Por Deborah Maniowicz
Hace diez años Charo Bogarín y Diego Pérez comenzaron con el proyecto que iba a cambiar sus vidas para siempre. Acostumbrados al ruido de la gran ciudad y consagrados en el género pop electrónico y tras ganar un concurso de MTV que los llevó a tocar en España, volvieron a Buenos Aires y resolvieron que el género musical que los había consagrado como artistas no los identificaba. Enseguida decidieron contactarse con la comunidad qom (toba) de Resistencia, Chaco, y emprendieron un camino de descubrimiento e integración que concluyó con la formación de Tonolec, que fusiona música electrónica con canto étnico de qom. Hoy llevan grabados tres discos y recorren el país difundiendo no sólo el dialecto toba sino también sus valores y sus cánticos.
En el marco del circuito turístico y cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación, la banda aterrizó en Bariloche para apoyar la recuperación de la ciudad, que se vio fuertemente afectada por las cenizas del volcán chileno Puyehue.
–Se definen como “músicos sin fronteras”, ¿qué les representa tocar en El Alto, uno de los barrios más populares y marginados de Bariloche?
Charo Bogarín: –Es nuestra primera vez en Bariloche, tocando al aire libre y en este lugar donde la propuesta es descentralizar las actividades culturales que suceden en el Centro Cívico. Eso tiene un gran significado para nosotros porque nuestra propuesta es federal. Cuando lanzamos Tonolec lo primero que buscamos fue que se entienda que la música que hacíamos no era para unos pocos. Yo nací en Clorinda, Formosa, y Diego en Resistencia, Chaco, y siempre sentimos que las propuestas culturales y los referentes musicales no llegaban a la periferia.
Diego Pérez: –Hace diez años, para poder vivir de la música tuvimos que instalarnos en Buenos Aires. Por suerte el circuito cultural se está empezando a abrir. Para nosotros es muy importante viajar. Aunque no siempre es rentable, nuestra prioridad es viajar a los pueblos más chicos. Tocar en El Alto es romper fronteras.
–¿Cómo analizan la situación de los pueblos originarios en la Argentina?
D.P.: –Nosotros difundimos una lengua ancestral originaria y estamos alineados con el reclamo y el respeto a estos pueblos. Jamás nos propusimos ser militantes de la causa; como artistas tuvimos la necesidad de reencontrarnos con nuestra historia. En la Argentina, desde hace cinco años se está viviendo un cambio a nivel social y político que tiene que ver con la integración de los pueblos y con romper murallas. Esto se da porque ellos están más organizados y defienden sus derechos. El reclamo de las tierras es histórico pero continuamente se suman nuevos pedidos.
C.B.: –Para lograr la integración de culturas hay que tener paciencia, tiempo y estar dispuesto a pasar por un largo proceso. En ciertas provincias, el reclamo de tierras y el cuidado del medio ambiente todavía no tienen un tratamiento serio desde el Estado.
–Además de los cantos ancestrales y el lenguaje, ¿qué otra enseñanza toba incorporaron en su cotidianeidad?
C.B.: –La filosofía y su cosmogonía. Otra de las cosas que aprendimos durante los cuatro años en que recopilamos información en la comunidad qom fue el valor del silencio, que tiene además su correlato en la música. Porque es una nota musical y si la utilizás bien define la música que estás proponiendo.
–¿Qué prejuicios intentan derribar desde la música?
D.P.: –Sobre todo los nuestros, abrir nuestra cabeza para integrar todo lo que nos compone: la identidad como argentinos, latinoamericanos, nuestros pueblos originarios y los avances tecnológicos propios de nuestra generación.
–¿La comunidad percibe algún tipo de beneficio?
D.P.: –La palabra beneficio es rarísima porque no somos un ente de beneficencia. La gente cree que somos un movimiento social y nosotros estamos muy contentos con lo que sucede pero somos músicos. Lo que sí tuvimos fue una gran devolución de ellos ya que los niños empezaron a cantar nuestra música. Con lo mal que les fue a sus padres y a sus abuelos, los jóvenes se quieren alejar de la cultura toba, se quieren diferenciar, y cuando empezaron a escuchar nuestra música volvieron a valorar su lengua. Para ellos es importante que se haya producido ese regreso y nosotros colaboramos en ese sentido.
C.B.: –Nuestra acción social es desde la canción, la música y la difusión de la cultura.
–¿Qué propuestas tienen para este año?
D.P.: –A fin de año vamos a lanzar el cuarto disco, donde queremos incorporar cantos guaraníes e infantiles. Ahí va a participar el coro toba Chela Alapi, que también colaboró en el segundo disco.
C.B.: –Yo estudio guaraní desde hace cuatro años para componer en ese idioma. La idea es ir sumando dialectos.
D.P.: –También hay una propuesta para hacer algo en el canal Paka Paka, expandir lo que venimos haciendo y aprovechar el público infantil que nos acompaña. La idea es trabajar con nuestra música e incorporar temas nuevos. Por ejemplo, traduciendo canciones de María Elena Walsh.
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Recalculando
Tonolec cerró el circuito de recitales que se desarrollaron en Bariloche para reactivar el turismo, junto al folclorista Chango Spasiuk. También desfilaron por los escenarios del sur Catupecu Machu, Jaime Torres y La Mississippi. “La idea es difundir que la ciudad se encuentra muy bien, que las cenizas fueron una coyuntura muy dañina pero que la ciudad incorporó la tecnología necesaria para recibir al turismo”, resaltó Marcela Cardillo, subsecretaria de gestión cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Durante las jornadas también se realizaron los encuentros de Recalculando, un programa de capacitaciones dirigido por Martín Mena que busca unir los colectivos de bandas e instruirlos para sacarlos del circuito amateur. Entre febrero y marzo se realizaron cuatro encuentros que instruyeron a los jóvenes en audio, cómo armar giras, escenarios y herramientas digitales.
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