jueves, 6 de agosto de 2009

HISTORIA DE SAN CAYETANO


SU HISTORIA.


Nació Cayetano; de padres nobles, hacia el año 1.480, en la ciudad de Vicenza, del señorío de Venecia. Sin embargo, algunos autores afirman que vio la luz en Gaeta. Efectivamente, el nombre Cayetano proviene del término latino caietanus, que significa, oriundo de Caieta, como se llamaba esa ciudad en la época de los romanos. Antes de nacer, ya la madre lo había ofrecido a Jesús. De pequeño, por este motivo, se lo llamaba Cayetano de Santa María. Cayetano nació en una época de cambios históricos profundos, logró vivir de acuerdo a lo que creía y trascender su tiempo, no sólo como un Santo venerable, sino como un ejemplo de vida cristiana. Frecuentó desde muy joven las iglesias y le gustaba la soledad. Se estableció en Roma y el Papa Julio lo nombró protonatario apostólico y lo hizo camarero. San Cayetano experimentaba una desgana muy viva por el género de vida de muchos de los otros prelados y eclesiásticos de la corte papal. En una carta del 31 de julio de 1517, le pedía a Laura Mignani rezar por Roma: "Te recomiendo ésta, alguna vez Ciudad Santa, ahora Babilonia, en la cual hay tantas reliquias". Ordenado sacerdote el 30 de setiembre, celebró su primera misa en la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero de 1517, en el altar del Pesebre de Santa María la Mayor, donde la Madre de Dios, en la Navidad siguiente le presentará su Hijo Divino entre los brazos, como él mismo lo relata a Laura Mignani en una carta del 18 de febrero de 1518.


A FAVOR DE LOS INCURABLES.


Al regresar a Vicenza, encontró un conjunto de gente humilde, devota y ejemplar, que él llamó sociedad santa. Los aleccionó para que fueran útiles en el hospital de incurables y ejerció personalmente la caridad con los enfermos. Su ejemplo cundió por toda la ciudad. Caballeros, nobles, militares y vecinos de gran fortuna acudían como voluntarios al hospital. Se trasladó a Venecia. Allí gastó gran parte de su fortuna en realizar obras de misericordia. Reparó el hospital, llamado Hospital Nuevo. Todavía se ve sobre la puerta principal del hospital la imagen del santo y la inscripción en que se lo llama "amado fundador". Acostumbraba decir que en la iglesia se rendía a Dios el homenaje de la adoración y "en el hospital lo encontramos personalmente".


Funda otra congregación a medias. Por segunda vez se hizo presente en Roma, donde fundó otra congregación, para combatir a los herejes. Tuvo por compañero de fundación a don Juan Pedro Caraffa, obispo de Chieti (Teati), hombre austero y ejemplar que fue después el Papa Pablo IV. Cayetano fue un reformador.


Un fin guiaba al nuevo instituto: proveer santos prelados, quienes no podían poseer rentas ni pedir limosna, debiendo contentarse para su sustento con lo que espontáneamente se les ofreciera; es decir, debían entregarse sin reserva en manos de la providencia. Clemente VII los denominó clérigos regulares. En Italia son llamados chietinos o teatinos por Juan Pedro Caraffa, obispo de Chieti, que antiguamente se Ilamaba Teati.


DESPUES DEL SAQUEO A ROMA.


En el saqueo a Roma, en mayo de 1527, por las tropas imperiales de Carlos V, los Teatinos fueron maltratados, hechos prisioneros y encerrados en la torre del Reloj, en el Vaticano; liberados por un oficial español, pasaron a Civitavechia y después a Venecia. Durante los seis años que él pasó en Venecia (1527-1533), Cayetano con su Comunidad se consagra a la asistencia de los pobres y de los enfermos, sobre todo en la peste que asoló la ciudad entre el 1527 y 1528, trabaja en la reforma religiosa y se opone a las infiltraciones heréticas.


UN "POBRE" QUE ERA TEMIDO POR CUASI-HEREJES.


En Nápoles, los Teatinos realizan desde el principio una inmensa tarea apostólica. Bajo la dirección de Cayetano, la Comunidad crece rápidamente y se vuelve el centro de la reforma católica: se cuida del decoro y del esplendor de la iglesia, se da un gran impulse a la vida litúrgica y a la frecuencia de los sacramentos, reflorece la piedad en torno al misterio de Navidad, se restaura la devoción al santo Pesebre. Se velaba también por la pureza de la fe. Los innovadores Juan Valdés, Pedro Bernardino Ochino y Pedro Mártir Vermigli encuentran en los Teatinos temibles adversarios. Defensor de una pobreza absoluta, Cayetano rehusa enérgicamente las generosas ofrendas que unos napolitanos quieren asegurar a la Comunidad para que ella goce de rentas fijas. Su confianza en la Providencia será proverbial y sus biógrafos narran los prodigios que prueban las intervenciones especiales del cielo. Su espíritu de penitencia era grande, así como su despego de lo terrestre.


MORIR POR NÁPOLES.


Cayetano había Ilegado a Nápoles en compañía de otro teatino, Juan Marinoni. La ciudad estaba gobernada por un Virrey, don Pedro de Toledo, en representación de Carlos V. Los españoles, a fin de mantener la estabilidad política y económica, habían otorgado a la nobleza napolitana grandes beneficios. Pero el pueblo soportaba graves penas y miserias. El Conde de Oppido recibió a los dos sacerdotes, con grandes lujos. Pero ellos se negaron a aceptarlos terminantemente. El Conde, maravillado por los espíritus nobles de dos teatinos, siguió insistiendo y brindándoles todo lo que podía para que vivieran cómodamente. Y ambos, nuevamente, devolvieron cuanto obsequio recibían como su obra de apostolado en la ciudad.


Entre idas y venidas, lograron todo cuanto se propusieron. Lentamente fueron sorteando con dificultad todos obstáculos. Pero no pudieron con uno: la Inquisición, que había llegado a la ciudad y produjo tal conmoción que la multitud se levantó en armas. Cayetano trató de mediar en el conflicto que se desató, pero no obtuvo ningún resultado y decidió ponerse en manos de Dios, suplicando su misericordia. Entonces, Cayetano se ofreció en cuerpo y alma por la salvación de su pueblo. De repente, una extraña enfermedad lo obligó a recostarse en la cama y Marinoni llamó inmediatamente al médico. Pero de nada sirvió. El Santo pidió los sacramentos para poder morir en paz. Lloró por sus pecados, besó por última vez la imagen de Cristo en la cruz y cerró los ojos para siempre el domingo 7 de agosto de 1547, en momentos en que la capital napolitana estaba en sangrientos tumultos. Al día siguiente, milagrosamente, cesaron las hostilidades. Hubo un acercamiento de ambas partes y dieron paso al diálogo, es que la mano de Dios había bajado a la tierra y había escuchado el ruego del Santo. Fue enterrado en el cementerio de los Teatinos, cerca de la iglesia de San Pablo; más tarde sus restos fueron trasladados al interior de la iglesia, donde son actualmente venerados en la cripta del "Soccorpo". Clemente X lo canoniza el 12 de abril de 1671. Su fiesta, celebrada el 7 de agosto, fue extendida en 1673 a la Iglesia universal. En definitiva, San Cayetano pasó toda su vida sirviendo a Jesús en sus hermanos: fundó un hospital para atender a los que padecían enfermedades infecciosas, creó un Banco que concedía créditos a los más necesitados, organizó una imprenta para dar trabajo a los desocupados. Nadie que tuviera alguna necesidad le era indiferente.


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