lunes, 25 de julio de 2011

EL FUSILAMIENTO DE MANUEL DORREGO: EJECUCIÓN MILITAR, INSTIGACIÓN CIVIL



A pocos días de la sublevación encabezada por Juan Lavalle, fue capturado y condenado a muerte. El pelotón le disparó en un rinconcito de Navarro, provincia de Buenos Aires. El recuerdo de un patriota tenaz y defensor de la causa americana.

Por Pablo Álvarez


Navarro. Provincia de Buenos Aires. Estancia de Juan Almeyra. El general Juan Lavalle anunció al gobernador Manuel Dorrego, depuesto por él, que en una hora sería ejecutado. El pelotón de fusilamiento se preparaba…

El 13 de diciembre de 1828, una vida pasó en minutos por su mente. Como promovió los ideales revolucionarios en Chile y desbarató los intentos realistas en Santiago, se le otorgó una medalla con la leyenda “Chile a su primer defensor.” Su incorporación al Ejército del Norte. Sus luchas en Sausana, Suipacha y Nazareno, donde un disparo lo dejó ronco para siempre… Su tenacidad que impulsó las victorias de Tucumán y Salta, donde el general Manuel Belgrano le ordenó: “Avance con sus cazadores y llévese por delante a sus enemigos!”

También su humor chispeante y su punzante sarcasmo que le causaron más de un problema. Con el general Juan Martín de Pueyrredón, por ejemplo, a quien denunció por su complicidad silenciosa ante la invasión brasileña a la Banda Oriental, diciendo que no lo recordaba en ninguna batalla. Eso le valió su destierro a los Estados Unidos, que le sirvió para imbuirse en los principios federales, pero adaptados a la realidad nacional.

También cuando en 1820, fue designado gobernador de la provincia de Buenos Aires, aunque siete años después lo sería por voto popular, y cuando en 1823 comenzó su carrera legislativa. Su encuentro con el Libertador Simón Bolívar para aunar esfuerzos en América.

Afirmó José María Rosa: “El 25 de septiembre de 1826 se trata en el congreso el artículo 6º del proyecto de constitución preparado por la mayoría. En su 6º inciso se quitaba el derecho de voto al ‘doméstico a sueldo, jornalero, soldado, procesado en causa criminal en que pueda resultar pena aflictiva o infamante”. (…) Pidió la palabra Manuel Dorrego (…) y con el índice acusador dirigido a la mayoría (declaró): Si se excluye a los jornaleros, domésticos, asalariados; quienes quedarían? Quedarían un corto número de comerciantes y capitalistas. He aquí la aristocracia del dinero, y si esto es así podría ponerse en giro la suerte del país y mercarse… entonces sí que sería fácil influir en las elecciones porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero si lo es en una corta porción de capitalistas. Y en ese caso… hablemos claro: el que formará las elecciones será el Banco.”

Con ese alegato, selló su compromiso con los trabajadores y se generó la enemistad de los intelectuales orgánicos del unitarismo, como Valentín Gómez, Salvador María del Carril, Juan Cruz y Florencio Varela. Su pluma los enfrentó en El Tribuno entre el 11 de octubre de dicho año hasta el 7 de agosto de 1827.

Asumió el gobierno bonaerense, luego de que Rivadavia le “arrojó” el gobierno. Suprimió las levas, extiendió la frontera, firmó la paz con Brasil, fundó la Academia Militar y varias escuelas, saneó la moneda, organizó la libertad de imprenta.

Un golpe de Estado en manos de Lavalle lo depuso. Varela y Del Carril insisten a Lavalle, “una espada sin cabeza”, en matarlo. “Cortar la cabeza de la Hidra”. Dorrego aceptó su destino, escribió cartas a su familia y amigos, como el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, afirmando: “En este momento, me intiman a morir dentro de una hora. Ignoro la causa de mi muerte; pero de todos modos perdono a mis perseguidores. Cese usted por mi parte todo preparativo, y que mi muerte no sea causa de derramamiento de sangre.”

La vida de Dorrego se apagó... Bien lo escribió Pacho O’Donnell: “En Navarro se inició una tradición de golpismo y violencia política que perdurará hasta nuestros días, ejercida sobre todo contra aquellos que cuentan o pueden contar con el apoyo popular, lo que los hace enemigos reales o potenciales del poder de turno.”

El primer coronel del pueblo fue un patriota tenaz, soldado de la independencia y periodista militante de la causa americana. Su recuerdo está vivo hoy si hay indignación por las injusticias y pasión por lo nacional. <

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