domingo, 24 de octubre de 2010

VÁNDALO PROFESIONAL


Por Tali Goldman

La curiosidad mató al gato. Bansky, el artista callejero del momento, tiene en vilo al mundo entero, que intenta descifrar su verdadera identidad. No hay certeza de su nombre ni de las facciones de su cara. Nadie conoce su edad ni su estado civil. Bansky es un misterio. Y su último trabajo generó una polémica inédita.

El artista fue convocado para crear la apertura del tercer capítulo de la temporada número 22 de Los Simpson. La presentación ya es un clásico: los integrantes de la familia americana dan inicio al capítulo sentados en un sillón. Pero Bansky le agregó su toque: luego de esta mítica imagen, la casa convierte en una oscura fábrica donde obreros y niños asiáticos son explotados mientras fabrican el merchandising de la serie. Animales, calaveras y cadáveres rodean el ambiente oscuro y tenebroso donde se confeccionan muñecos y camisetas. Luego de una oleada de críticas referidas a la apología de la explotación infantil, el video fue quitado automáticamente de YouTube. Al Jean, productor ejecutivo de la serie, aseguró no conocer a Bansky y bromeó: “Todavía no me han despedido y esa es una buena señal. Fox ha sido muy paciente con nosotros cada vez que mordemos la mano que nos alimenta”, agregó en The New York Times.

Pero, ¿quién es realmente Bansky? Muchos especulan que su verdadero nombre podría ser Robin Banks o Robert Banks. Tendría alrededor de 30 años, sería rubio, alto y fanático del hip hop. Vaticinan que comenzó con los graffitis callejeros por las paredes de Bristol, su ciudad natal en Inglaterra, en la década del ’90. Su arte tiene una impronta satírica de la coyuntura política, los medios de comunicación y las sociedades modernas. Una de las obras que lo llevó a la popularidad la pintó de madrugada: una mujer, su amante y su marido en un edificio de Bristol, que funcionaba como clínica de enfermedades sexuales. Luego de numerosas críticas que tildaban su arte de vandalismo, se llevó a cabo una consulta popular: en una población de 500 personas, el 95 por ciento prefirió mantener la obra de arte.

Bansky, amado y odiado, es hoy uno de los artistas más cotizados del momento. Luego de su primera exposición en el año 2000, muestra sus cuadros en diversos museos del mundo. Una de sus obras más controversiales puede apreciarse en el muro de Gaza: una nena cacheando a un militar israelí. A muchas de las presentaciones no va, a otras llega y se esconde disfrazado entre la multitud.

Sus pinturas llegan a precios inauditos: han alcanzado los 300.000 euros y sus principales compradores fueron Brad Pitt y Angelina Jolie. No sólo la Fox lo contrató para dibujar a la familia amarilla sino que Puma y MTV también capitalizaron su talento. Muchos artistas de vanguardia lo critican por su inminente fama y dinero. Pero eso no parece importarle a Bansky, al que le gusta definirse como un “vándalo profesional”. Lo cierto es que sus obras son fotografiadas por quienes visitan las calles de Londres, París y Nueva York y compran su libro, Wall and piece –“Muro y pieza”– como si fuera un best seller.

¿Podrá Bansky seguir bajo las alas del anonimato o la CIA activará sus mecanismos para encontrarlo?

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