Religioso belga, y compañeros, mártires de la solidaridad con los campesinos de Guatemala. Religioso belga de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, de 29 años. Después de obtener su diploma de Trabajador Social, decide ser misionero en Guatemala, adonde llega en 1975. Secuestrado y desaparecido con otros campesinos, Sergio trabaja en la Costa Sur, animando las comunidades del Puerto San José, Santa Lucía Cotzumalguapa y Tiquisate.
Su opción por los pobres es clara desde su llegada. En medio de la realidad de miseria e injusticia en que viven los campesinos, descubre más nítidamente en cada uno de ellos el rostro sufriente de Cristo. La Palabra de Dios en la Biblia se le hace transparente, iluminadora y de ella saca fuerzas para seguir cada día más radicalmente los pasos de Jesús. Comparte la vida de los pobres, dialoga y crece con ellos en concientización. Ve la necesidad de la organización y de acciones concretas que promuevan un cambio más profundo. Pospone sus estudios teológicos para acompañar a su pueblo adoptivo. Es consciente del peligro de muerte que corre a causa de su compromiso, en momentos en que la sola condición de cristiano es sinónimo de subversión.
Quiere compartir la suerte de los pobres hasta sus últimas consecuencias. Para protegerse y salvar a sus compañeros de la congregación religiosa y a los campesinos más comprometidos, Sergio decide vivir clandestinamente. Esconderse y seguir trabajando. Hasta que es secuestrado con otros jóvenes en una calle de la ciudad de Guatemala. Sergio, muchacho joven, extranjero, se hace pobre, campesino, guatemalteco, mártir de la justicia y la solidaridad.
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