martes, 12 de marzo de 2013

"A LOS NIÑOS LES ENSEÑARIA MORAL, EDUCACION Y RESPETO"

Pipo Cipolatti. Alcohol, picana y lengua afilada. 30 años después de “La dicha en movimiento”, acaba de lanzar un libro, ofrece ideas a los medios y cuida a su familia.
 
 Por Ezequiel Ruiz
 
Hola, yo soy Hugo Cipolatti, Pipo, y este sonido que les hago escuchar (prrrra)… es para defender a mi familia. Así empezamos con la nota al hijo de un policía, que, a pesar de las quejas de papá, decidió ser músico”. A contramano del mood lento y pastoso de su hablar, el shock de la picana de Pipo es seco, directo. Pero eléctrico, como lo que dice, y lo lanza al aire, al grabador, como bienvenida.
Toma un sorbo, convida de su petaca (“No puedo dejar el alcohol, por eso lo llevo conmigo. Es que tengo heridas…”) y se dispone a conversar. A su manera: cambiando de tema aleatoriamente, convirtiendo cualquier remate en chiste, guiñando un ojo para reforzar ironías y, cada tanto, recordando un pasado que, tal vez, fue mejor. Como el big bang de Los Twist, impulsado por La dicha en movimiento, disco que el próximo 17 de octubre cumple 30 años (“Después vino el fracaso”, dice). O la misma banda como semillero de talentos: “Fabi Cantilo sigue siendo la mejor cantante de la Argentina, nadie le puede ganar a la vieja hija de puta. Si Fito Páez le pegaba, no me consta. Luego vino Hilda Lizarazu, que era corista de Suéter pero cantaba para el ojete.
Después de muchos ensayos empezó a afinar, pero en los shows la gente pedía a Fabi”. Y de los sketchs musicales que hacía a pedido de Juan Alberto Badía, para Badía & Compañía, como el de la Ray Milland Band (buscá en YouTube): un quinteto vocal soulero caracterizado por Pipo, Andrés Calamaro, Miguel Zabaleta, Daniel Melingo y Camilo Iezzi, acompañados por Charly García, Pedro Aznar, Gringui Herrera, Pablo Guadalupe y Gustavo Donés. Fascinaron a la tribuna del programa y dejaron careta a los Soda Stereo, que ese día de 1986 presentaban Signos. “Fue un momento histórico, pero imposible de repetir porque me falta Charly”.
–¿Hace cuánto que no lo ves?
–La única vez que lo vi no era él: nos cruzamos en el Soul Café y parecía Ricardo Fort, con sus seis guardaespaldas que lo alejaban. Al no tener contacto, sólo puedo hacer conjeturas porque sé mucho sobre internaciones forzadas. Pero no voy a hacer hincapié porque van a pensar que estoy hablando en serio acerca de que no tiene motricidad, que los ocho neurolépticos que se suelen suministrar en estos tratamientos producen lo que se denomina Síndrome Neuroléptico Maligno. Paradójicamente, tiene las siglas de Say No More… Hice lo posible y no pude salvarlo, pero no hablemos más de esto porque viene Migue a pegarme.
A los 53 años, sigue con Los Twist (“Ahora somos ‘Pipo Cipolatti y el grupo que siempre fue conocido como Los Twist’, parezco Prince”) y lanzó el libro Lo que nunca se dijo: Conversaciones con José Retik (ver ficha), editado a fines de diciembre por Distal: “La editorial hizo todo mal. ¡Nadie se enteró de que salió! A la presentación fuimos yo, José, su novia, mi mujer y cinco fans”. Frenados en presente continuo, tiene listos “trece discos de distintos estilos” que promete hace varios años, un libro sobre drogas (también con José Retik) y otro sobre cocina, e infinidad de proyectos para radio, tevé, teatro, publicidad… Amplía: “Soy músico recibido, maestro de teoría, solfeo, armonía, composición, orquestación, electroacústica y mecánica de guitarra; profesor de inglés, electrotécnico, diseñador gráfico, dibujante… y después cualquiera dice lo que quiera sobre mí”.
–¿Eso te jode mucho?
–Me dura un minuto la molestia, pero me preocupa que los malos comentarios incidan en quienes puedan llegar a invertir en mí. Yo soy un artista y funciono, pero nadie me llama. Compuse 130 canciones en los últimos años. ¿Tengo que internarme en la quinta de Palito para llenar River?
–¿Y qué harías si te dieran una oportunidad?
–Un programa para niños, a las 9 de la noche, antes de que se vayan a dormir, en donde les pueda enseñar muchas cosas, no sólo música.
–¿Cómo qué?
–Cómo se le pega a un niño sin que se dé cuenta (se ríe). No, les enseñaría moral, educación y respeto hacia la sociedad, a los mayores, odio acérrimo al delito. Les enseñaría a comer, a cuidarse... No pondría dibujitos animados, ni minas en tanga, ni haría Agrandadytos. Están mal informando a los nenes: en los noticieros muestran cómo se roba un auto...
–¿Cómo educás a tus hijos?
–A los golpes. No, los educo como puedo, con disciplina, que es lo que más se necesita. Son hijos de una persona especial y pública. En casa ven Cartoon Network, pero la gente habla de las miserias y me jode porque están creciendo y se están confundiendo. En otras familias pasan cosas peores: tienen amiguitos que son hijos de padres separados, o tienen un primo que porta armas, pero no son famosos.
Pipo se ríe, siempre. Es el humor lo que lo hace andar. Con otra sonrisa y recordando nuevamente a su papá policía, desencadena una amarga reflexión: “Mi padre me decía: ‘Nunca seas policía, porque no hay más de los buenos. Después de la primera porción de pizza se creen los dueños del mundo y tienen arma’. Ahora cualquiera tiene un arma y hacen falta policías de vocación. Pero cómo podés pretender vocación, si en la medicina existe la mala praxis, en el periodismo el soborno. O en la música, por dar un ejemplo sin hacer hincapié, que te dicen: ‘¿Por qué no te rapás y cantás como El General que vas a vender más’. Uoioioioio, mira como baila, mira como canta… Eso existe. A mí nunca me pasó, y si me pasó, dije que no. Y así estoy, fracasando”.
 
Fuente: Suplemento Si!

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