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Los creadores de Barcelona, la revista más irreverente del país, reponen ¡Mueva la patria!, la ópera cumbia argentina y aseguran que dicen “la Verdad, con mayúsculas” y publican “la mentira con minúsculas”.
Una alfombra azul gastada, una mesa larga con varias computadoras, un estante con azúcar, café yerba, y diarios por todos lados: en el piso, apilados en una silla, cerca de los teclados, y tapas y afiches pegados en la pared. Pareciera que estos elementos les alcanzan a los ocho periodistas que todos los días trabajan en la revista Barcelona para hacer esta sátira periodística que desde 2002 está en la calle. Arrancó con una tirada de 5000 ejemplares y ya llega a los 30 mil. “Capaz que este mes juntamos un poco más de plata para retapizar las sillas”, dice Eduardo Blanco, mientras muestra la gomaespuma que se sale de su asiento. El proyecto arrancó con la posibilidad de dos números –justo la cantidad de dinero que habían logrado juntar– y el crecimiento fue enorme: Barcelona lleva ocho años de salida constante cada 15 días, en 2006 hicieron un programa de televisión, escribieron cinco libros y ahora tienen su propio programa de radio y una obra de teatro musical.
Hasta fines de octubre en el teatro ND Ateneo se vuelve a presentar ¡Mueva la patria!, la ópera cumbia argentina, una reciente creación de Pablo Marchetti, Fernando Sánchez, Javier Aguirre y Eduardo Blanco (cuatro integrantes del equipo Barcelona). Se trata de un espectáculo musical que repasa los grandes acontecimientos de la historia argentina, según la mirada de estos periodistas creativos.
–Tienen su propia revista, escribieron libros, hacen radio, ahora teatro. ¿Qué les queda por hacer?
Fernando Sánchez: –Todo lo que sea necesario para convertir a Barcelona en un oligopolio tan o más grande que Clarín.
Eduardo Blanco: –Además de esas cosas, yo planté un árbol, tengo una hija y fui el amigo invisible de una minita que me gustaba. Ahora quiero ser un ciudadano responsable que denuncia cuando ve algo raro, pero todavía no vi nada que merezca la atención de nuestras autoridades.
Javier Aguirre: –Yo quiero hacer la del General San Martín: cruzar los Andes para pasar a Chile y subir a Perú. Y después, un envejecer austero en Boulogne Sur Mer.
–Freud dijo: “En una broma se puede decir hasta la verdad.” ¿Ese es el objetivo de la revista?
EB: –El objetivo de la revista es desmentir a Freud, pero llegamos tarde porque hoy cualquier boludo lo pone en tela de juicio. Igual, siempre nuestro norte es decir la Verdad con mayúsculas y publicar la mentira con minúscula.
FS: –No, el objetivo de la revista es hacer la revista que tenemos ganas de hacer, con la gente con la que queremos hacerla, y de la manera en que la hacemos. Todos trabajamos durante años en medios “convencionales”, “serios” o “formales”, siempre garcas sean progres o de derecha, y sabemos del valor que tiene un emprendimiento como Barcelona. Más allá de la repercusión que tenga la revista, creemos que una de sus principales virtudes es esa: que es un proyecto que lleva ocho años sostenido profesionalmente por fuera de los grandes medios.
Pablo Marchetti: –No, en absoluto. Siempre decimos que Barcelona es un producto periodístico, y no humorístico. Y esto es así porque nuestro objetivo, nuestra agenda y nuestra mirada es periodística. Lo que ocurre es que muchas veces se confunde el humor con la sátira. Pero la sátira de un género es parte de ese género al que se satiriza. Y tengamos en cuenta que escribimos en castellano, un idioma que está edificado sobre una obra satírica, como el Don Quijote que es una obra llena de humor, porque es una parodia total, zarpadísima, monumental. Sin embargo, ante todo, es una obra literaria. No estoy comparando una obra maestra como el Don Quijote con una revista pedorra como Barcelona, pero lo que intentamos hacer es eso que a Cervantes le salió tan pero tan bien.
–¿Barcelona ya es un multimedio?
PM: –Barcelona es una sátira periodística. De modo que la mejor manera de llevar la sátira al paroxismo sería transformarnos en un monopolio y aniquilar a la competencia. Claro que, para eso, primero deberíamos adornar a todos los diputados y volver atrás con la Ley de Medios. Un Magnetto nos vendría bárbaro.
Desde la milagrosa salida de Barcelona en 2002, las ventas y los lectores fieles fueron creciendo. De los dos números que lograron imprimir en plena crisis, llegó el llamado de Adolfo Castelo que les ofreció sacar la publicación junto a su revista TXT. Con ese arreglo, lograron montar su propia oficina y, cuando TXT dejó de salir, la revista ya era conocida a nivel nacional y pudieron mantenerla. Sus responsables aseguran que nunca sintieron que de ciertas cosas no había que reírse porque todos los temas son consensuados. “Una vez nos amenazaron un grupo de padres de Cromañón, por una nota que hicimos donde escribimos que el responsable de imagen de Topper dudaba que fuera bueno para la marca ser la zapatilla oficial de las víctimas de Cromañón. Nos llamaron y dijeron que iban a quemar la redacción. Lo cual nos pareció muy contradictorio teniendo en cuenta lo que produjo esta tragedia”, cuenta Marchetti, en un día de cierre de la revista, aunque muy lejos del caos y las corridas.
–En la revista le dedican siempre un espacio al caso Julio López ¿Por qué?
PM: –A nosotros es un tema que nos llama la atención. Cuando desapareció López, el tema se transformó en un asunto de Estado. Desde el gobierno se hablaba todos los días del tema y hasta en los patrulleros aparecía la foto de López. Era muy fuerte ver la cara de un desaparecido en los autos de la cana. Pasó el tiempo, López no apareció y del tema ya casi no se habla. Hoy, hacer una mención a López es recordar que aún quedan bandas ligadas a la dictadura que tienen algún poder de daño. <
Hasta fines de octubre en el teatro ND Ateneo se vuelve a presentar ¡Mueva la patria!, la ópera cumbia argentina, una reciente creación de Pablo Marchetti, Fernando Sánchez, Javier Aguirre y Eduardo Blanco (cuatro integrantes del equipo Barcelona). Se trata de un espectáculo musical que repasa los grandes acontecimientos de la historia argentina, según la mirada de estos periodistas creativos.
–Tienen su propia revista, escribieron libros, hacen radio, ahora teatro. ¿Qué les queda por hacer?
Fernando Sánchez: –Todo lo que sea necesario para convertir a Barcelona en un oligopolio tan o más grande que Clarín.
Eduardo Blanco: –Además de esas cosas, yo planté un árbol, tengo una hija y fui el amigo invisible de una minita que me gustaba. Ahora quiero ser un ciudadano responsable que denuncia cuando ve algo raro, pero todavía no vi nada que merezca la atención de nuestras autoridades.
Javier Aguirre: –Yo quiero hacer la del General San Martín: cruzar los Andes para pasar a Chile y subir a Perú. Y después, un envejecer austero en Boulogne Sur Mer.
–Freud dijo: “En una broma se puede decir hasta la verdad.” ¿Ese es el objetivo de la revista?
EB: –El objetivo de la revista es desmentir a Freud, pero llegamos tarde porque hoy cualquier boludo lo pone en tela de juicio. Igual, siempre nuestro norte es decir la Verdad con mayúsculas y publicar la mentira con minúscula.
FS: –No, el objetivo de la revista es hacer la revista que tenemos ganas de hacer, con la gente con la que queremos hacerla, y de la manera en que la hacemos. Todos trabajamos durante años en medios “convencionales”, “serios” o “formales”, siempre garcas sean progres o de derecha, y sabemos del valor que tiene un emprendimiento como Barcelona. Más allá de la repercusión que tenga la revista, creemos que una de sus principales virtudes es esa: que es un proyecto que lleva ocho años sostenido profesionalmente por fuera de los grandes medios.
Pablo Marchetti: –No, en absoluto. Siempre decimos que Barcelona es un producto periodístico, y no humorístico. Y esto es así porque nuestro objetivo, nuestra agenda y nuestra mirada es periodística. Lo que ocurre es que muchas veces se confunde el humor con la sátira. Pero la sátira de un género es parte de ese género al que se satiriza. Y tengamos en cuenta que escribimos en castellano, un idioma que está edificado sobre una obra satírica, como el Don Quijote que es una obra llena de humor, porque es una parodia total, zarpadísima, monumental. Sin embargo, ante todo, es una obra literaria. No estoy comparando una obra maestra como el Don Quijote con una revista pedorra como Barcelona, pero lo que intentamos hacer es eso que a Cervantes le salió tan pero tan bien.
–¿Barcelona ya es un multimedio?
PM: –Barcelona es una sátira periodística. De modo que la mejor manera de llevar la sátira al paroxismo sería transformarnos en un monopolio y aniquilar a la competencia. Claro que, para eso, primero deberíamos adornar a todos los diputados y volver atrás con la Ley de Medios. Un Magnetto nos vendría bárbaro.
Desde la milagrosa salida de Barcelona en 2002, las ventas y los lectores fieles fueron creciendo. De los dos números que lograron imprimir en plena crisis, llegó el llamado de Adolfo Castelo que les ofreció sacar la publicación junto a su revista TXT. Con ese arreglo, lograron montar su propia oficina y, cuando TXT dejó de salir, la revista ya era conocida a nivel nacional y pudieron mantenerla. Sus responsables aseguran que nunca sintieron que de ciertas cosas no había que reírse porque todos los temas son consensuados. “Una vez nos amenazaron un grupo de padres de Cromañón, por una nota que hicimos donde escribimos que el responsable de imagen de Topper dudaba que fuera bueno para la marca ser la zapatilla oficial de las víctimas de Cromañón. Nos llamaron y dijeron que iban a quemar la redacción. Lo cual nos pareció muy contradictorio teniendo en cuenta lo que produjo esta tragedia”, cuenta Marchetti, en un día de cierre de la revista, aunque muy lejos del caos y las corridas.
–En la revista le dedican siempre un espacio al caso Julio López ¿Por qué?
PM: –A nosotros es un tema que nos llama la atención. Cuando desapareció López, el tema se transformó en un asunto de Estado. Desde el gobierno se hablaba todos los días del tema y hasta en los patrulleros aparecía la foto de López. Era muy fuerte ver la cara de un desaparecido en los autos de la cana. Pasó el tiempo, López no apareció y del tema ya casi no se habla. Hoy, hacer una mención a López es recordar que aún quedan bandas ligadas a la dictadura que tienen algún poder de daño. <
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