Los impresentables aliados de Hugo Moyano. Quiso retener la conducción de la CGT y favorecer de paso sus aspiraciones políticas. En el camino quedan viejas alianzas y principios y asoman nuevos y oportunos amigos de ocasión, como el Momo Venegas y Barrionuevo. Sus acuerdos con Macri y el millonario negocio de la basura.
Por Andrea Recúpero y Rubén Pereyra
Año 2008, el debate por las retenciones móviles estaba en su apogeo. La Mesa de Enlace realizaba multitudinarias manifestaciones opositoras para voltear la resolución 125; mientras tanto, desde la CGT encabezada por Hugo Moyano salía una activa participación de apoyo al Gobierno. En una vereda, Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria; en la otra, la CGT que lideraba el camionero. Hoy el panorama cambió bastante. En su afán de retener la conducción del movimiento obrero y avivar el enfrentamiento que mantiene con el gobierno nacional, Moyano no duda en hacer alianzas con personajes que otrora estaban en la vereda de enfrente. Tampoco es necesario esconder sus aspiraciones políticas que, por otra parte, siempre ha reconocido. Más de una vez ha manifestado que aspira a la gobernación bonaerense y que su sueño es ver sentado en el sillón de Rivadavia “a un hombre del movimiento obrero”. Su actual acercamiento a personajes con quienes antes se enfrentaba responde no sólo a la necesidad sindical de atrincherarse en la conducción de la CGT sino también a apuntalar su carrera política.
Atrás quedaron los tiempos en que Moyano acusaba a Buzzi de pedir una devaluación del peso por voracidad. “Nadie puede dudar que el campo tendrá este año ganancias extraordinarias. La voracidad de esta gente de querer ganar más de lo posible hacen que pidan un aumento del dólar”, reflexionaba el camionero en aquel entonces. “En una época yo escuchaba a Moyano decir que ‘hay que sacarle el IVA a los alimentos’”, le contestaba Buzzi, quien imitaba con desprecio y burla, además, la voz del líder cegetista. Pero hoy las necesidades de Moyano son otras.
En el entorno del líder cegetista no sólo reconocen la existencia de los diálogos, sino que se preguntan por qué no se logró hasta ahora subirlo al camión. “Buzzi tendría que estar de este lado, qué bueno sería tenerlo en este espacio o al menos pensar por qué no está metido adentro de un proyecto agropecuario”, reflexionan. La propuesta de Buzzi de articular acciones tuvo sus resultados esta semana cuando trascendió que la CTA opositora de Micheli realizará el viernes un paro nacional reclamando una modificación “urgente” del Impuesto a las Ganancias, la eliminación de los topes a las asignaciones familiares y un salario mínimo de 5.000 pesos. Todos reclamos con los que acuerda la CGT. Tras el anuncio, dirigentes que responden a Moyano, Micheli y Barrionuevo mantuvieron una reunión en la que comenzó a proyectarse una marcha conjunta a fin de mes con estos reclamos. La fecha que se barajó en la reunión, que se realizó en la Asociación del Personal de Organismos de Control, es el miércoles 27 de junio. Según trascendió, también hubo contactos con Víctor De Gennaro, quien se esfuerza por recuperar protagonismo y sumar espacios de participación para el Frente Amplio Progresista. Camino al 2015 el diputado del FAP sostiene que es necesario abrir el frente a otras fuerzas políticas.
Eduardo Buzzi, De Gennaro, Barrionuevo, personajes antes enfrentados al camionero, hoy eventuales aliados. En la misma situación política se inscribe el acercamiento a Mauricio Macri, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que ve con buenos ojos también hacer una utilización política del enfrentamiento con el gobierno de Cristina Fernández. El jefe de gobierno porteño accedió a pagarle las indemnizaciones que viene reclamando el camionero por unos 340 millones de pesos. El Gobierno de la Ciudad y las empresas recolectoras pagarán esa cifra una vez que caduquen los actuales contratos y se llame nuevamente a licitación. El entendimiento fue interpretado de inmediato como un mensaje directo del macrismo y el líder de la CGT a la Casa Rosada. En diciembre del 2010, Moyano señalaba: “Macri dice cosas que no tienen sentido, que solamente puede decir un hombre que no entiende absolutamente nada, que no tiene la capacidad ni política ni de experiencia ni de conocimiento para asumir una responsabilidad como es la de ser jefe de gobierno. Me da pena por los porteños”. Parece que la opinión ahora es otra, pues la empresa que Moyano defiende con especial dedicación, Covelia, que se dedica a la recolección de basura, está lista para cerrar con Macri un negocio millonario para recoger los residuos en el ámbito de la Capital Federal. Una histórica enemiga del líder cegetista, Graciela Ocaña, llegó a denunciar “un pacto secreto” entre Moyano y Macri: “Tal como está diseñado el pliego, a las empresas que ganaron se les permite subcontratar y como no tienen la tecnología que se les exige podrán hacerlo con Covelia, la firma recolectora que pertenece a Hugo Moyano”.
En el plano sindical, el aliado más importante pero no tan sorpresivo es Gerónimo “Momo” Venegas, un antiguo adversario, sobre todo a partir de que el dirigente de UATRE tomara partido por los reclamos de la Mesa de Enlace ruralista. En el conflicto del campo estuvieron en veredas enfrentadas. Moyano mandó a su tropa a desactivar los cortes de los ruralistas en Entre Ríos, mientras que Venegas aportó sus hombres para que se manifestaran codo a codo con las patronales agrarias. Cuando quedó expuesto el rol del titular de la UATRE y de las 62 Organizaciones en la defensa de condiciones laborales precarias en el campo, se tiraron más munición gruesa. En ese entonces los separaba el alineamiento político. El camionero apoyaba a Cristina, mientras que el trabajador rural a Duhalde. En ese contexto, Venegas dijo en una entrevista con Veintitrés que “nunca a pesar de las diferencias dejamos de tener una relación de compañeros”. Eso se demostró en febrero del año pasado, cuando Venegas fue detenido acusado por estar vinculado a la causa que investiga a la mafia de los medicamentos, Moyano puso sus camiones a disposición, y se pronunció enérgicamente por su liberación. Tal vez intuía que podía pasarle lo mismo. A medida que Moyano se fue distanciando del Gobierno, se fue acercando a Venegas, como quedó establecido en el afiche conjunto en el que conmemoraron el último aniversario del asesinato de José Ignacio Rucci.
Para quitarle dramatismo al acercamiento con el titular de la UATRE, destacan que “Hugo se reúne con mucha gente, habla con todos y es un gran componedor”. Un rasgo que le sirvió hasta hace muy poco para soldar una alianza estratégica con el kirchnerismo. Sin embargo, esa confluencia de ideas ya es parte del pasado. En esta etapa, Moyano actúa como cualquiera que lidera un espacio y mantiene una cuota de sensatez: escucha a todos. Sin embargo, la última palabra siempre la tiene él, confían a Veintitrés fuentes de su entorno. Por lo tanto, resulta difícil pronosticar qué hará si se concreta la fractura de la CGT, ya que en el fondo fantasea con convertirse en referente peronista. “Moyano puede convertirse en un aglutinante del peronismo y el Gobierno lo debería detectar”, reflexionan a su alrededor. Mientras tanto, el camionero trabaja para sumar voluntades de cara a las elecciones del 12 de julio.
La estrategia es clara y contundente, y lo admiten desde el mismo entorno moyanista. El líder camionero se atrinchera en la conducción de la central obrera. “Hugo va con lo que tiene y va a resistir desde la CGT”, afirman con absoluta convicción. “Ese es el plan, resistir, retener la conducción”, subrayan sin titubear. Desde el punto de vista jurídico afirman que la renuncia masiva con la que amenazan los Gordos, alineados con Antonio Caló, no frenará la elección de autoridades prevista para el 12 de julio.
Mientras Caló suma apoyos, Moyano teje alianzas y suma interlocutores. Un posible árbitro en la interna cegetista es el polémico Luis Barrionuevo. El gastronómico está en condiciones de inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Por ahora Barrionuevo está más de acuerdo en un triunvirato de conducción, con el antecedente de que esa fórmula le permitió manejar los hilos del movimiento obrero a través de algún dirigente que le respondía, como Rodolfo Daer. Según pudo averiguar esta revista, una eventual alianza con Luis Barrionuevo es inviable dentro del antimoyanismo, porque hay un sector afín al Gobierno que no quiere enfrentarse con el kirchnerismo, tal como propone el gastronómico. En ese marco cobra fuerza un posible acercamiento al moyanismo.
“Nunca volví con una ex mujer”, comenta Moyano cuando habla en confianza de su alejamiento del kirchnerismo. El camionero, que va por su tercer matrimonio, utiliza esa humorada para decir en pocas palabras que las diferencias con el gobierno nacional son insalvables. Dentro del moyanismo, las opiniones también están divididas en este punto. Un ala dura, encabezada por el referente de los trabajadores judiciales, Julio Piumato, aboga por profundizar la distancia con el kirchnerismo, pero otro sector, más componedor, cree que no hay que tirar todo por la borda. Ese grupo, integrado por los diputados Héctor Recalde y Omar Plaini y por los dirigentes sindicales Juan Carlos Schmid y Facundo Moyano, le viene poniendo paños fríos al enfrentamiento que comenzó cuando Moyano reclamó que un obrero llegue a la Casa Rosada y que llegó a su punto de máxima fricción cuando la presidenta Cristina Fernández preguntó “dónde está Hugo” cuando el camionero faltó a un acto una semana después de la muerte de su hijo Emiliano. “Esa ironía lo hirió en lo más íntimo”, aseguran. Fue el punto final de una relación que nunca anduvo bien. La Presidenta le atribuye a Moyano, entre otros, la mala sangre que se hizo Néstor Kirchner antes de morir, mientras que el líder de la CGT nunca terminó de digerir el liderazgo ejercido por una mujer. En los últimos meses, Moyano no perdió oportunidad de enviar mensajes envenenados a la mandataria. Uno de los que peor cayó fue cuando comparó la “sintonía fina” con los ajustes fiscales que ordenó el ex presidente Carlos Menem. Un pésimo recuerdo con la intención de provocar la reacción del Ejecutivo, que le cerró al sindicalista casi todos los canales de diálogo que permanecieron activos durante años.
Así las cosas, desde el kirchnerismo comenzaron a fogonear al secretario general de la UOM, Antonio Caló, para desplazar al camionero en la conducción de la CGT. Hasta ahora es un camino sinuoso porque si bien el antimoyanismo podría llegar a sumar el 12 de julio los congresales necesarios para quedarse con la CGT, esa alianza hace agua ideológicamente por todos lados. Caló aglutina a los gordos y a los independientes, mientras coquetea con el barrionuevismo, que propuso un triunvirato como salida por arriba del conflicto. “Pero ni los gordos ni Barrionuevo comulgan con el proyecto K”, analizan en el búnker de Moyano, donde observan con incredulidad que un dirigente como Oscar Lescano, referente de Luz y Fuerza, se convierta ahora al kirchnerismo. Y van por más, al afirmar que “la CGT hace rato que está partida en términos de participación y esto sólo materializa la fragmentación”.
En ese esquema ajustado, donde Moyano y Caló estarían virtualmente empatados, la incidencia de Barrionuevo resulta vital para inclinar la balanza. Pero en ambos sectores el ex socio de Herminio Iglesias genera desconfianza: “Tiene una gran capacidad de destrucción, si no es el centro no puede construir nada porque siempre busca protagonismo”, comentan al describir al gastronómico. “Alcanza con revisar su historia para ver que cuando no puede ser actor principal se cruza de vereda. Él sabe que tiene un lastre pesado, que nadie lo quiere, pero que todos lo necesitan”, rematan.
A poco más de un mes de las elecciones, Caló recibió el apoyo público de los gordos y de los ex aliados de Moyano, liderados por el taxista Omar Viviani, que avanzaron este martes en la presentación de una impugnación conjunta ante el Ministerio de Trabajo de la convocatoria a elecciones previstas para el 12 de julio. Pocos días antes, Lescano había pronosticado una “inevitable” fractura de la CGT y subrayó que la convocatoria está “viciada de nulidad”. En ese marco, si las elecciones se realizan, el antimoyanismo anunció que hará su propio congreso para elegir autoridades, e incluso quedarse con el edificio de la calle Azopardo. Al ser consultado sobre el rol que jugará Barrionuevo, Lescano arriesgó que el gastronómico “va a firmar la impugnación del congreso”, consideró que “lo que hizo Moyano está viciado de nulidad” e insistió en que “está comprobado, a través de los que concurrieron el 24 de abril a la reunión que derivó en el Comité Central Confederal (del 23 de mayo), que se falseó el quórum” para sesionar y fijar fecha de elecciones. Con esta maniobra, el antimoyanismo busca anular el congreso de elección de autoridades. Sin embargo, los moyanistas aseguran que en la reunión hubo quórum y califican la jugada de “tramposa”, ya que pedir la impugnación “es una maniobra para pasarle la pelota al gobierno nacional”. En cuanto a la amenaza de renuncia masiva, argumentan que –desde el punto de vista legal– no tiene ningún efecto porque “las confederaciones no tienen la figura de acefalía porque no son un órgano de aplicación directa sobre la vida de los afiliados”, como los sindicatos y las federaciones. “Lo que está en juego es una pelea entre la legalidad y la mediatización”, concluyen en la trinchera de Moyano.
Fuente: Revista Veintitres
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