domingo, 31 de julio de 2011

MALVINAS LLEGA AL SISTEMA EDUCATIVO



Por Gabriel Giubellino


Un libro producido por la Universidad de Lanús, y destinado a ser incorporado a la educación secundaria, propone un enfoque sobre el conflicto de 1982 orientado en la “perspectiva suramericana” de la historia vinculada con las Islas. “No se trata de una pelea de territorialidad a la antigua, de nacionalismo de entrecasa, están en juego los recursos naturales de nuestros nietos”, explicó el director del Observatorio Malvinas, responsable del trabajo.






Son 312 páginas que no estaban escritas. 1492-2010. Malvinas en la historia. Una perspectiva suramericana es un libro de la Universidad Nacional de Lanús (UNLA) que llegó para llenar un gran hueco en el sistema educativo. En la posguerra, el conflicto fue tratado en las escuelas, con suerte, como el último intento de un régimen político lamentable en su búsqueda por sobrevivir. La simplificación o el silencio durante las largas décadas de desmalvinización, la asociación del tema a los uniformes de fajina, como si fuera asunto de miliqueros trasnochados, es parte de la bastardización de una reivindicación de dos siglos.El domingo, Tiempo Argentino usó parte de ese material y un fino DVD interactivo navegable, como base documental para una infografía. Los docentes y alumnos de secundarios bonaerenses lo tomarán también, para estudiar Geografía física, Geografía política y económica, Historia y Construcción de ciudadanía. Julio Cardoso, director ejecutivo del Observatorio Malvinas de la UNLA, adelanta que esta novedad será anunciada hoy en el Teatro Argentino de La Plata por el ministro de Educación Mario Oporto. –¿Cómo nació el Observatorio?–La Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas inició hace unos dos años una relación de trabajo con la UNLA. Lo primero que hicimos es ponerle el nombre Héroes de Malvinas a la plaza de la Universidad, y se hizo una recordación al ex combatiente Ignacio Bazán, de Catamarca, que vivía en Lanús, y se suicidó. Es un caso paradigmático: tenía la condecoración al valor en combate más alta que se dio en la Guerra. A partir de ese momento, como una propuesta de ambas partes, la rectora Ana Jaramillo, advirtió que el tema tenía dimensiones que no estaban investigadas y que faltaba un desarrollo de este tipo. El Observatorio se fundó en noviembre de 2009.–Constitucionalmente y también por la Ley Nacional de Educación, el tema Malvinas es obligatorio en las escuelas.–La memoria del conflicto desde la perspectiva constitucional no había tenido un correlato en la producción de materiales educativos y en capacitación docente. Como efecto de la posguerra, se lo tomó en la dimensión coyuntural como una interpretación política de los hechos de 1982.–Sobre la dimensión: Malvinas, manotazo de ahogado de Galtieri, ¿cuál es la perspectiva del libro?–Lo central es poner sobre la mesa algo que habíamos dejado de recorrer. La cuestión Malvinas arranca en el momento en que nos estamos organizando como proyecto de Nación, y atraviesa toda la vida argentina. El proceso de la Revolución de Mayo concluye en la Capitanía de las islas, cuando se establece el dominio territorial, poco antes de Rosas. Malvinas está relacionado con los principales acontecimientos del país, sobre todo con aquellos en relación con el Reino Unido. Estaba en la memoria popular, pero no en el sistema educativo. Esa perspectiva de uso político, dejaba afuera a los intereses de los actores internacionales, los ecos populares en toda América Latina, el proceso que se dio en todos los centros de exiliados frente al acontecimiento, en fin, otras dimensiones que se perdieron al reducir el enfoque. Eso es lo que hicimos.–¿Tuvieron problemas con la documentación?–En relación a la guerra hay una dificultad en el plano documental. La Argentina tiene secreto de Estado sobre la documentación que está en el Ministerio de Defensa y subsisten también los acuerdos firmados en la época de Menem con el Reino Unido, por el cual ambos estados se comprometen a no demandarse.–¿La UNLA va a editar el material?–Hicimos el prototipo, la primera edición. La UNLA no tiene la capacidad financiera. Cada distrito, por supuesto, tiene autonomía para decidir si lo adopta. El primero que decidió incorporarlo es la provincia de Buenos Aires, al libro y a un módulo de capacitación docente. También lo presentamos en la Ciudad de Buenos Aires, no sabemos con qué suerte, y estamos cerrando en Córdoba. Lo haremos en todos los distritos. Somos conscientes de que la cantidad de información sistematizada excede la capacidad del sistema educativo; hay materiales de investigación, documentación de FORJA inédita, por ejemplo, cartografías que dan cuenta de cómo el Reino Unido trabaja seriamente sobre la cuestión, que esto no es un devaneo de nacionalistas. Se suele pensar que quien trabaja con énfasis en esto alienta algunos retornos, bélicos o golpistas.–¿A qué lo atribuye?–A esta altura del partido agitar los miedos bélicos o golpistas es una pavada, pero una pavada interesada: incita a no pensar Malvinas, cuando están en juego los recursos naturales de nuestros nietos, y es una carta de juego en la relación internacional. No se trata de una pelea de territorialidad a la antigua, de nacionalismo de entrecasa. Lo pensamos como una cuestión suramericana. Hay que leerlo a la luz de lo que está sucediendo hoy con las plataformas petroleras. El tema está abierto, es un planteo al futuro.–A pesar de la carencia del tema en las escuelas, pareciera que está presente en la memoria popular, tal vez un eco de tanto machacar con el slogan “Las Malvinas son argentinas”.–Claro. No hay ausencia. Hay superabundancia de recordación a nivel horizontal. Luego de la gesta sanmartiniana, debe ser lo más nombrado. Hay plazoletas, municipios, aeropuertos, panaderías, fábricas de chacinados. El pueblo se ha apropiado del concepto Malvinas Argentinas, con independencia de la acción de las instituciones. Ahora hay que articularlo con los saberes institucionales.<

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