material para trabajar, Ciro arrancó con lo que había. “Tenía varios temas que habían quedado fuera de los discos de Los Piojos, bocetos, como el Blues del gato sarnoso , Noche de hoy o Antes y después , que era un valsesito”, explica.
Sin embargo la letra parece escrita en un momento de transición. Fue cuestión de suerte, porque el tema tiene 10 años, excepto el estribillo, que dice “qué placer verte otra vez”, que muchos interpretan como una referencia a Los Piojos. Pero de lo que habla es de un amor a través de las reencarnaciones.
¿Tuviste en cuenta el sonido de Los Piojos, en pos de diferenciarte? No. Casi un 90 por ciento de las melodías, armonías, letras y arreglos de Los Piojos eran mías, así que era inevitable. La diferencia está en que, entonces, había temas que no me gustaban pero cantaba igual. Hoy, en cambio, tengo la libertad de negarme a hacer lo que no me gusta.
¿Eso supone un manejo verticalista de la banda? Hay una dirección, pero con libertad para presentar propuestas. A punto de que, a veces, cuando no sé para dónde ir, alguien tira una pista y vamos por ese lado.
Y hacer otras que en otros tiempos hubieran sido imposibles, como subir a tu hija a tocar con vos.Es que en este espacio me puedo dar esas libertades, porque las cosas me las tengo que proponer a mí mismo. Y si me equivoco, me equivoco y listo. Pero trato de que todos la pasen bien, sin necesidad de rendirle cuentas a nadie. Y es una enorme felicidad ver a mi hija tocando una guitarra eléctrica al lado mío.
¿Cuántos tiene que ver tus hijas, tu familia, en este cambio de ruta? Mucho. Los hijos te atan a la vida, te definen el camino. Si tenés un sentido de la responsabilidad, podés seguir jodiendo, y seguís, pero sabés que tenés que darle de comer a alguien, darle una educación, pagarle una salud. Sabés que tenés que tratar de cometer con ellos menos errores que los que cometieron con vos. Ese es el desafío.
Algo así como volver a pasar por el mismo sitio, pero distinto. Una idea que el cantante describe en Espejos : “Ese juego de pararme entre dos espejos y ver cómo la imagen se proyecta hacia el infinito me hizo pensar en cómo la vida te proyecta algo, y después el destino va torciendo ese camino, que nunca termina siendo como lo habías imaginado. Y si hay curvatura, es que en algún momento volvés al inicio. Lo que puede interpretarse como la muerte, o como un nuevo punto de partida. Eso aparece en el Blues del gato sarnoso , que plantea una vuelta al principio”, reflexiona.
También dice que “los buenos tiempos vuelven a brillar”.Es que los hubo más oscuros. Con menos alegrías que las que hubo en aquel comienzo. O ahora.Entre aquellas alegrías estaba la de conectar muy bien con los Piojosos.
¿Te preocupaba saber cuál iba a ser tu poder de convocatoria solista? No. No era eso lo que me preocupaba. Lo que sí me preocupa es que se pudiera interpretar mal mi decisión. Que se pensara que no me importaba la música. Que era más una cuestión de veleidades. Por eso, en el disco aparecen agradecimientos para quienes definieron lo que fui hasta hoy, y lo que soy. Entre ellos, los ‘queridos Piojosos’. Es una manera de plantear el cierre de una etapa y la apertura de una nueva.
Sin embargo, “Aguanten los trapos”, en el CD, rescata el viejo ritual.Es un guiño accidental. Porque era parte de Vas a bailar . Y habla de respetar el deseo, la singularidad, la dignidad, en una época en la que nada parece tener interés en nada. Un concepto que tomé de una filósofa llamada Josefina Semillán.
¿No es contradictorio hablar de singularidad en un espacio en el que todos se vuelven parte de la masa? Puede ser. Pero por eso me pareció interesante lo que decía esta mujer. Porque planteaba la necesidad de correrse de la máquina de consumo, en tiempos en que todo es consumo y velocidad. A lo sumo, te sugieren: ‘Vaya más despacio: tome té tal o cual’. Todo está orientado hacia el consumo. La línea que te bajan es Consumí o moriste . Nadie te dice ‘Flaco, tenés tus hijos, tenés salud, tenés la posibilidad de parar un poco’. Y en eso mucho tienen que ver los medios y el poder, que promueven que todo se mantenga en compartimientos estancos. Llama la atención cómo un grupo se estructura detrás de una banda de rock, de un equipo de fútbol. Llegan a matar por eso.
Todo se plantea en términos de blanco o negro, de amigo o enemigo.Sí. Cuando en realidad el mundo está dividido entre poderosos y no poderosos. Y, en el medio, nosotros, pensando en cómo carajo cambiamos esto ...
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