Vecinos de El Pueblito denuncian que el Instituto de Vivienda de la Ciudad los quiere mudar a departamentos con graves problemas de infraestructura y servicios. Los del asentamiento Luján, ya reubicados, dicen que les falta luz y gas. Sospechas de corrupción.
Por Francisco Yofre
Son las ocho de la mañana y Carminia Muglia está contrariada, sus cejas la delatan. Como ella, algunas de sus vecinas miran la escena calladas, paradas en ronda. Cuatro hombres van y vienen cargando muebles en un camión rojo de gran porte, de esos que son cuadrados en su frente. En la vereda hay un sofá de dos plazas impecable, una tostadora vieja, un ventilador de pie, cajas de madera, pibes inquietos, polvo, humo, perros curiosos y ruido de mazas que demuelen paredes. Una virgen de Luján de yeso despierta suspiros cuando parece escabullirse de las manos de uno de los hombres de casco amarillo. La gente del Instituto de la Vivienda de la Ciudad carga los muebles de la Gringa. La Gringa es Marcela, que a diferencia de Carminia, está contenta porque la mudan: “Y sí, está bueno irse a un lugar mejor. Vivir al lado de esta cloaca no está bueno”. Marcela se va de El Pueblito, una villa que tiembla cada vez que un camión pasa por el Puente Alsina, ubicado a metros de sus casas, en Pompeya. Aquí, el Riachuelo se siente en la garganta.Desde el viernes pasado y hasta el martes próximo, 32 familias de El Pueblito serán relocalizadas en un complejo habitacional del Bajo Flores como parte del plan de saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo ordenado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación hace tres años y cuya jurisdicción corresponde al juez federal de Quilmes, Luis Armella. El viernes se fueron 11 familias de un total de 130. Todas se quieren ir de El Pueblito, pero no todas se quieren ir así. “Nos arrastran”, dice Carminia ofuscada. “El lugar al que nos llevan no tiene medidor de luz, no tiene gas. ¿Por qué no se puede esperar unas semanas más hasta que hagan esas refacciones? Yo tengo cuatro chicos y me da incertidumbre ir a una casa con la promesa de que van a arreglar las cosas que faltan porque cuando nos vamos demuelen nuestros hogares y no podemos volver si los arreglos no están hechos”, apunta Carminia. “Mi casa no está tan mal para irme a un lugar que no sé cómo está”, agrega Pelipina Ramos, que vive allí hace 20 años y cuya vivienda aparenta solidez a pesar de que está construida sobre un antiguo relleno de basura.“Es lógico que haya resistencias al principio, siempre pasa, pero después, cuando llegan a sus casas nuevas están felices”, dice una mujer que ya ha participado de varios operativos del Instituto de Vivienda de la Ciudad.Pero Delia Pérez no está feliz. Vivía en el asentamiento Luján, en Barracas, y ahora está en el tercer piso de uno de los edificios del complejo de avenida Fernández de la Cruz y Lacarra, en Villa Soldati. Fue relocalizada hace dos meses. Desde el comedor de su hogar apunta: “El IVC nos dijo que cuando nos mudáramos iba a tener todo lo de una casa. No nos dijeron nada de que, tal como sucede desde que llegamos, nos iban a cortar la luz todos los días de ocho a diez y de cuatro a seis, que las instalaciones eléctricas iban a estar mal hechas y que por culpa de eso se queman los artefactos. Yo compré una heladera de 2.000 pesos que se rompió por la mala instalación eléctrica y arreglarla es muy caro para la economía de mi familia. Vivo en el piso más alto, el tercero. Cada vez que llueve se me inunda todo. Los balcones no tienen rejas, los pisos no tienen cerámica y son de portland. ¿Si es mejor que donde estaba? Y sí, ¿pero qué necesidad había de mudarnos tan rápido? Además, yo voy a pagar durante años esta casa, no me la regalaron. Si compro un auto me parece que es correcto que me den el auto bien, no sin ruedas”, apunta mientras su hija de cuatro años juega con una netbook.La ejecución de las relocalizaciones en la Capital Federal es llevada adelante por el IVC con acompañamiento de Acumar, el organismo tripartito creado para la limpieza de la cuenca. El objetivo es liberar el llamado camino de sirga, una franja de tierra de 35 metros de extensión entre el curso de agua y la primera edificación. Los relocalizados firman un crédito con el IVC a 30 años, cuyas cuotas varían entre 400 y 600 pesos de acuerdo con la calidad de los departamentos y que se empiezan a cancelar un año después de realizada la mudanza. Obtienen un título intransferible de “tenencia precaria”. Todos los consultados por este medio, tanto en El Pueblito como los que vivían en el asentamiento Luján, ven bien la relocalización pero se sienten menoscabados en sus derechos. “Al IVC sólo le interesa mudarnos como sea. Pero somos familias, tenemos nuestros derechos”, apunta Pelipina. Para Silvina Penellas, miembro del área de Derechos Sociales de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, “el IVC está avasallando a la gente y llevándosela puesta con el único objetivo de cumplir los plazos que fijó Armella. En el caso de El Pueblito, se la está mudando sin que las viviendas que serán su destino estén reacondicionadas. Los vecinos saben de los problemas que hay con los relocalizados del asentamiento Luján y por eso están alertas”. La necesidad de reacondicionar las casas del Bajo Flores a donde irá la gente de El Pueblito surgió cuando en marzo de este año fueron ocupadas por vecinos de la 1.11.14. En ese momento, Miradas al Sur informó acerca de cómo los ocupantes habían sido engañados por los punteros del PRO Blanca Arce y Miguel Ángel El Comandante Rodríguez–que también fueron punteros de Telerman, Ibarra y siguen firmas–, exigiéndoles coimas de 10 mil pesos por incluir a esos vecinos en el censo por una casa. La ocupación duró casi tres meses y en junio las viviendas quedaron vacías pero dañadas como consecuencia de la bronca de la gente estafada. Sin embargo, recién en septiembre se comenzó con el reacondicionamiento y ya en ese momento se sabía que las obras durarían por lo menos tres meses. “El apuro –agrega Penellas– obedece a que el IVC quiere mostrarle a Armella que está haciendo algo porque si no tiene multas procesales. Debía mudarlos antes del 24 de octubre. Pero los vecinos estaban –están– muy desinformados. Por ello se armó una mesa de diálogo con todos los sectores involucrados que durante el primer mes funcionó muy bien y donde se planteaban los problemas. Sin embargo, en un momento, el IVC se retiró”.Emir Norte, el funcionario del IVC a cargo de las relocalizaciones en el terreno señaló a Miradas al Sur que las casas a donde irán los vecinos de El Pueblito están “en perfecto estado” pero admite que las del complejo de Soldati, a donde fueron los del asentamiento Luján, tienen falencias y hay incumplimientos. A las relocalizaciones ya citadas se agregan las del barrio Ucrania de Avellaneda, El Amanecer de Lomas de Zamora y Mi Esperanza y Don Juan de La Matanza.
Un Pueblito con dudas.
Sabino Ramos vive en la manzana 1 de la villa de Pompeya relocalizada y está furioso: “Yo me mudo en los próximos días pero nadie me dio ni un papel. Ni siquiera sé qué casa me va a tocar. Nos mostraron uno de los edificios a los que vamos a ir y ése estaba bien. Pero somos muchos y nos van a mandar a varios edificios que no vimos, no sabemos cómo están. Por eso nuestras dudas. Sabemos de familias numerosas que van a viviendas chicas y también a la inversa. Eso depende de si te hacés más o menos amigo de los del IVC”. Los vecinos de El Pueblito denuncian que cuando fueron a ver las viviendas a donde irían, notaron que en el censo había gente que figuraba como que eran de esa villa pero que no habían visto nunca. Penellas, desde la Defensoría, agrega que “el censo de El Pueblito es el único que no estuvo auditado por ningún organismo del Estado”.Ángel Oga, dirigente de la CTA y referente del asentamiento Luján, coincide con lo positivo de las relocalizaciones pero señala que se hacen muy mal. “En nuestro caso fue traumático. No sabían a dónde iban a ir hasta último momento. Además, según la resolución de la Corte, hay que indemnizar de acuerdo al valor de la casa que se demuele. Muchas no valen nada, es cierto, pero hay otras que se habían valorizado con años de esfuerzo. Y esa partida para que se les indemnice existe, son del Plan Federal pero el IVC no la ejecuta. También, según la resolución de la Corte, a los vecinos que se quedaban se les iba a extender la red de cloacas y de luz, se iba a poner baños para el mejoramiento habitacional en el marco del llamado Plan Húmedos. De todo esto, no se hizo nada”, apunta el dirigente.Pero las denuncias no sólo alcanzan a los vecinos de Barracas o Pompeya. Las primeras tareas de demolición de las casas de la gente relocalizada estuvieron a cargo de la cooperativa de cartoneros Reciclando Sueños. Desde hace meses, el IVC desistió de sus servicios y contrató a una empresa privada. Desde la cooperativa señalan que sólo le pagaron el 30 por ciento del total. Valentín Herrera, referente de Reciclando Sueños señala: “Al principio estaba todo bien, pero después vino un ingeniero llamado Carlos de La Vega que se hacía el pesado y que no nos pagó el trabajo que realizamos. Sabemos que la partida de 180 mil pesos salió del IVC pero a nosotros nunca nos llegó. Ahora contrataron a una empresa para que haga esta tarea. Que contraten lo que quieran, todo bien, pero que nos paguen lo que nos deben. Hicimos muchísimos reclamos pero hasta ahora no hubo ninguna respuesta”. Miradas al Sur dejó varios mensajes en los dos celulares de Omar Abboud, director del IVC, para que pudiera contestar las críticas, pero no recibió respuesta alguna.Además de los problemas edilicios, ex vecinos de la Luján denuncian varios incumplimientos del IVC. Angélica Somoza que vivía en esa villa de Barracas y ahora está en Soldati enumera: “Se nos complicó mucho la situación de los chicos y el colegio. Ellos están inscriptos en Barracas y nos habían dicho que habría transporte escolar. Pero fue mentira, nunca vino el transporte. Tampoco trasladaron las fichas médicas del hospital de Barracas al de Soldati, tal como prometieron. Está bien que los de El Pueblito se planten y exijan que si los van a mudar lo hagan en casas que estén en buenas condiciones. No es justo que porque yo antes vivía en una casa muy humilde me digan que no me puedo quejar y tenga que aceptar una vivienda con cortes de luz y gas. Yo voy a pagar por esta vivienda. Somos pobres pero con dignidad”.Hay que señalar que más allá de la justeza de las denuncias, muchas familias relocalizadas sienten que su vida cambia con el nuevo hogar. Es el caso de Catalina que junto a su marido y sus dos hijos vivía en una casa de un ambiente y ahora están en una de tres. O el de Liliana, que era vecina de Catalina en El Pueblito y se emocionó cuando ingresó a su nueva vivienda. Estos casos también existen, tanto como los de los vecinos cuyas denuncias aquí se consignan.
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