domingo, 18 de julio de 2010

"ARGENTINA SIGUE ESPERANDO CONOCER SU PROPIA HISTORIA"




En su último libro, el escritor Rolo Diez expone la épica y la tragedia de la organización revolucionaria PRT-ERP liderada por Mario Roberto Santucho.


Por Alberto Elizalde Leal

Hace muchos años, casi desde siempre, que Rolando Aurelio Diez es simplemente Rolo para quienes compartimos con él militancia revolucionaria e involuntaria estadía – all included – en inhóspitas instituciones penitenciarias. También desde siempre porta esa pinta un poco langa, esa mirada escrutadora, esa semisonrisa canchera que le valió, en sus años platenses, el mote de rufián melancólico que un compañero le estampó con arltiana precisión.
Rolo nació en Junín, en 1940, se crió en Los Toldos y hacia fines de los ’60 recaló en La Plata donde, según sus palabras, “prófugo de varias universidades, Derecho, Sociología y Cine”, se incorporó a la Guerrilla del Ejército Libertador (GEL), una pequeña y activa organización armada que postulaba la unión de todas las organizaciones revolucionarias de la época como síntesis de la izquierda marxista y el peronismo combatiente, heredero de la Resistencia. Poco antes de caer preso en 1971 se había incorporado al PRT-ERP y –luego de recuperar su libertad con la amnistía de 1973– militó tiempo completo en distintos frentes hasta 1980 cuando, en el exilio, decidió dar por terminada su relación con los remanentes dispersos de la organización y se instaló en México.
Lector ávido, cargado con una tremenda historia personal y colectiva, se dedicó al periodismo y la literatura. Hacia fines de 1987 publicó su primer libro, Los Compañeros, ¿crónica novelada?, ¿non fiction?, ¿novela histórica? que muestra, sin concesiones al realismo ingenuo ni al puro esteticismo, aspectos heroicos, cotidianos y contradictorios de las luchas de los ’70. Su último libro, El mejor y el peor de los tiempos , acaba de publicarse en la Argentina y –en la misma cuerda que Los Compañeros – se sumerge desprejuiciadamente en el proceso de agonía y muerte de una organización cuyos hombres y mujeres fueron “estrellas perdurables en las constelaciones del cielo que soñamos una vez”.


–En el inicio de Los Compañeros y en el de El mejor y el peor de los tiempos hay algo que llama la atención y es que ambos comienzan con una fuerte presencia escénica de Perón. ¿ Es algo adrede o es simplemente un evento del discurso literario?
–El peronismo es uno de los ejes de la política nacional desde la década de 1940. No se puede ignorar su importancia ni desconocer su protagonismo. Cuando J. W. Cooke dijo “el peronismo es el fenómeno maldito del país burgués” hablaba de una realidad insoslayable. Pero el peronismo nunca buscó la independencia de los trabajadores sino la subordinación a los proyectos de su líder. Ese fue su techo. Pese a ello, si uno escribe sobre Argentina, ahí va a estar el peronismo.



Los Compañeros y El mejor ... abordan la misma temática pero se diferencian mucho en la forma y el estilo, de alguna forma se enfrentan la literatura y la historia.
– Los Compañeros es una novela, testimonial y verídica pero con forma de novela. Y como ocurre en todas las novelas, el autor intenta ponerle literatura. En cambio, El mejor y el peor de los tiempos es historia reciente. Periodismo, crónica, como se le quiera llamar. He buscado un texto descarnado, sin adornos literarios, en el que la épica y la terrible fuerza de los hechos impongan su verdad. Parafraseando a un clásico podríamos decir que la historia es algo demasiado importante para dejarla en mano de los historiadores. Y, ya más en serio, agregar que quienes participaron activamente en los ’70 tienen la posibilidad de contar lo que vieron y sintieron, y, junto a la posible mayor objetividad del historiador, sumar su voz a la comprensión de la esencia de las luchas argentinas en el que aquí llamamos el mejor y el peor de los tiempos.



–Hay un auge notable de la interpelación al pasado inmediato: ensayos, investigaciones, novelas y aun el cine y el teatro se esfuerzan por contar algo de lo sucedido, ¿cuál es tu visión al respecto?
–Las organizaciones armadas expresaron la decisión de combatir contra las dictaduras militares y marcaron un salto de calidad en la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa, que pusiera el acento en la defensa de los siempre postergados derechos de los trabajadores y el pueblo. No fueron un demonio delirante, sino una respuesta audaz al recurrente fascismo verde oliva y el intento de acceder a una organización social más digna. Sus militantes tenían razones y, básicamente, tenían razón. Entre todos esos partidos y organizaciones, entre tantos y tantos compañeros y compañeras que dieron su vida en el intento de fundar un país mejor, el PRT-ERP fue, en mi opinión, la mayor de las apuestas, el más decidido y claro proyecto de cambiar la sociedad. Sin embargo, su aventura, como la de otros compañeros de distintos grupos, terminó en el peor baño de sangre padecido por los argentinos. Es necesario, entonces, interrogar e interrogarse sobre lo ocurrido en esa etapa, mantener en debate los aciertos y errores en lo hecho, ¿qué estuvo bien y qué estuvo mal?, ¿cómo se subió tan alto y se cayó tan bajo? ¿Por qué pasó lo que pasó? ¿Cuál es el corazón de la verdad? Este texto quiere ser un aporte a lo que ya se ha dicho y a lo que aún debe decirse. Argentina sigue esperando conocer mejor su propia historia.
Esta entrevista es, en cierto sentido, la continuidad de una larga charla que mantuvimos hace diez años en el aeropuerto de Ezeiza y también del abrazo con el que nos despedimos en 1973 cuando partíamos hacia distintos destinos de militancia. La Historia y nuestras historias se tomaron su tiempo.

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