En seis años, se cuadruplicaron los grupos que atienden esta patología. Se da en todas las edades y grupos sociales. Los expertos dicen que el mayor problema es que la sociedad alienta estas conductas.
Por Mariano Gavira
Días aburridos, noches frustrantes y nada en el horizonte, necesitás algo que te levante el ánimo ya, agarrás el bolso, la tarjeta de crédito y ¡a comprar!”. Así es un día en la vida de Rebecca, la protagonista de la película Loca por las compras , basada en el libro homónimo que fue best seller en los Estados Unidos. Rebecca retrata la compulsión por comprar, una enfermedad que se expandió en todo el mundo.
En la Argentina los casos se multiplicaron en los últimos años , junto con la guerra de ofertas y descuentos de los supermercados y las tarjetas de crédito.
Lo confirman los números y los especialistas que atienden estas patologías. En 2006, en Deudores Anónimos (DA), una entidad que trabaja en modalidad autoayuda, existía un solo grupo para personas con este problema. Hoy ya tienen cuatro en Capital y Gran Buenos Aires.
El 80% de sus asistentes son compradores compulsivos .
“En su mayoría están con la soga al cuello, sienten que no tienen salida. Y en parte es cierto, están acorralados por los bancos y hasta por los familiares. Los más extremos llegan con la idea de suicidarse”, dice Mario (51), quien asiste y coordina los grupos de DA.
Psicólogos especializados coinciden en que los casos aumentaron. Aunque no existan datos oficiales, estipulan que las consultas crecieron entre 20 y 30 por ciento . “Hay adicciones que están mal vistas culturalmente, como el alcohólico o el drogadicto, y otras que están bien vistas, como el comprador.
A la hora de comprar no hay impedimentos . Por eso hay cada vez más, porque la oferta es inmensa”, afirma la psicóloga Gloria Korenblum.
Esta patología se da por igual en hombres y mujeres. Afecta a los adultos, pero también a los chicos. No discrimina clases sociales. La necesidad de formar parte de un grupo de personas provoca que un individuo compre para no quedarse “fuera del sistema”.
“Recuerdo que cuando era chico –cuenta Mario– en los colegios te regalaban una libreta de ahorro, para que pudieras juntar plata y comprarte lo que necesitaras. Se estimulaba a no despilfarrar el dinero. Hoy los padres les regalan a sus hijos la extensión de las tarjetas de crédito para que las destruyan”. El psicoanalista Oscar Paulucci, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), asegura que existe una tendencia social a consumir: “En la cultura actual, todos estamos bajo la tentación de la compra. Vivimos en un mundo donde nos abruman con publicidades, donde gastar está bueno. Estoy convencido de que existen millones de personas que sufren por esto y no se dan cuenta”.
Mario lo avala: dice que lo más difícil es aceptar el problema, porque los que lo sufren piensan que su comportamiento es normal . Los especialistas emparentan esta adicción con otras patologías vinculadas a la compulsión, como la ludopatía. Dicen que tienen orígenes y mecanismos similares: la persona intenta tapar lo que siente haciendo algo que la alivia sólo transitoriamente. Pero cuando el problema vuelve, agravado por el arrepentimiento, el ciclo adictivo arranca de nuevo.
Termina la película y Rebecca pasea con su cartera frente a todas las vidrieras. No se detiene en ninguna. Los maniquíes parecen aplaudirla, porque está recuperada. Todo puede solucionarse si en verdad se desea.
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