Sectores de la clase media y alta de Lima se niegan a aceptar el escrutinio y arremeten contra quienes votaron por el candidato de Gana Perú. El mandatario electo, de ascendencia quechua e italiana, ganó por el voto no limeño.
Espero que Chile bombardee al Perú, que se jodan y se queden sin nada, misios (pobres) de mierda”, escribió en Internet una joven que no es ninguna chilena fanática, sino una peruana que se siente “golpeada”, porque Ollanta Humala ganó las elecciones y será el próximo presidente de su país. “Ojalá se destruya Machu Picchu para que no tengan con qué comer”, dijo otro usuario en una antología de frases racistas hecha por la página Vergüenza Democrática, que cuestiona ese tipo de comportamientos. Gonzalo Ruiz Tovar, el corresponsal de la agencia alemana dpa que firma esta nota, aclara que “las frases contenidas en este reportaje son menos insultantes que otras que resultan irreproducibles”.
Aunque tras las elecciones la tensión cedió y muchos de los que no votaron por Humala admiten la legitimidad del triunfo y esperan que haga un buen gobierno, algunos sectores de jóvenes de clase media o alta de Lima se niegan a aceptar el resultado y arremeten contra quienes votaron por el candidato de Gana Perú. Humala, de ascendencia quechua e italiana, ganó por el voto no limeño. De hecho, en la capital perdió frente a la derechista Keiko Fujimori con un 57 contra un 43%, pero dio vuelta el resultado al imponerse en el resto del país, sobre todo, y con holgura, en los Andes sureños.
“Cholos ignorantes de mierda, vienen a cagar más al Perú”, anotó un usuario. “Malditos indios ignorantes”. Añadió otro. “Puneños (los habitantes del departamento andino de Puno, en su mayoría descendientes de aymaras), muéranse de frío”, afirmó un tercero que no se privó de llenar su breve mensaje de errores ortográficos. “Ya nos jodimos, aceptémoslo. Y gracias a los resentidos, acomplejados, ignorantes, terrucos (terroristas), comunistas, que se creen muy dignos votando por él”, se lee en otra cuenta.
Para el psicoanalista Jorge Bruce, coyunturas como la electoral hacen que se destape el racismo sumergido en el inconsciente de buena parte de los peruanos. Sociólogos como Sinesio López y Gonzalo Portocarrero atribuyen ese racismo a un rezago colonial. Esos sectores se niegan a creer que su odiado “cholo fracasado de porquería” vaya a ser su presidente. Ese fenómeno era ya intenso desde antes del domingo y acompañó el ascenso de Humala, quien, aunque limeño, proviene de una familia del andino Ayacucho, con excepción de su abuelo materno, un inmigrante italiano.
Aunque es difícil establecer de dónde provienen esos sectores, hay quienes no creen que se trate de seguidores originales de Fujimori, ya que el movimiento de esta también se apoya en sectores populares y mantiene bases importantes entre los llamados despreciativamente cholos. Algunos analistas prefieren creer que los racistas sean quienes en primera vuelta apoyaron al neoliberal Pedro Pablo Kuczynski, un millonario hijo de alemán y francesa que despertó las esperanzas de los “blancos”. De hecho, los ataques que siguieron a la primera ronda electoral también incluían a quienes votaron por Fujimori, aunque después esos ultras la convirtieron en su candidata.
Las elecciones del domingo polarizaron al país y lo dividieron geográficamente. Mientras en casi todo el interior Humala ganó, en algunos casos con índices que rozaron el 80%, Lima votó por la hija del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000). No obstante, la gran diferencia que la mujer tuvo al principio en suelo limeño, fue acortándose a medida que se acercaba el día de la elección. Fue un fenómeno perceptible más allá de las encuestas, cuando gente de clase media, incluida la mayor parte de la intelectualidad, terminó optando por Humala por razones éticas y para no votar por un proyecto que no era otra cosa que una reedición del gobierno autoritario del padre de la candidata de la derecha.
Más allá de posiciones ideológicas, el racismo juega un papel central en Perú, e incluso ya lo sufrió un centrista como el ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006), contra quien hubo y hay un fuerte sentimiento de rechazo simplemente por ser “portador” de rasgos indígenas. El experto en discriminación Wilfredo Ardito asegura que el racismo es una fractura que perjudica a la sociedad peruana, “en especial cuando, a diferencia de otras latitudes, es ejercido por un pequeño pero influyente puñado contra una amplia mayoría”. La situación que los racistas peruanos explicitan ahora de la peor forma tiene un antecedente en Bolivia, donde no ya sus votantes, sino el propio presidente Evo Morales es discriminado por su condición indígena, incluso en los medios de prensa. <
Espero que Chile bombardee al Perú, que se jodan y se queden sin nada, misios (pobres) de mierda”, escribió en Internet una joven que no es ninguna chilena fanática, sino una peruana que se siente “golpeada”, porque Ollanta Humala ganó las elecciones y será el próximo presidente de su país. “Ojalá se destruya Machu Picchu para que no tengan con qué comer”, dijo otro usuario en una antología de frases racistas hecha por la página Vergüenza Democrática, que cuestiona ese tipo de comportamientos. Gonzalo Ruiz Tovar, el corresponsal de la agencia alemana dpa que firma esta nota, aclara que “las frases contenidas en este reportaje son menos insultantes que otras que resultan irreproducibles”.
Aunque tras las elecciones la tensión cedió y muchos de los que no votaron por Humala admiten la legitimidad del triunfo y esperan que haga un buen gobierno, algunos sectores de jóvenes de clase media o alta de Lima se niegan a aceptar el resultado y arremeten contra quienes votaron por el candidato de Gana Perú. Humala, de ascendencia quechua e italiana, ganó por el voto no limeño. De hecho, en la capital perdió frente a la derechista Keiko Fujimori con un 57 contra un 43%, pero dio vuelta el resultado al imponerse en el resto del país, sobre todo, y con holgura, en los Andes sureños.
“Cholos ignorantes de mierda, vienen a cagar más al Perú”, anotó un usuario. “Malditos indios ignorantes”. Añadió otro. “Puneños (los habitantes del departamento andino de Puno, en su mayoría descendientes de aymaras), muéranse de frío”, afirmó un tercero que no se privó de llenar su breve mensaje de errores ortográficos. “Ya nos jodimos, aceptémoslo. Y gracias a los resentidos, acomplejados, ignorantes, terrucos (terroristas), comunistas, que se creen muy dignos votando por él”, se lee en otra cuenta.
Para el psicoanalista Jorge Bruce, coyunturas como la electoral hacen que se destape el racismo sumergido en el inconsciente de buena parte de los peruanos. Sociólogos como Sinesio López y Gonzalo Portocarrero atribuyen ese racismo a un rezago colonial. Esos sectores se niegan a creer que su odiado “cholo fracasado de porquería” vaya a ser su presidente. Ese fenómeno era ya intenso desde antes del domingo y acompañó el ascenso de Humala, quien, aunque limeño, proviene de una familia del andino Ayacucho, con excepción de su abuelo materno, un inmigrante italiano.
Aunque es difícil establecer de dónde provienen esos sectores, hay quienes no creen que se trate de seguidores originales de Fujimori, ya que el movimiento de esta también se apoya en sectores populares y mantiene bases importantes entre los llamados despreciativamente cholos. Algunos analistas prefieren creer que los racistas sean quienes en primera vuelta apoyaron al neoliberal Pedro Pablo Kuczynski, un millonario hijo de alemán y francesa que despertó las esperanzas de los “blancos”. De hecho, los ataques que siguieron a la primera ronda electoral también incluían a quienes votaron por Fujimori, aunque después esos ultras la convirtieron en su candidata.
Las elecciones del domingo polarizaron al país y lo dividieron geográficamente. Mientras en casi todo el interior Humala ganó, en algunos casos con índices que rozaron el 80%, Lima votó por la hija del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000). No obstante, la gran diferencia que la mujer tuvo al principio en suelo limeño, fue acortándose a medida que se acercaba el día de la elección. Fue un fenómeno perceptible más allá de las encuestas, cuando gente de clase media, incluida la mayor parte de la intelectualidad, terminó optando por Humala por razones éticas y para no votar por un proyecto que no era otra cosa que una reedición del gobierno autoritario del padre de la candidata de la derecha.
Más allá de posiciones ideológicas, el racismo juega un papel central en Perú, e incluso ya lo sufrió un centrista como el ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006), contra quien hubo y hay un fuerte sentimiento de rechazo simplemente por ser “portador” de rasgos indígenas. El experto en discriminación Wilfredo Ardito asegura que el racismo es una fractura que perjudica a la sociedad peruana, “en especial cuando, a diferencia de otras latitudes, es ejercido por un pequeño pero influyente puñado contra una amplia mayoría”. La situación que los racistas peruanos explicitan ahora de la peor forma tiene un antecedente en Bolivia, donde no ya sus votantes, sino el propio presidente Evo Morales es discriminado por su condición indígena, incluso en los medios de prensa. <
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