Una sórdida trama demuestra que Estados Unidos ha entregado una cuota importante del poder en Libia a los presuntos perpetradores del 11-S.
Por Walter Goobar
A pocos días de conmemorarse el décimo aniversario de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, el gobierno de Estados Unidos ha entregado una nada despreciable cuota del poder en Libia a los presuntos perpetradores del 11-S. A primera vista, la colaboración entre los miembros de Al Qaeda y de los servicios de inteligencia angloestadounidenses en las filas de los rebeldes libios parece una contradicción, pero sólo es aparente. Basta revisar la oscura historia de Al Qaeda desde sus orígenes, y el papel jugado por Osama Bin Laden como recluta de la CIA durante la guerra contra los soviéticos en Afganistán, para comprender que a una década de los atentados del 11-S, Washington está repitiendo aquella estrategia tan suicida como perversa.La fortaleza de Muammar Khadafi en Trípoli fue conquistada la semana pasada por un grupo rebelde al mando de Abdelhakim Belhaj, un fogueado cuadro de Al Qaeda, que estaba en la lista negra de los Estados Unidos desde los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York. Tras su paso por las prisiones secretas de la CIA, Belhaj reaparece ahora convertido en el máximo comandante militar libio en Trípoli, Este fogueado cuadro de la rama libia de Al Qaeda fue quien condujo una milicia de bereberes de las montañas al sudoeste de Trípoli, que fue entrenada en secreto durante dos meses por Fuerzas Especiales de Estados Unidos.Abdelhakim Belhaj no es un desconocido para los servicios de inteligencia occidentales. Todo lo contrario: nacido en mayo de 1966, Belhaj es también un antiguo jefe del Grupo Islámico Combatiente Libio (Lifg, por sus siglas en inglés), que fue calificado como una organización terrorista tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ese grupo fundamentalista fue fundado en 1990 por los libios que habían combatido contra los soviéticos en Afganistán.Cuando los talibanes tomaron el poder en Kabul en 1996, el Grupo Islámico Combatiente Libio abrió dos campos de entrenamiento a escasos 30 kilómetros de Kabul.Ahora, el Grupo se convirtió en un componente clave en la operación que derrocó al régimen de Khadafi. Aproximadamente 800 miembros de ese movimiento fundamentalista han participado en la lucha junto a las fuerzas rebeldes. Desde hace tiempo se conocen las relaciones oscuras entre el servicio de inteligencia británico MI6 y este grupo terrorista libio: existe un informe de 22 páginas elaborado en 2007 por Scotland Yard llamado “Libia Islámica”, en el que se desmenuza con precisión la historia y la importancia del Grupo Islámico Combatiente Libio (Lifg) que tiene su feudo justamente en la región Cirenaica y en la gran ciudad de Benghasi.Según el informe de la policía británica, se trata de “un grupo que ha cometido un atentado fallido contra Khadafi en 1996 y que fue acusado de estar financiado por el MI6 (servicio de inteligencia británico) justamente por un ex miembro del MI5 (servicio de seguridad británico), el señor David Shayler”.En marzo de 1996, el Lifg perpetró un atentado fallido contra Khadafi, con el apoyo logístico y financiero de la inteligencia británica MI6 que aportó 100.000 libras. Como consecuencia de ese atentado, Khadafi se convirtió en el primer jefe de Estado que emitió una orden internacional de captura contra Osama bin Laden, pero Londres y Washington bloquearon el procedimiento.Después del 11-S, Belhaj fue a Pakistán y también a Irak, donde operó con las ramas locales de Al Qaeda. En Irak, los libios eran el segundo contingente de combatientes islámicos extranjeros, superados solamente por los sauditas.El jefe de la rama libia de Al Qaeda estuvo en las listas de los terroristas más buscados por la CIA desde 2001. En 2003, Belhaj fue finalmente arrestado en Malasia, y transferido a una prisión secreta de la CIA en Bangkok, la capital de Tailandia. En 2004, los estadounidenses decidieron enviarlo como obsequio a la inteligencia libia –hasta que fue liberado por el régimen de Khadafi en marzo de 2010, junto con otros 211 sospechosos de terrorismo. Antes de dejar la cárcel, los dirigentes de la rama libia de Al Qaeda redactaron una confesión de 417 páginas llamada “estudios correctivos”, en la que dieron por terminada la Guerra Santa contra Khadafi. Sin embargo, en 2007, el entonces número dos de Al Qaeda, Ayman Zawahiri, anunció oficialmente la fusión entre la rama libia y Al Qaeda del Magreb Islámico y llamó a librar una Guerra Santa contra Khadafi, contra Estados Unidos y una serie de infieles occidentales.No es obra de la casualidad que los máximos comandantes militares rebeldes sean miembros del Grupo Islámico Combatiente Libio. El asesinato a finales de julio del comandante militar rebelde Abdel Fatah Younis –por los propios rebeldes– parece apuntar a una interna entre el muerto y el entorno de Belhaj.La muerte de Younis –que fue ultimado por sus propias huestes– produjo un giro radical en la interna libia. Antes de desertar de las filas de Khadafi, Younis había estado a cargo de las fuerzas especiales de Libia que combatieron ferozmente al Lifg de Belhaj en Cirenaica de 1990 a 1995. De allí la enemistad entre ambos.Además de comandante rebelde, Abdel Fatah Younis era en realidad un agente de los servicios de inteligencia franceses y fue eliminado por la facción de Belhaj cuando el presidente Nicolas Sarkozy estaba tratando de negociar con Saif al-Islam, el hijo de Khadafi, una salida honrosa de la guerra.Otro personaje que reapareció en marzo en Benghasi para tomar el mando militar de los rebeldes es Khalifa Belqasim Haft, un ex coronel del ejército que huyó del país en 1988 después de la derrota de Libia en la guerra de Chad. Desde entonces ha vivido en Fairfax, Virginia (a 10 km de la sede de la CIA), desde donde durante años dirigió las actividades del brazo armado del Frente Nacional de Salvación de Libia (Nfsl, por sus siglas en inglés), un movimiento laico fundado en los años ’80 por disidentes exiliados en Estados Unidos y apoyado abiertamente por la CIA . En abril de 1984, el Nfsl intentó matar a Khadafi con un ataque contra el cuartel general del coronel en Bab al Aziziya. El ataque dejó un saldo de ochenta personas muertas, entre libios, cubanos y alemanes del este. A finales de marzo pasado, durante una audiencia en el Senado estadounidense, el almirante James Stavridis, comandante del Cuartel General Supremo de la Otan en Europa, admitió ante el Senado de Estados Unidos que había signos que hacían pensar que entre las fuerzas rebeldes que luchan contra el coronel Khadafi podría haber miembros de Al Qaeda y de Hezbollah.“Estamos examinando muy de cerca el contenido, la composición y las personalidades de estos grupos –matizó–. Hemos visto indicios. Hemos visto muchas cosas...”Uno de los indicios a los que se refería el militar estadounidense era un vídeo fechado el 13 de marzo, en el que el libio Abu Yahya al Libi, un importante líder de Al Qaeda, instaba a sus compatriotas a continuar e intensificar la lucha contra Khadafi.Otras evidencias demostraban la presencia de veteranos libios de Al Qaeda regresados de Irak y Afganistán. En primer lugar, Abdul-Hakim al-Hasidi, capturado por las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán en 2002 y ahora al mando de los rebeldes de Derna, quien declaró que los miembros de Al Qaeda son “patriotas y buenos musulmanes”.En marzo de 2011, el Grupo Islámico Combatiente Libio anunció que se habían puesto bajo la dirección de los rebeldes libios del Consejo Nacional de Transición, y que el grupo había cambiado su nombre de Grupo Islámico Combatiente Libio a Movimiento Islámico de Libia.Libia puede estar enfrentando el espectro de una sangrienta guerra en dos frentes; las fuerzas de Khadafi contra un débil gobierno central del Consejo Nacional de Transición (CNT) ,que es una invención francesa, y otra protagonizada por la nebulosa de organizaciones terroristas reclutadas por la Otan si se los los excluye del poder.
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