jueves, 9 de mayo de 2013

"BERGOGLIO DEBERIA LLAMAR A UN TERCER CONCILIO VATICANO"

María José Rosado Nunes, de Católicas por el Derecho a Decidir. La académica que fundó y dirige la entidad en Brasil reclama que el nuevo papa genere un debate amplio sobre la desigualdad económica y social, la opresión racial y de género y una nueva comprensión de la sexualidad.
 

 Por Mariana Carbajal
 
Es una voz disidente en la Iglesia Católica. La académica María José Rosado Nunes fundó y dirige en Brasil Católicas por el Derecho a Decidir, un movimiento de personas católicas, en su mayoría mujeres, comprometidas con la búsqueda de la justicia social y el respeto a los derechos sexuales y reproductivos. En una entrevista con Página/12, desde Nueva York, expresó su preocupación por la designación de Jorge Bergoglio como papa por su posición contraria a los derechos de las mujeres y de los homosexuales, además de las graves denuncias y testimonios que lo vinculan con la última dictadura militar argentina. “Bergoglio debería llamar a un tercer Concilio Vaticano con la más amplia participación de las y los fieles, teólogas y teólogos, de religiosas y sacerdotes y otros miembros del clero. Un concilio que fuera abierto a recibir los aportes de las y los expertos laicos sobre las cuestiones candentes del mundo actual: la desigualdad económica y social, la opresión racial y de género, los desafíos de un desarrollo sostenible y una nueva comprensión de la sexualidad y de la tecnología reproductiva entre otras cuestiones”, opinó, en un extenso diálogo, donde analizó los caminos que podría seguir el pontificado de Francisco y sus consecuencias en Latinoamérica.
La elección del nuevo jefe de la Iglesia Católica la encontró en Nueva York, participando de la 57ª Sesión de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) de la ONU, que encabezará Michelle Bachelet, donde activistas por los derechos de las mujeres de todo el mundo y representantes gubernamentales están reunidas hace dos semanas para proponer medidas y políticas públicas para enfrentar y prevenir todas las formas de violencia contra las mujeres. “Como en otras reuniones de la ONU que tratan sobre la realidad de las mujeres en el mundo aquí está el Vaticano poniendo su agenda en contra de nuestros derechos. Pero por primera vez aislado por la pérdida de credibilidad y de autoridad moral como consecuencia de los escándalos financieros y sexuales”, dice Rosado Nunes.
Sus amigas le dicen Zeca. Socióloga con doctorado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París, es profesora en la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo e investigadora del Centro Nacional de Investigaciones. Además, forma parte del grupo de Cien Expertos Globales de Naciones Unidas (2011). En el año 2005 fue nominada, con otras 51 mujeres brasileñas, por la Asociación Mil Mujeres por la Paz, para recibir el Premio Nobel de la Paz.
 
–Como católica, ¿cómo recibió la noticia de la designación del argentino Jorge Bergoglio como papa?
–Me sorprendió mucho esta elección. A nosotras, las CDD de América latina, nos preocupa por su posición contraria a los derechos de las mujeres y del matrimonio entre personas del mismo sexo, además de las graves denuncias y testimonios que lo vinculan con la última dictadura militar argentina. No es coincidencia que en medio de tantas críticas de orden moral, religiosa y política a la Iglesia Católica hayan escogido al nuevo papa en América latina. Sigue siendo el continente de mayoría católica, donde la Iglesia Católica sigue perdiendo feligresía cada vez más. Por otro lado, se ha avanzado muchísimo en la región respecto de los derechos sexuales, de los derechos reproductivos y en la democracia con gobiernos de izquierda. Por eso considero que fue una elección estratégica en términos de los intereses de la geopolítica religiosa.
 
–¿Qué consecuencias piensa que puede traer para Latinoamérica su pontificado?
–Sin dudas, va a intentar fortalecer la agenda conservadora, especialmente en las cuestiones relacionadas con la sexualidad y con la libertad reproductiva, pero su influencia dependerá de cómo reaccionen los gobiernos, así como también de la fuerza de los movimientos para resistir. También hay que considerar que pese a que la mayoría se reconoce católica, no sigue sus dictámenes doctrinarios y ha crecido el reclamo por el respeto a la diversidad religiosa que es cada vez más evidente y el reclamo por hacer efectiva la laicicidad de los Estados.
 
–Sonaba fuerte el nombre del cardenal brasileño Odilo Scherer. ¿Qué diferencias hay entre él y Bergoglio?
–El cardenal brasileño sigue una línea también conservadora, pero la iglesia de Brasil aún tiene una herencia de los tiempos de la Teología de la Liberación. En los años de la dictadura militar (1964-80), la Conferencia Episcopal ha tenido una posición fuerte en favor del respeto a los derechos humanos y en clara oposición al régimen. Además, ha llevado adelante una práctica pastoral centrada en la justicia social y en la solidaridad con los pobres. Si bien actualmente en la jerarquía de la Iglesia Católica predomina una posición conservadora, este referente histórico sigue siendo significativo. Por lo tanto, evalúo que hubiera sido más favorable. Quizá por eso mismo no haya sido elegido.
 
–¿Por qué cree que las denuncias contra Bergoglio por su desempeño durante la última dictadura militar no pesaron en forma negativa a la hora de la votación?
–La elección de los papas se da en medio de un misterio, de secretos y de un estilo medieval, incluyendo el signo del humo que llega a la ridiculez. Así no se puede saber qué criterios priman, pero seguro que no por inspiración del Espíritu Santo. Por todos los análisis que se conocen acerca de la profunda crisis en que ha caído la Iglesia Católica, ciertamente han calculado muy estratégicamente para evitar la pérdida de fieles y mostrarse más abiertos a otras regiones del mundo una vez que Europa es un continente perdido para la Iglesia Católica.
 
–La posición conservadora sobre el aborto ha impuesto un dogma religioso a la comunidad política en los países latinoamericanos a través del cual se ha bloqueado la discusión pública y se han establecido prohibiciones que afectan a todas las ciudadanas. ¿Este paradigma se va a profundizar o es posible un cambio en la región?
–En nuestra región ha habido avances significativos en varios países, ya sea en la legislación, sea en la conciencia de la gente, una suerte de despenalización social que el movimiento social generado en defensa del derecho al aborto no permitirá que dé un paso atrás. Es incluso posible que con esta agenda tan conservadora se genere mayor unidad y organización en el movimiento de mujeres, feministas y aliados. Y recuerda que en Italia, donde están el Vaticano y el papa, se ha despenalizado el aborto.
 
–¿Se puede esperar alguna apertura en relación con las posiciones del Vaticano con respecto a los derechos sexuales y reproductivos, como el uso del preservativo o la anticoncepción hormonal de emergencia?
–En cuanto a la posición de la jerarquía no hay que esperar cambios significativos, pero la población católica, como lo muestran diversas encuestas, es cada día más libre para seguir su propia conciencia, guiarse por sus propios valores en términos de sexualidad y responsabilidad reproductiva.
 
–¿Hacia dónde debería dirigir su pontificado Bergoglio para evitar que la Iglesia Católica siga perdiendo fieles?
–Me gustaría destacar que no se han perdido fieles por la Teología de la Liberación ni por la Teología Feminista ni por las Comunidades Eclesiales de Base. Se perdieron por la intransigencia, el autoritarismo cruel con que ha tratado a los que adentro de la Iglesia han querido implementar cambios inspirados en el Concilio Vaticano II. Bergoglio debería llamar a un tercer Concilio Vaticano con la más amplia participación de las y los fieles, teólogas y teólogos, de religiosas y sacerdotes y otros miembros del clero. Un concilio que fuera abierto a recibir los aportes de las y los expertos laicos sobre las cuestiones candentes del mundo actual: la desigualdad económica y social, la opresión racial y de género, los desafíos de un desarrollo sostenible y una nueva comprensión de la sexualidad y de la tecnología reproductiva, entre otras cuestiones. O sea, construir un nuevo paradigma católico, donde sea posible proponer cambios en torno del celibato, el lugar de las mujeres en la Iglesia y la realización del sacerdocio común de los fieles, o sea que todos los fieles deberían poder acceder al sacerdocio más allá de su sexo u orientación sexual.
 
–¿Será posible?
–La historia es a veces impredecible: ¿quién lo sabe? Queremos un papa que asuma como guía para su pontificado la realidad de las personas y no doctrinas obsoletas que condenan y no ayudan a la realidad de hoy. Queremos que el pontificado de Francisco reconozca el derecho y la capacidad ética y moral que tienen las mujeres a hacer uso del principio católico de la primacía de la conciencia en caso de una decisión por la interrupción del embarazo. Queremos que el pontificado de Francisco se deje refrescar por los vientos del Concilio Vaticano II y abra la posibilidad de una revisión doctrinal y pastoral sobre el concepto de familia, divorcio, celibato, sacerdocio femenino, derecho de las mujeres a decidir sobre todos los ámbitos de su vida, uniones entre personas del mismo sexo y uso del preservativo para la vivencia de una sexualidad libre y saludable. Deseamos que el nuevo pontífice escuche el clamor de sus fieles y revise las prácticas de la Iglesia frente a los autores de abusos sexuales a menores y a mujeres. Le recomendamos que el diálogo interreligioso, la libertad de expresión, la acogida a la diversidad sean entendidos como una relectura evangélica en los días actuales y no como amenaza de los valores evangélicos. Queremos que el pontificado de Francisco tenga claro su papel en la sociedad como institución religiosa y no intente imponer sus principios y creencias en las directrices de los Estados.
 
Fuente: Pagina/12

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