Los chicos de 11 a 17 años ven entre dos y tres horas de TV por día, escuchan música otro tanto, usan la PC de 1 a 3 días por semana y por año leen de uno a tres libros y van de 1 a 4 veces al cine. La primera encuesta nacional sobre consumos culturales de adolescentes, cuyos resultados presentó el Ministerio de Educación, mostró que la brecha económica tiene su correlato cultural.
En un día aburrido, la mayoría de los chicos y chicas de entre 11 y 17 años de todo el país preferiría mirar televisión para matar el tedio. Por el contrario, puestos a imaginar un día divertido, los pibes y pibas de la Argentina preferirían no estar conectados a los medios electrónicos, sino simplemente salir con sus amigos, buscar en el afuera el pulso vital. Claro que no la tienen fácil, según la más amplia encuesta nacional sobre consumos culturales de adolescentes realizada hasta el momento y divulgada ayer por el Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación. Esa es apenas una de las conclusiones de un informe producido sobre la base de 3360 entrevistas a chicos de esa franja etaria. En el fondo, el estudio confirma una hipótesis que los expertos en educación y cultura conocen: la enorme brecha social que padecen los más chicos no es sólo económica, sino también cultural.
Mientras el 75 por ciento de los de clase media alta hacia arriba tiene una computadora en la casa, solo uno de cada diez de los más pobres se puede dar ese lujo. Aunque claro, los pibes de los barrios van al cíber. La encuesta marca que los primeros usan la PC para estudiar. “Los demás van al cíber pero sólo para el videojuego. Tenemos que facilitar el acceso en la escuela y en la casa”, reflexionó el ministro Daniel Filmus.
La encuesta, que fue financiada por el aporte de las empresas Arcor, Telecom, Petrobras y el Banco Nación, es una muestra representativa a partir de 3360 entrevistas realizada por la consultora Knack en capitales de provincia y “áreas urbanas relevantes” de todo el país –además de tres zonas rurales del NOA, NOE y la región pampeana– entre abril y junio de 2006. Ayer, la presentadora del estudio y coordinadora del Programa Escuela y Medios, Roxana Morduchowicz, sintetizó las conclusiones más relevantes en tres puntos:
- La brecha social es también cultural.
- Los chicos argentinos pasan mucho tiempo conectados a los medios pero no es su primera opción; cuando pueden elegir, prefieren la sociabilidad.
- Lo que caracteriza a estos jóvenes es el uso simultáneo de los medios, su superposición en variadas combinaciones –TV más Internet, música más teléfono, etcétera.
Filmus fue el encargado de marcar las acciones del Estado ante el diagnóstico que aporta el estudio. “No es un interés periodístico el que nos movió a hacer este trabajo sino el de elaborar políticas públicas. En la Argentina lo hacemos a ciegas, sin tener un contacto concreto con los actores”, reconoció. En principio, el único dato que arroja cifras del ciento por ciento es el del acceso a la TV. Todos y todas acceden, y en 6 de cada diez casos tienen dos o más aparatos en casa. La radio llega a un 95 por ciento. Pero sólo el 30 por ciento de los adolescentes tiene computadora y un promedio del 15, conexión a Internet. En un análisis comparativo por Nivel Socio Económico (NSE) surge la brecha de la que habló el ministro: por un lado, la propiedad de la PC –el 10 por ciento contra el 75–, pero por otro el de la conectividad. Mientras entre los que más tienen, el 45 por ciento de los pibes dice navegar en su casa, entre los de menores ingresos lo hacen sólo 3 de cada cien. Aun así, el promedio indica que pasan seis horas diarias conectados a algún medio electrónico.
En términos de inequidad, el estudio profundiza valiéndose de comparaciones. Una de las preguntas a los entrevistados fue: ¿Qué objeto lamentaría perder? El 75 por ciento votó por la TV, en definitiva, el medio más utilizado. Pero es un lamento mayor en los de menos recursos (el 80 por ciento), que en los de las clases más acomodadas (el 60). Con la misma lógica –se extraña más lo que más se usa–, los más pobres (45 por ciento) odiarían perder la radio. Obviamente, los más ricos lamentarían perder la compu (el 60 por ciento). Sólo cinco de cada cien de los más relegados socialmente se preocuparían por tal falta. El tema se relaciona con las preguntas, también comparativas según NSE, por el tiempo de exposición a los medios: el 15 por ciento de los chicos y chicas de más ingresos y el 35 por ciento de los de menos pasan más de 4 horas por día ante la TV. Siete de cada diez de los más ricos usan de cuatro a siete días a la semana la PC, y sólo 1,5 de cada diez de los más pobres llegan a pasar ese tiempo ante la máquina.
Entre las revelaciones de la encuesta se destacan los mitos sobre los consumos culturales de los jóvenes. Quizás el más llamativo es que no hay relación lineal entre leer y ver TV: los que ven cuatro a seis horas por día de TV leen la misma cantidad de libros por año que los que miran una hora diaria. Y entre los lectores de tres libros por año, el porcentaje de altos consumidores de tele (4 horas) es el mismo que el de los que ven poca televisión. En el caso de la lectura –que se supondría se lleva mal con el uso de la PC–, también se comprueba con la encuesta que se trata de un mito. El 60 por ciento de los que leen tres libros por año usa su computadora para buscar información y “hacer la tarea”; los que leen un libro anual, la usan para jugar. El tercer mito derribado, según los analistas de la encuesta, es el sostenido por los padres que enfurecen ante sus hijos multimediales. Lo cierto, según el estudio diseñado por Morduchowicz, mientras mira TV, la mitad de los pibes y las pibas hace la tarea; el 30 por ciento escucha música –CD o radio–; el 10 por ciento usa la PC y otro diez por ciento también habla por teléfono.
Una de las indagaciones del Programa Escuela y Medios a través de 360 encuestas realizadas en el NOA, el NOE y la región pampeana fue el de los consumos culturales en las zonas rurales. Los chicos y chicas de estas zonas ven menos televisión (solo el 60 por ciento lo hace todos los días y en familia), escuchan más radio (95 por ciento) y tienen casi nulo acceso a una computadora (solo dos de cada cien). Son estos pibes los que viven la mayor brecha cultural según la muestra.
Además, el estudio comparó la situación argentina con la de otros países. Una encuesta similar en Francia detectó que cada francés va al cine 12 veces al año, mientras que un argentino lo hace, en promedio, solo dos. Si es por comparar con el Primer Mundo, queda en evidencia –según el trabajo encargado por Filmus– que en la Argentina solo el 15 por ciento de estos adolescentes tiene Internet, frente a la mitad de los franceses y el 67 por ciento de los ingleses. Donde se parecen más a sus coetáneos del Norte es en el reclamo de lo que dicen no tener y necesitar: espacios y actividades en los lugares donde viven.
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