Gianni Vattimo es uno de los pensadores más lúcidos de los últimos tiempos. Comunista, católico y homosexual, ahora también se define como chavista. Analiza a Latinoamérica.
Por Tali Goldman
Es impresentable.” Así lo definen –picardía mediante– quienes intentan desacreditar a uno de los principales filósofos contemporáneos, que está muy lejos del estereotipo de su profesión. Es comunista, aunque católico y homosexual militante. Anarquista, aunque partidario activo y miembro del Parlamento Eurolatinoamericano. Fiel a la Iglesia, aunque de pensamiento posmoderno y revolucionario, Gianni Vattimo es una marca registrada. “Soy un filósofo italiano que hace un poco de política en el Parlamento”, disparó el simpático pensador, en un español con fuerte acento “tano”.
Vattimo es uno de los pensadores europeos más lúcidos de los últimos tiempos. Nacido en Turín en 1936, se desarrolló académicamente como filósofo influenciado por los pensamientos de Heidegger y Nietzsche, y disertó con sus coetáneos Rorty y Habbermas, entre otros. Profesor en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, dio sus primeros pasos en política como miembro del Partido Radical, más tarde en la coalición Alianza por Turín, y en 1999 fue electo diputado por el Partido Demócrata de Izquierda en el Parlamento de Estrasburgo. En 2004, rompió con ese partido y desde entonces es un miembro del Parlamento Europeo por el Partido de los Comunistas Italianos.
Su bibliografía abarca numerosos conceptos relevantes que fueron muchas veces el centro del debate académico: posmodernismo, religión y naturaleza, ecología, pensamiento débil y democracia. Sin embargo, en su último libro, Ecce Comu, el filósofo repiensa la categoría de “comunismo” del siglo XXI, haciendo foco, sobre todo, en las sociedades latinoamericanas. El fenómeno del socialismo en los diferentes países de la región, sobre todo en Venezuela, Bolivia y Ecuador, es analizado positivamente por Vattimo. Cuando en abril pasado fue invitado por la Universidad de Quito, afirmó: “En el mundo se necesita un cambio revolucionario que tendrá que protagonizar Latinoamérica, porque Europa aún tiene las cadenas del pasado”.
De visita en la Argentina, invitado por la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP) para su 40º aniversario, disertó en el marco del seminario internacional “La Argentina y el mundo” con el jurista y político brasileño Roberto Mangabeira Unger. Con la consigna “Crisis internacional: oportunidades y aprendizajes”, los intelectuales diseñaron sus lineamientos políticos, sociales y económicos mirando el pasado, replanteándose el presente y pensando en el futuro. De todo eso, también habló con Veintitrés.
–¿Por qué en Italia siguen eligiendo personajes de derecha como Berlusconi?
–Berlusconi no está en el poder porque la gente lo ame. Aquellos que lo votaron lo hicieron porque él representa todo lo peor de los italianos: no paga los impuestos, es machista, está con la mujer que quiere (risas), y al parecer eso les atrae. Es electo sólo porque no hay mejores alternativas y la izquierda directamente no va a votar.
–¿Por qué?
–El problema de la izquierda en Italia es que no puede gobernar. Olvidó su izquierdismo.
–¿Por qué cree que Europa debería mirar a Latinoamérica para salir de la crisis?
–Pienso que Latinoamérica es el futuro de la nueva Europa. Tenemos valores y lenguas comunes y la tradición del derecho romano. Europa se está chocando con los límites de la modernidad y de la democracia formal. Esto me hace pensar que, como decía Churchill, “la democracia es un sistema horrible”. Es por eso que Europa necesita modelos diferentes para repensarse de manera independiente de Estados Unidos y de las empresas multinacionales. La democracia formal europea implica que los representantes que terminan siendo electos son los que tienen más dinero para pagar medios o para hacerse propaganda.
–Es decir que los líderes principales de la región están desarrollando un gran cambio de paradigma a nivel mundial.
–Yo soy, irremediablemente, chavista. Lo que ha hecho Chávez en Venezuela es enorme, en especial todas las misiones de barrio adentro (N. de la R.: un programa social venezolano con ayuda del gobierno de Cuba que ofrece diversos servicios de salud y educación en las zonas más pobres del país). Lo que pasa es que, a los ojos del mundo euro-occidental, en Latinoamérica estamos frente a democracias endebles ya que no se rigen bajo los parámetros de la “democracia formal de tipo europeo”, entonces, indefectiblemente, la llaman dictadura. Pero Chávez se defendió de un golpe de Estado, ha hecho numerosos referendos y respeta las elecciones.
–Usted plantea que los países de América latina son democracias de “alta energía”. ¿Por qué?
–Como decía antes, creo que en Venezuela, por ejemplo, las misiones de barrio adentro son un claro ejemplo de una democracia de alta energía. Porque son sistemas que no están hechos para burócratas, sino para miembros del propio partido, es decir de los voluntarios que participan del trabajo social. Se trata de personas que voluntariamente ayudan en la salud, en la instrucción, etc. El mundo se está dividiendo en dos bloques: los pobres y los ricos. Y me parece que estos líderes latinoamericanos están del lado de los pobres, por eso constituyen democracias de “alta energía”.
–Otra de las chicanas utilizadas por el establishment es que en algunos países de la región no hay libertad de prensa.
–Exacto, se dice que en Venezuela no hay libertad de prensa. Sin embargo, en Caracas todos los periódicos están contra Chávez, porque son propiedad de los burgueses opositores. En Europa estamos intentando modificar una posición común sobre Fidel Castro. Porque la concepción popular es que Castro no es democrático porque las elecciones se hacen sobre listas que se determinan en grupos, en el barrio, etc. Esto es absolutamente legítimo y democrático.
–En la Argentina se está por implementar la Ley de Medios Audiovisuales, que es muy criticada por la oposición. ¿Qué opina de ese debate?
–Me enteré de este tema cuando (Gabriel) Mariotto me vino a visitar a Italia. La pregunta es qué significa la libertad de prensa para los grandes monopolios que concentran los grandes poderes. Yo estoy a favor de esta ley y sobre todo de una televisión estatal. En Italia la televisión está dominada por los partidos políticos y por los magnates ricos.
–¿Cómo evalúa la gestión de Cristina Fernández de Kirchner?
–Me interesa mucho lo que está haciendo acá en la Argentina. He descubierto, la última vez que vine, que ella formalmente es una peronista. Incluso el peronismo, siguiendo con el hilo anterior, pone en tela de juicio si lo que discutimos tiene que ser en base a los criterios de las democracias occidentales anglosajonas o podemos discutir en otras claves, como las de América latina. El peronismo pone sobre la mesa la redistribución de la riqueza, el sentido por las clases pobres.
–Usted escribió varios libros sobre el tema de los recursos naturales y el poder. Actualmente en la Argentina es un tema central la explotación de petróleo en las Islas Malvinas. ¿Piensa que este conflicto con Gran Bretaña puede empezar a resolverse por una disputa ambiental?
–Hay un derecho de los pueblos a sus propios recursos. Creo que estos pueblos se tienen que reivindicar porque efectivamente son colonias. Yo ahora prefiero reconocer el derecho argentino porque los recursos naturales, en muchas partes de Latinoamérica, presentan problemas: el gas en Bolivia, el petróleo en Venezuela. En el momento de decidir, se involucran mucho las fuerzas y las opiniones políticas: ¿la Argentina tiene ahora influencia para imponerse ante Gran Bretaña, vale la pena una guerra?
–El Senado argentino se apresta a votar la ley de matrimonio homosexual. ¿Le genera cierta contradicción a usted, que es católico y militante por los derechos igualitarios?
–En la tradición religiosa hay numerosas historias homosexuales, como por ejemplo la del rey David y su amigo Jonathan. La religión no tiene nada contra la homosexualidad. Me parece que es muy importante que se esté llevando a cabo este debate. En Italia no estamos ni cerca de darlo.
Es impresentable.” Así lo definen –picardía mediante– quienes intentan desacreditar a uno de los principales filósofos contemporáneos, que está muy lejos del estereotipo de su profesión. Es comunista, aunque católico y homosexual militante. Anarquista, aunque partidario activo y miembro del Parlamento Eurolatinoamericano. Fiel a la Iglesia, aunque de pensamiento posmoderno y revolucionario, Gianni Vattimo es una marca registrada. “Soy un filósofo italiano que hace un poco de política en el Parlamento”, disparó el simpático pensador, en un español con fuerte acento “tano”.
Vattimo es uno de los pensadores europeos más lúcidos de los últimos tiempos. Nacido en Turín en 1936, se desarrolló académicamente como filósofo influenciado por los pensamientos de Heidegger y Nietzsche, y disertó con sus coetáneos Rorty y Habbermas, entre otros. Profesor en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, dio sus primeros pasos en política como miembro del Partido Radical, más tarde en la coalición Alianza por Turín, y en 1999 fue electo diputado por el Partido Demócrata de Izquierda en el Parlamento de Estrasburgo. En 2004, rompió con ese partido y desde entonces es un miembro del Parlamento Europeo por el Partido de los Comunistas Italianos.
Su bibliografía abarca numerosos conceptos relevantes que fueron muchas veces el centro del debate académico: posmodernismo, religión y naturaleza, ecología, pensamiento débil y democracia. Sin embargo, en su último libro, Ecce Comu, el filósofo repiensa la categoría de “comunismo” del siglo XXI, haciendo foco, sobre todo, en las sociedades latinoamericanas. El fenómeno del socialismo en los diferentes países de la región, sobre todo en Venezuela, Bolivia y Ecuador, es analizado positivamente por Vattimo. Cuando en abril pasado fue invitado por la Universidad de Quito, afirmó: “En el mundo se necesita un cambio revolucionario que tendrá que protagonizar Latinoamérica, porque Europa aún tiene las cadenas del pasado”.
De visita en la Argentina, invitado por la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP) para su 40º aniversario, disertó en el marco del seminario internacional “La Argentina y el mundo” con el jurista y político brasileño Roberto Mangabeira Unger. Con la consigna “Crisis internacional: oportunidades y aprendizajes”, los intelectuales diseñaron sus lineamientos políticos, sociales y económicos mirando el pasado, replanteándose el presente y pensando en el futuro. De todo eso, también habló con Veintitrés.
–¿Por qué en Italia siguen eligiendo personajes de derecha como Berlusconi?
–Berlusconi no está en el poder porque la gente lo ame. Aquellos que lo votaron lo hicieron porque él representa todo lo peor de los italianos: no paga los impuestos, es machista, está con la mujer que quiere (risas), y al parecer eso les atrae. Es electo sólo porque no hay mejores alternativas y la izquierda directamente no va a votar.
–¿Por qué?
–El problema de la izquierda en Italia es que no puede gobernar. Olvidó su izquierdismo.
–¿Por qué cree que Europa debería mirar a Latinoamérica para salir de la crisis?
–Pienso que Latinoamérica es el futuro de la nueva Europa. Tenemos valores y lenguas comunes y la tradición del derecho romano. Europa se está chocando con los límites de la modernidad y de la democracia formal. Esto me hace pensar que, como decía Churchill, “la democracia es un sistema horrible”. Es por eso que Europa necesita modelos diferentes para repensarse de manera independiente de Estados Unidos y de las empresas multinacionales. La democracia formal europea implica que los representantes que terminan siendo electos son los que tienen más dinero para pagar medios o para hacerse propaganda.
–Es decir que los líderes principales de la región están desarrollando un gran cambio de paradigma a nivel mundial.
–Yo soy, irremediablemente, chavista. Lo que ha hecho Chávez en Venezuela es enorme, en especial todas las misiones de barrio adentro (N. de la R.: un programa social venezolano con ayuda del gobierno de Cuba que ofrece diversos servicios de salud y educación en las zonas más pobres del país). Lo que pasa es que, a los ojos del mundo euro-occidental, en Latinoamérica estamos frente a democracias endebles ya que no se rigen bajo los parámetros de la “democracia formal de tipo europeo”, entonces, indefectiblemente, la llaman dictadura. Pero Chávez se defendió de un golpe de Estado, ha hecho numerosos referendos y respeta las elecciones.
–Usted plantea que los países de América latina son democracias de “alta energía”. ¿Por qué?
–Como decía antes, creo que en Venezuela, por ejemplo, las misiones de barrio adentro son un claro ejemplo de una democracia de alta energía. Porque son sistemas que no están hechos para burócratas, sino para miembros del propio partido, es decir de los voluntarios que participan del trabajo social. Se trata de personas que voluntariamente ayudan en la salud, en la instrucción, etc. El mundo se está dividiendo en dos bloques: los pobres y los ricos. Y me parece que estos líderes latinoamericanos están del lado de los pobres, por eso constituyen democracias de “alta energía”.
–Otra de las chicanas utilizadas por el establishment es que en algunos países de la región no hay libertad de prensa.
–Exacto, se dice que en Venezuela no hay libertad de prensa. Sin embargo, en Caracas todos los periódicos están contra Chávez, porque son propiedad de los burgueses opositores. En Europa estamos intentando modificar una posición común sobre Fidel Castro. Porque la concepción popular es que Castro no es democrático porque las elecciones se hacen sobre listas que se determinan en grupos, en el barrio, etc. Esto es absolutamente legítimo y democrático.
–En la Argentina se está por implementar la Ley de Medios Audiovisuales, que es muy criticada por la oposición. ¿Qué opina de ese debate?
–Me enteré de este tema cuando (Gabriel) Mariotto me vino a visitar a Italia. La pregunta es qué significa la libertad de prensa para los grandes monopolios que concentran los grandes poderes. Yo estoy a favor de esta ley y sobre todo de una televisión estatal. En Italia la televisión está dominada por los partidos políticos y por los magnates ricos.
–¿Cómo evalúa la gestión de Cristina Fernández de Kirchner?
–Me interesa mucho lo que está haciendo acá en la Argentina. He descubierto, la última vez que vine, que ella formalmente es una peronista. Incluso el peronismo, siguiendo con el hilo anterior, pone en tela de juicio si lo que discutimos tiene que ser en base a los criterios de las democracias occidentales anglosajonas o podemos discutir en otras claves, como las de América latina. El peronismo pone sobre la mesa la redistribución de la riqueza, el sentido por las clases pobres.
–Usted escribió varios libros sobre el tema de los recursos naturales y el poder. Actualmente en la Argentina es un tema central la explotación de petróleo en las Islas Malvinas. ¿Piensa que este conflicto con Gran Bretaña puede empezar a resolverse por una disputa ambiental?
–Hay un derecho de los pueblos a sus propios recursos. Creo que estos pueblos se tienen que reivindicar porque efectivamente son colonias. Yo ahora prefiero reconocer el derecho argentino porque los recursos naturales, en muchas partes de Latinoamérica, presentan problemas: el gas en Bolivia, el petróleo en Venezuela. En el momento de decidir, se involucran mucho las fuerzas y las opiniones políticas: ¿la Argentina tiene ahora influencia para imponerse ante Gran Bretaña, vale la pena una guerra?
–El Senado argentino se apresta a votar la ley de matrimonio homosexual. ¿Le genera cierta contradicción a usted, que es católico y militante por los derechos igualitarios?
–En la tradición religiosa hay numerosas historias homosexuales, como por ejemplo la del rey David y su amigo Jonathan. La religión no tiene nada contra la homosexualidad. Me parece que es muy importante que se esté llevando a cabo este debate. En Italia no estamos ni cerca de darlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario