Mujeres de los pueblos mapuche, huarpe, diaguita y guaraní se reunieron a discutir sobre diversidad cultural, género y medios de comunicación.Preocupación por el pueblo Qom en Formosa y el asesinato de Cristian Ferreyra en Santiago.
Por Tomás Eliaschev
Ya casi nadie discute que el mapuche es un pueblo originario preexistente a los Estados de ambos lados de la cordillera. Y no sólo se nota en las comunidades rurales, sino en los grandes centros urbanos de este territorio, como la ciudad de Neuquén, capital de la provincia. En el oeste de esta ciudad se nota la presencia de la gente de la tierra. Sobre todo en la parte alta, la zona más pobre. En estos barrios de calles de tierra, que van subiendo cada vez más, destaca el centro mapuche Kona. Allí tuvo lugar entre el 9 y el 11 de noviembre un encuentro de comunicadoras indígenas organizado por la Secretaría de Cultura y la de Derechos Humanos de la Nación, en conjunto con la comunidad Newen Mapu. Hubo mujeres de los pueblos mapuche, huarpe, diaguita y guaraní que pudieron compartir en tres días intensos sus experiencias sobre “diversidad cultural, género y medios de comunicación”, como se propuso en la convocatoria. Veintitrés –el único medio nacional presente– pudo participar de los talleres e incluso de una ceremonia intercultural que sumó elementos de los distintos pueblos a las orillas del Río Limay para hermanarse con la madre tierra desde distintos lenguajes pero un mismo espíritu.En la apertura de la actividad se destacó la “Convención sobre la Protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales de la Unesco”, entidad que apoya económicamente el proyecto denominado “La Diversidad Cultural como agente de desarrollo en Argentina”, propuesto por la Dirección Nacional de Política Cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación, y en el marco del cual se desarrollaron los talleres. Durante los dos días siguientes se desarrolló el Seminario Nacional de Comunicación Audiovisual para Mujeres Indígenas.A lo largo de los distintos momentos del encuentro se hicieron notar distintas referentes, jóvenes mujeres indígenas comunicadoras que transmitieron sus reclamos por territorio y compartieron su cosmovisión. En diversos momentos, quedó planteada la preocupación por la situación de los Qom de La Primavera en Formosa y de la causa por el asesinato del diaguita Javier Chocobar en Tucumán, entre otros casos de agresiones. Todavía no se había producido la muerte de Cristian Ferreyra en Santiago del Estero (ver recuadro). Ailin Piren Huenaiuen, una de las locales, fue una de las principales animadoras en las discusiones. Con sus 25 años, además de estudiar sociología, es integrante del centro de comunicaciones mapuche Kona Producciones. “Trabajamos en base a entender la comunicación como un derecho. La comunicación empieza por nuestra identidad. El principio de la comunicación es la relación con la naturaleza. Eso es lo que nos moviliza”, señaló.En los últimos años, este grupo de jóvenes mapuches estuvo aportando activamente en el debate sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: “Para poder hacer uso de las herramientas, hemos planteado la inclusión del derecho a la comunicación indígena en el marco de la discusión de la nueva ley de medios. Estamos orgullosos, nos involucramos con proyectos concretos. Propusimos que quede reconocido el derecho indígena a la comunicación con identidad, eso para nosotros le da un marco diferente a lo que estábamos haciendo”. Sin embargo, alertó que “el Estado tiene problemas para hacer efectivo el cumplimiento de las leyes”.La comunicadora mapuche destacó el impulso que le dio el Festival de Cine Indígena, que se realizó en la Patagonia y que ahora tuvo su continuidad con una versión porteña en el Centro Cultural de la Cooperación. “Llegaron hasta acá 19 películas que se proyectaron en el Museo de Bellas Artes en Neuquén capital. Fue un proceso interesante poder impulsar el audiovisual en territorio mapuche.” La mayoría de los materiales son documentales de denuncia sobre las injusticias que sufren los pueblos originarios. Al respecto, la comunicadora reflexionó que “se muestra muy poco sobre el fundamento que hay detrás de la defensa del territorio. Cuando uno defiende no sólo a los que viven ahí, sino también a la pacha, a lo que está debajo, a la proyección de la vida”. Y destacó: “No hay interculturalidad sin respeto al territorio. Es muy fuerte lo que está pasando con los hermanos Qom. La verdad que es un poco triste que nuestros hermanos estén siendo amenazados de muerte, nos alarma. Pero a la vez demuestra qué fortaleza tenemos para levantarnos luego de que asesinen a nuestros hermanos. Se demuestra la dignidad. No estamos sólo en un proceso de quedarnos sólo resistir, sino de avanzar”.Otra de las referentes presentes fue Virginia Cruz, de la comunidad de Cerro Pintado de las Mojarras, que queda en el Valle de Santa María en Catamarca. Con 26 años, ya le tocó representar al pueblo diaguita en Suiza, donde denunció el accionar de las mineras de ese origen. Como parte de la organización la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita, una reestructuración de la antigua nación diaguita, explica, hace siete años que participa activamente. “La idea es poder defender nuestro territorio y seguir manteniendo viva nuestra identidad como pueblo, es algo que mi familia, mi padre, mis abuelos, me han inculcado. Lucho por ellos y por las futuras generaciones. Siempre defendiendo el lugar donde vivimos y la naturaleza. Nuestro territorio. Que para los pueblos indígenas significa mucho. Desde el agua que bebes, donde llevas la leña. Donde paseas tus ovejas, tus cabras. De donde sacas un yuyo para hacer mate, para curarte. Todo eso incluye el territorio para nosotros”, grafica la representante de su pueblo, que cuenta que usan Internet y radios para dar su mensajes, pero que en algunos parajes no hay señal, por lo que siguen siendo necesarios los ancestrales chasquis.Consultada sobre su viaje a Suiza, contó su experiencia. “A raíz de todo este movimiento que hemos emprendido en contra de la minería a cielo abierto que está destruyendo nuestros territorios nos hemos manifestado y movilizado no tan sólo en el lugar, en la región, sino también a nivel provincial y nacional e inclusive a nivel internacional. En Suiza tienen su casa matriz estas mineras. El 12 de octubre estuve en una movilización importante en Zoug, donde están las oficinas de Strata, que es la dueña de Bajo La Alumbrera, juntamente con Yaman Gold de Canadá.” Y sumó: “Lo que fuimos a manifestar es que no sigan estos emprendimientos. Que ninguno más, ni Agua Rica ni ningún otro yacimiento más vengan a robarnos el agua, que es la sangre de la tierra, como nos vienen robando hace 500 años”.En otro alto entre taller y taller, Elizabeth Bautista, guaraní de San Pedro, Jujuy, brindó su experiencia y contó los porqués de los colores de la bandera roja y verde de su pueblo: “Al principio nuestro pueblo utilizaba una bandera de color marrón, verde y rojo. El rojo representa la sangre derramada por nuestros ancestros. El verde, la naturaleza. Y el marrón la tierra. Y como en la actualidad no tenemos las tierras, hemos decidido quitarle el color marrón a la bandera, en común acuerdo. Entonces ahora utilizamos el color verde y rojo únicamente. La usamos para las ceremonias, para los eventos a los que nos invitan, como en esta oportunidad”.Estudiante de comunicación de 27 años, Bautista dio la nota al contarles a las otras mujeres que en su pueblo son ellas las que tomaron la batuta. “El pueblo guaraní volvió a surgir en Jujuy por la fuerza de la mujer. La mayoría de las comunidades tienen como Mburubichas, o sea presidentas, a mujeres, sólo algunas comunidades tienen varones. En los años anteriores eran todos hombres. Después quedaron las mujeres de ellos. Y siguieron ellas hasta la actualidad”, ejemplificó, para luego comparar que “en algunos pueblos todavía es el hombre el que manda a la mujer, pero para el pueblo guaraní la mujer está a la par del hombre. Hasta te podría decir que está un paso adelante. Ahora los jóvenes de mi edad están en el campo trabajando, y nosotras, las chicas, ya estamos en la universidad o el profesorado”.
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