lunes, 21 de mayo de 2012

LA VUELTA DE SENDERO LUMINOSO

Por Emiliano Guido

La histórica guerrilla maoísta rural Sendero Luminoso rompió con años de silencio y permitió el ingreso de periodistas a su remoto campamento ubicado en el valle pre-amazónico del Alto Huallaga. Desde la caída y encarcelamiento de su líder Abimael Guzmán –quien se consideraba a sí mismo como la cuarta espada del comunismo internacional tras Lenin, Stalin y Mao– varias leyendas agigantaron el misterio de los sobrevivientes armados de Sendero: para algunos se los había tragado la selva, aunque la mayoría conjeturaba que eran sólo un brazo armado más de los narcos. Pero, aunque lejos del poder de fuego que los llevó a cercar militarmente Lima a inicios de los ochenta, la guerrilla campesina no desapareció, se mantuvo movilizada estos años y, ahora, decidió hablar públicamente por dos motivos: el deseo de llegar a un acuerdo de paz con el gobierno de Ollanta Humala y desmentir su supuesto vínculo con los carteles de la droga.
La primicia periodística concedida por el nuevo número uno de Sendero, el camarada Artemio, fue para el portal electrónico peruano IDL-R Reporteros y para Dan Collyns, colaborador del periódico británico The Guardian. La entrevista tiene dos valores: está magníficamente escrita y, además, retrata una foto política en extinción, una pieza perdida de una estrategia insurgente moribunda y de unos guerrilleros que, anoticiados de su aislamiento y su derrota, han decidido volver a la superficie. Aquí los principales fragmentos.
“Es la tarde del jueves 1 de diciembre y luego de navegar largo rato en el torrentoso y encrespado río Huallaga, hemos avanzado a contracorriente por un tributario, y luego por otro. Al fin, desembarcamos en una playa muy pequeña, cubierta por la vegetación. Avanzamos un par de cuadras, por un camino que se adivina antes que se ve, hasta que un hombre armado emerge del bosque y ordena el alto”, comienza el artículo firmado por Gustavo Gorriti titulado En el campamento de Artemio. Luego, un diálogo entre Gorriti y Artemio resume el mensaje principal que la guerrilla quería comunicar a nivel nacional: “¿Usted está de acuerdo, coincide, en que la guerra iniciada por ustedes el 17 de mayo de 1980 terminó en derrota para ustedes?”. “Sí, eso es real. No vamos a negarlo”; “Entonces el tipo de acciones que usted lleva a cabo ya no son acciones de una insurrección que busca la victoria, sino acciones meramente defensivas”; “El objetivo político sigue siendo el mismo con que nos levantamos en armas, aunque en la práctica hoy día eso no es posible. Con sinceridad queremos plantear que nosotros queremos una solución política; queremos que termine el conflicto armado, pero a través de los métodos de una mesa de negociaciones”.
Ya en la segunda parte de la entrevista que dominó por estos días las principales portadas periodísticas locales, Sendero Luminoso niega rotundamente ser una “narcoguerrilla”. “El ingreso de Sendero Luminoso al Alto Huallaga coincide con la veloz expansión del narcotráfico en la región. Además, la mayoría de las organizaciones narcotraficantes aceptaron la hegemonía de Sendero y continuaron funcionando bajo su permiso. Ellos, los narcotraficantes, operaban bajo la autorización de ustedes”, desafió Gorriti en un pasaje del artículo, a lo que el comandante de Sendero respondió: “Ellos operaban bajo el respeto político a mi partido y al amparo de las fuerzas armadas y policiales, ellos son los que autorizan, no nosotros”; “Pero cuando ustedes dominaron el Alto Huallaga, ustedes tenían un control territorial muy superior”; “Sí, es verdad eso”; “¿Y ustedes les permitían actuar?”; “Por supuesto, porque el objetivo no eran ellos, el objetivo era el Estado. En realidad, tres eran las peleas: contra el imperialismo, contra el capitalismo burocrático y contra la semi-feudalidad. Esos eran los objetivos, no podíamos pelearnos contra todos a la vez”, se justificó Artemio mientras “las luces de linternas de los senderistas hacían un juego surrealista desde la oscuridad de la selva”.

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