Integrantes de la ONG Refugio para Niños Nueva Vida, con sede en Idaho, intentaban pasar la frontera entre Haití y Santo Domingo, en un ómnibus con 33 chicos de entre 7 meses y 14 años, sin documentos. Fueron detenidos. El gobierno los acusa de tráfico de niños.
La chiquita, dicen que de un año, se aferra a los dedos de su protector, un chiquito de cuatro años. Los dos, a su vez, son rodeados por chicos que, desde su perspectiva, son infinitamente más grandes que ellos: tienen entre 5 y 7 años. Hay alguno de 12, y hasta de 14. La benjamina suponen que tiene unos 7 meses, aunque nadie lo sabe porque no hay registro documental que lo acredite. Todos, desde la beba de 7 meses, hasta el más adulto, de apenas 14, forman parte de un grupo de 33 chicos que eran transportados en un ómnibus por diez o nueve estadounidenses que no lograron cumplir su cometido, esto es, salir de Haití a través de la frontera con Santo Domingo, sin los documentos que acrediten la identidad de los niños ni el permiso que los habilitara a realizar semejante viaje a la utopía del Disneyworld. Los nueve (o diez, hay diferencias entre la información de la embajada estadounidense y el gobierno haitiano) alegaron pertenecer a una organización católica humanitaria, la New Life Children’s Refuge, de Idaho, y aseguraron que nada más lejos del tráfico de niños que ellos. “Debe ser un lamentable error administrativo”, sopló a la NBC un allegado a los nada-más-lejos. Del lado del gobierno haitiano, la historia no parece quedar reducida a un error burocrático: “No es adopción, es un robo, es totalmente ilegal”, afirmó Yves Cristalin, ministro de Asuntos Sociales de Haití.
La chiquita, dicen que de un año, se aferra a los dedos de su protector, un chiquito de cuatro años. Los dos, a su vez, son rodeados por chicos que, desde su perspectiva, son infinitamente más grandes que ellos: tienen entre 5 y 7 años. Hay alguno de 12, y hasta de 14. La benjamina suponen que tiene unos 7 meses, aunque nadie lo sabe porque no hay registro documental que lo acredite. Todos, desde la beba de 7 meses, hasta el más adulto, de apenas 14, forman parte de un grupo de 33 chicos que eran transportados en un ómnibus por diez o nueve estadounidenses que no lograron cumplir su cometido, esto es, salir de Haití a través de la frontera con Santo Domingo, sin los documentos que acrediten la identidad de los niños ni el permiso que los habilitara a realizar semejante viaje a la utopía del Disneyworld. Los nueve (o diez, hay diferencias entre la información de la embajada estadounidense y el gobierno haitiano) alegaron pertenecer a una organización católica humanitaria, la New Life Children’s Refuge, de Idaho, y aseguraron que nada más lejos del tráfico de niños que ellos. “Debe ser un lamentable error administrativo”, sopló a la NBC un allegado a los nada-más-lejos. Del lado del gobierno haitiano, la historia no parece quedar reducida a un error burocrático: “No es adopción, es un robo, es totalmente ilegal”, afirmó Yves Cristalin, ministro de Asuntos Sociales de Haití.
“La policía de la frontera vio un bus con muchos niños y le llamó la atención –fue la descripción que hizo a la prensa la ministra de Cultura y Comunicaciones, Marie-Laurence Jocelyn Lassegue–. Cuando les pedimos los documentos por estos menores no tenían ningún tipo de documento. Carecían de cualquier papel legal para sacarlos del país.” La detención se produjo en la frontera, el viernes por la noche, cuando el ómnibus intentaba cruzar a República Dominicana.
Los niños fueron enviados a Croix des Bouquets, a la ONG SOS Village, donde se concentran la mayor parte de los esfuerzos legales por impedir el secuestro de niños para ser vendidos bajo el manto de la adopción. Los estadounidenses, a la central de policía de Puerto Príncipe, tal como informó su director general, Mario Andresol, junto con dos presuntos cómplices haitianos. “Esto es un robo, no es una adopción –aseguró indignado el ministro Cristalin–. Para dejar Haití un niño necesita de una autorización del Instituto de Bienestar Social, que se ocupa de los casos de adopción.” Según Cristalin, dos pastores, uno en Haití y otro en Atlanta, Estados Unidos, están igualmente implicados en el caso.
Los estadounidenses fueron presentados como miembros de una organización caritativa denominada New Life Children’s Refuge (Refugio para Niños Nueva Vida), con base en el estado de Idaho.
“No tenemos estrictamente nada que ver con el tráfico de niños. Es exactamente contra lo que intentamos luchar –se defendió o intentó defenderse Laura Silsby, anunciada como cabeza visible del grupo, ante un periodista del Idaho Press-Tribune–. Vista la situación caótica en la que el gobierno (haitiano) se encuentra en este momento, queríamos hacer simplemente lo que nos parecía justo”, sostuvo.
Algunos de los integrantes, entre los que había un adolescente de 18 y cuna del Norte, se mostraban más que crispados de angustia mientras que otros aseguraban que en este pasaje de sus vidas abrevarían en sus Biblias, que los acompañaban incluso dentro de la central de policía.
Entre tanto, a kilómetros de allí, en el campamento de SOS Village, el miedo y la angustia pasaban por otro lado. Los chicos rescatados de las family games todavía no habían logrado superar el stress del terremoto y ya estaban intentando aprender a soportar las bofetadas de la separación familiar. Y no es que todas, o algunas, hubieran sufrido irremisiblemente su pérdida. “La mayoría de estos niños tiene familia. Algunos de los más grandes dijeron que sus padres están vivos, y algunos dieron una dirección y número de teléfono”, aseguró Patricia Vargas, directora regional de SOS Village, que el sábado atendió el pedido del Instituto Haitiano de Bienestar Social para que acogiera a este grupo de niños re-rescatados.
“Teníamos bases para sospechar que esto estaba pasando en Haití tras el terremoto –dijo a la agencia AFP Georg Willeit, encargado de mostrar el centro y un cancerbero para evitar que nadie tuviera contacto con los niños como para evitar mayores exposiciones–. Varios de ellos estaban muy asustados anoche.” Luego abrió la puerta de una de las cabañas del centro, decorada como un hogar, donde dormía en un sofá “la bebé”, como la nombraron tres niñas de 12 y 14 años, que se encargaban de mantener todo el entorno en silencio para que “la bebé” pudiera dormitar. La chiquita, la benjamina del grupo de 33 niños, había llegado a SOS Village el sábado con problemas de desnutrición y deshidratación, por lo que tuvo que pasar la noche en el hospital.
“Tiene problemas para comer, no sabe hacerlo, y tuvo deshidratación –explicó Willeit sobre “la bebé” cuya edad nadie pudo determinar–, pero debe ser de unos siete meses”, dijo, como quien estima a ojo de conocedor la edad de un animalito encontrado en la calle.
También resultaba impactante lo que relataban otros voluntarios (los había chilenos, dominicanos, costarricences): que pasado el terremoto, muchos padres se habían acercado a la sede de SOS Village preguntando por el destino de sus hijos y mostrando desesperadamente sus fotos. “¿Lo vio?”, preguntan y esperan a que les digan que no, con la esperanza de que les digan que sí, que los han visto en tal o cual lugar. Quizás, en alguno de estos 33 casos pueda ocurrir esa especie de milagro.
Entre los detenidos figuran miembros de la Iglesia Baptista de Central Valley, en Meridian, y de la Iglesia del Este, en Twin Falls, todos integrantes de la New Life. Su razonamiento: “Teníamos permiso de un presbítero de Santo Domingo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario