lunes, 15 de febrero de 2010

UNA PISTOLA CARGADA POR EL DIABLO


Los peligros de la TASER X26, que Maurico Macri compró para la Metropolitana. Las autoridades porteñas defienden su utilización, aunque el propio fabricante advierte que pueden provocar graves daños o incluso la muerte. Taser recomienda, por ejemplo, no disparar al tórax para evitar fallas cardíacas.

La propia compañía texana Taser reconoce el peligro que implica la utilización de las polémicas pistolas “no letales” X26 que la flamante Metropolitana adquirió con el propósito de “probarlas”. La guía para usuarios del arma sostiene que someter a una persona a 15 segundos de descargas produce el mismo efecto físico que haber sido estrangulado o haberse trabado en lucha, y advierte que esos efectos psicológicos y metabólicos “aumentan el riesgo de morir o de un daño severo”. A pesar de que el mismo fabricante admite los efectos indeseados del uso de las pistolas de descarga eléctrica, el gobierno porteño continúa defendiendo su empleo en el caso de delitos menores y contravenciones a los que se abocará la nueva policía.


Taser tuvo que enfrentar más de 300 juicios por las X26 que fabrica en Estados Unidos y distribuye para fuerzas de seguridad en todo el mundo, entre ellas la Metropolitana, que acaba de adquirir cinco pistolas. “Pero no hemos perdido ninguno”, se ufanó ante la consulta de Página/12 un representante de la empresa en la Argentina. La compañía texana logró sortear los procesos judiciales porque la guía para usuarios –a la que este diario tuvo acceso– funciona como un deslinde de responsabilidad: advierte todos los riesgos que entraña utilizar los dispositivos y destaca que el sujeto, al resistirse a la autoridad, “ya está poniendo en riesgo su vida”.


Entre los posibles efectos adversos, se cuentan hernias, dislocaciones en tendones y ligamentos e incluso fracturas, debido a las contracciones que sufren los músculos durante las descargas. Las personas con enfermedades preexistentes son más propensas a sufrir heridas y menciona como población de riesgo, aunque no limita, a: embarazadas, personas con osteoporosis, o que han sufrido operaciones, niños, o personas de contextura pequeña. También destaca que el daño puede ser mayor si la persona reacciona intentando hacer un movimiento rápido al momento de recibir la descarga eléctrica, algo que parece previsible que suceda en la práctica.


El problema principal, y por el cual asociaciones de derechos humanos consideran a las Taser como “instrumento de tortura”, surge de la utilización discrecional que realizan las fuerzas que la usan en las calles. En varios estados de Norteamérica la pistola se encuentra prohibida –incluyendo Nueva York– y varios países están acotando su utilización, ya que ha provocado muertes y demandas de damnificados contra la misma policía, con casos emblemáticos como el ocurrido en Canadá.


Aunque el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, había afirmado que “no es una picana; no produce dolor ni lesiones, y menos aún secuelas físicas, sino una simple parálisis muscular”, la misma empresa Taser reconoce que existen riesgos y recomienda, por ejemplo, no disparar al tórax para evitar fallas cardíacas.


Desmayos y caídas provocadas por el colapso en el sistema nervioso periférico que controla la movilidad pueden redundar en heridas y efectos no deseados. Si se dispara apuntando a la cabeza también podría causar epilepsia. Stress y dolor acompañado de temblores, pánico y miedo previo y posterior son otros efectos probables cuando se utilizan las Taser. Efectos psicológicos y cambios en el metablolismo también son descriptos en la guía. El manual confiesa que someter a una persona a 15 segundos de descargas equivale al mismo efecto físico que haber sido estrangulado, o haberse trabado en lucha. Estos efectos psicológicos y metabólicos “aumentan el riesgo de morir o de un daño severo”, afirma la compañía. Amnistía Internacional, por su parte, ha recomendado a varios departamentos de policía que lleven consigo desfibriladores portátiles en caso de que el individuo experimente una falla cardíaca y sea necesario reanimarlo.


La cronología comenzó el 14 de enero con la firma, por parte del ministro Montenegro, de la Resolución Nº 20 - MJYSGC/10 para adquirir por contratación directa cinco dispositivos “Taser X26” y cinco carabinas semi automáticas “Pepper Ball”, que lanzan gas pimienta y cuestan 1785 dólares cada una.


Los dispositivos Taser X26 no son armas de fuego, ya que utilizan un sistema de propulsión de nitrógeno comprimido para transmitir pulsos eléctricos administrando una descarga de 50 mil voltios que deja al individuo incapacitado en forma inmediata. El X26 utiliza dos dardos conductores lanzados a una distancia de hasta 11 metros y transmite una señal eléctrica que ataca al sistema nervioso periférico, afectando la movilidad y el equilibrio.


El fabricante admite que los dardos pueden atravesar varias capas de ropa así como también penetrar hasta una pulgada dentro de la piel, provocando heridas, si la persona está con el torso desnudo o se apunta a una parte descubierta del cuerpo a poca distancia, un dato que había sido negado por las autoridades porteñas. La descarga se activa con el pulsador ubicado en el gatillo y opera en ciclos de unos pocos segundos cada uno, para no realizar una descarga continua. El costo de cada uno de los aparatos, según Bucello y Asociados, es de 2700 dólares por unidad.


El jefe de Gobierno Mauricio Macri aseguró ante la polémica generada que las Taser estarían acompañadas por cámaras, destinadas a evitar abusos por parte de los agentes. El costo de las Taser Cams que irán anexadas a los dispositivos es de 1370 dólares cada una. Según pudo averiguar Página/12, cada una de las cámaras que acompañarán a las Taser de la Metropolitana tiene una memoria que almacena hasta 90 minutos de grabación y se activa de manera automática cuando el dispositivo se coloca en posición de disparo. La memoria de la cámara se encuentra encriptada por lo que no se puede alterar, pero como es limitada, una vez que transcurre una hora y media de grabación los datos anteriores se eliminan y comienza un nuevo ciclo, perdiendo lo almacenado.


Como complemento, el dispositivo posee un chip que registra en su memoria todo el uso del aparato, siempre que sea disparado. Es decir, que es posible obtener un registro de cuántas veces fueron disparados los dardos. Si lo que se necesita es saber bajo qué circunstancias se utilizó, habrá que recurrir a la Taser Cam, siempre y cuando el video de la situación esté disponible.


De la suma de lo que cuesta cada dispositivo surge que el gobierno porteño, sin regatear un centavo de descuento por cantidad, tendría que haber pagado el equivalente a 113.000 pesos por todo el equipamiento. Sin embargo, el costo de la operación fue de 121.000 pesos, pagaderos a la firma Bucello y Asociados S.R.L., representante exclusivo de Taser en Argentina y el proveedor de la mayoría del armamento y material que utilizan las fuerzas de seguridad en el país.


Informe: Gabriel Morini.

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