Terrorismo editorial. La Cámara Federal autorizó que un ex directivo de la revista Para Ti sea indagado por una entrevista fraguada a Thelma Jara de Cabezas.
Año 1979. Thelma Dorothy Jara de Cabezas estaba detenida-desaparecida en la ESMA. Uno de los jerarcas de ese centro clandestino, el represor Ricardo Cavallo, le exigió que debía prestarse a un reportaje para la revista Para Ti. Le dijo: “Lo hacés si querés. Acá no se obliga a nadie a hacer lo que no quiere. Pero si no querés, puntos suspensivos”. El objetivo era contrarrestar la campaña que muchos exiliados estaban promoviendo en el exterior, denunciando los crímenes de la dictadura. La mujer fue sacada de su lugar de cautiverio y trasladada por un grupo de tareas hasta un bar donde la entrevistaron el periodista Eduardo Scola y el fotógrafo Tito La Penna. Las cinco páginas se publicaron en la edición 2983, con el título “Habla la madre de un subversivo muerto”. La nota buscaba, según se lee, “sacar a la luz la verdad y la infamia que se esconden detrás de grupos con clara e inequívoca ideología, que se amparan en una supuesta y malintencionada defensa de los derechos humanos”. El director ejecutivo de Editorial Atlántida en ese entonces era Aníbal Vigil, y los responsables periodísticos de Para Ti , Agustín Botinelli y Lucrecia Gordillo.
Aunque el caso ya forma parte de la megacausa ESMA, esta semana hubo novedades: la Cámara Federal ratificó el llamado a indagatoria de Botinelli. La causa fue reabierta el 20 de mayo de 2008 por pedido del abogado de Jara de Cabezas, Pablo Llonto. A mediados de este año, Bottinelli había sido citado a indagatoria por el juez federal Sergio Torres, pero su abogado interpuso recursos que demoraron hasta ahora la convocatoria. Ahora Torres debe fijar una nueva fecha de declaración.
La Cámara de Casación determinó: “La intervención de terceros particulares, a través de la supuesta realización de una nota periodística construida falsamente, con el fin de ocultar la situación de detención ilegal de la denunciante, guarda relación directa a través de una intervención cuya relevancia penal cabe establecer, con los hechos investigados como crímenes ejecutados por agentes del Estado”. El tribunal apuntó que “la hipótesis de la acusación consiste en que los periodistas acordaron o se prestaron a un plan de propaganda dirigido a ocultar la práctica de detenciones ilegales y desapariciones forzadas”. En este caso puntual consistió “en un montaje dirigido a hacer aparecer que Jara de Cabezas, y otro detenido, Lázaro Gladstein, estaban en libertad y daban reportajes, cuando en verdad continuaban detenidos y las autoridades ocultaban esa detención”.
Thelma fue dejada en libertad en noviembre del ’79. Luego narraría: “Como parte de la barbarie ocurrida en la ESMA, las bandas que actuaban en complicidad con periodistas planificaron la simulación de reportajes periodísticos para que los detenidos, actuando bajo amenazas, declararan a favor de los militares y en contra de sus familiares”.
Daniel Cabezas es uno de los hijos de Thelma. Su hermano Gustavo está desaparecido. Daniel era militante montonero y estaba exiliado en México cuando secuestraron a su madre. Cree que la nota armada con su madre fue una respuesta a la campaña que él estaba armando desde el exterior. Cuenta que los represores “actuaban de común acuerdo con directivos y personal periodístico de la editorial, que conocían lo que estaba sucediendo y prestaron ayuda y conformidad para tergiversar la realidad”.
El abogado –y también periodista– Llonto declaró a Miradas al Sur: “Es una buena señal que al fin se cite a periodistas involucrados en notas que representaron participación en el ocultamiento de secuestros y torturas, desapariciones y asesinatos. Muchos medios y periodistas formaron parte del plan de propaganda de la dictadura que consistía en señalar ‘al enemigo’ y pedir su eliminación. Eso formaba parte del Plan de Inteligencia del Ejército y del Plan de Aniquilamiento que elaboraron”.
El abogado agregó que hay más casos aguardando: “Como los de Chiche Gelblung, Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá y muchos responsables de Atlántida. En el año en que han sido procesados los dos primeros civiles por delitos de lesa humanidad contra sus trabajadores (Marcos Levin y Pedro Blaquier) y en el año en que un integrante del equipo de Martínez de Hoz, Juan Alemann, está siendo juzgado por las desapariciones y torturas en la ESMA, el caso de Thelma merece celeridad y justicia”.
Aunque el caso ya forma parte de la megacausa ESMA, esta semana hubo novedades: la Cámara Federal ratificó el llamado a indagatoria de Botinelli. La causa fue reabierta el 20 de mayo de 2008 por pedido del abogado de Jara de Cabezas, Pablo Llonto. A mediados de este año, Bottinelli había sido citado a indagatoria por el juez federal Sergio Torres, pero su abogado interpuso recursos que demoraron hasta ahora la convocatoria. Ahora Torres debe fijar una nueva fecha de declaración.
La Cámara de Casación determinó: “La intervención de terceros particulares, a través de la supuesta realización de una nota periodística construida falsamente, con el fin de ocultar la situación de detención ilegal de la denunciante, guarda relación directa a través de una intervención cuya relevancia penal cabe establecer, con los hechos investigados como crímenes ejecutados por agentes del Estado”. El tribunal apuntó que “la hipótesis de la acusación consiste en que los periodistas acordaron o se prestaron a un plan de propaganda dirigido a ocultar la práctica de detenciones ilegales y desapariciones forzadas”. En este caso puntual consistió “en un montaje dirigido a hacer aparecer que Jara de Cabezas, y otro detenido, Lázaro Gladstein, estaban en libertad y daban reportajes, cuando en verdad continuaban detenidos y las autoridades ocultaban esa detención”.
Thelma fue dejada en libertad en noviembre del ’79. Luego narraría: “Como parte de la barbarie ocurrida en la ESMA, las bandas que actuaban en complicidad con periodistas planificaron la simulación de reportajes periodísticos para que los detenidos, actuando bajo amenazas, declararan a favor de los militares y en contra de sus familiares”.
Daniel Cabezas es uno de los hijos de Thelma. Su hermano Gustavo está desaparecido. Daniel era militante montonero y estaba exiliado en México cuando secuestraron a su madre. Cree que la nota armada con su madre fue una respuesta a la campaña que él estaba armando desde el exterior. Cuenta que los represores “actuaban de común acuerdo con directivos y personal periodístico de la editorial, que conocían lo que estaba sucediendo y prestaron ayuda y conformidad para tergiversar la realidad”.
El abogado –y también periodista– Llonto declaró a Miradas al Sur: “Es una buena señal que al fin se cite a periodistas involucrados en notas que representaron participación en el ocultamiento de secuestros y torturas, desapariciones y asesinatos. Muchos medios y periodistas formaron parte del plan de propaganda de la dictadura que consistía en señalar ‘al enemigo’ y pedir su eliminación. Eso formaba parte del Plan de Inteligencia del Ejército y del Plan de Aniquilamiento que elaboraron”.
El abogado agregó que hay más casos aguardando: “Como los de Chiche Gelblung, Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá y muchos responsables de Atlántida. En el año en que han sido procesados los dos primeros civiles por delitos de lesa humanidad contra sus trabajadores (Marcos Levin y Pedro Blaquier) y en el año en que un integrante del equipo de Martínez de Hoz, Juan Alemann, está siendo juzgado por las desapariciones y torturas en la ESMA, el caso de Thelma merece celeridad y justicia”.
Fuente: Miradas al Sur
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