"Donde hubiere un hombre sufriendo, es el Maestro que sufre", denunció Fray Tito de Alencar Lima, después de ser torturado, apaleado, martirizado con choques eléctricos y haber sido vilipendiado de las más ignominiosas formas. Pero no hablaba de sí mismo. Hablaba del sufrimiento cotidiano y por eso invisible, de muchas personas comunes, anónimas, con el rostro marcado por miserias y padecimientos de quienes decidieron seguir los pasos de Cristo. Estas vidas diariamente suprimidas por el desprecio, encuentran momentos de dolor agudo en épocas de gran insensatez, como durante el acceso de regímenes autoritarios al poder, como el que dominó el Brasil por 20 años, de 1964 a 1984. "Las pruebas de las torturas las traemos en el cuerpo", afirmó Fray Tito, que convirtió el grito de dolor punzante producido por estos estigmas, en una voz que convoca a los que traen dentro de sí el espíritu, para luchar contra toda injusticia y sufrimiento. Haciendo presente una vez más esta convocatoria es que se rememora este 10 de agosto, los 35 años de la muerte de Fray Tito.
Tito de Alencar Lima nació el día 14 de septiembre de 1945, en Fortaleza, en una familia de once hermanos. Participando del compromiso político a través del evangelio, asumió la dirección de la Juventud Estudiantil Católica en 1963 y fue a vivir a Recife. En 1966 entra en el noviciado de los dominicos en Belo Horizonte, con el ideal de testimoniar la palabra de Dios a través de un compromiso colectivo de construcción de la fraternidad. En octubre de 1968, Fray Tito fue detenido por estar participando de un congreso clandestino de la Unión Nacional de los Estudiantes en Ibiúna. Fue fichado por la policía y se convirtió en blanco de persecución de la represión militar. Al inicio de 1970, Fray Tito fue torturado en los sótanos de la "Operación Bandeirantes". En la prisión escribió sobre su tortura y el documento corrió por el mundo y se transformó en símbolo de lucha por los derechos humanos.En 1971 fue deportado a Chile y, bajo la amenaza de ser nuevamente detenido, huyó a Italia. En Roma no encontró apoyo de la Iglesia Católica, por ser considerado un "fraile terrorista". De Roma fue a Paris, donde encontró el tan esperado refugio, recibiendo apoyo de los dominicos.Traumatizado por la tortura que sufrió, Fray Tito se sometió a tratamiento psiquiátrico. Su estado era inestable, viviendo una atormentada alternancia entre la prisión y la libertad delante de su pasado. El día 10 de agosto de 1974, un morador de los alrededores de Lyon, encontró el cuerpo de Fray Tito, suspendido por una cuerda. La causa de la muerte - sospecha de suicidio, versión que la familia rechaza - se volvió un enigma. Fue enterrado en el cementerio dominicano Sainte Maire de La Tourrete, en L´Abresle.
El 25 de marzo de 1983, el cuerpo de Fray Tito llegó a Brasil. Antes de llegar a Fortaleza, pasó por San Pablo, donde fue realizada una celebración litúrgica en memoria de los muertos por la dictadura de 1964: el propio Fray Tito y Alexandre Vannuchi. Cercado por obispos y numeroso grupo de sacerdotes, D. Paulo Evaristo Arns repudió la tragedia de la tortura en misa de cuerpo presente, acompañada por más de 4 mil personas.
A los 35 años de su muerte, Fray Tito puede ser recordado a través de un memorial en el Museo de Ceará, su tierra natal. Su voz de denuncia, de aquel que vivió en su propia piel los horrores de una dictadura, inspira el trabajo de la Agencia de Información Fray Tito para América Latina (Adital), que pretende alcanzar al mundo con las noticias sobre los pueblos de este continente.
Pero por sobre todo, mientras se sufre y se lucha por los derechos de cada ser humano, queda en el recuerdo el ejemplo de Fray Tito, que nos apunta hacia Cristo, que pasó por innumerables sufrimientos para traer a todos la Vida.
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