Leyó su primer libro en el instituto de menores donde estuvo detenido por secuestro. A los 22 años, Camilo Blajaquis publicó sus poemas y dirige un taller literario en el Barrio Carlos Gardel, la villa que lo vio criarse como pibe chorro y hoy lo tiene como referente social.
Por Bruno Lazzaro.
En el oeste, el sol no se pone. Se cae. Por la ventana trasera de la casa más moderna, por la remisería de turno o el quiosco enrejado de la esquina. Por indiferencia o por la simple rotación de la Tierra. Pero allí, donde para muchos está el agite, el ocaso puede llegar de mañana o de madrugada. En la espalda de un tipo que sale a laburar, en el medio de una charla de vecinos o en el faso de la esquina.Son las seis y media de la tarde y la estrella mayor no dejó ni una estela para dibujar el camino de regreso. César González sale de su casa y se despide con cariño. Ya pasaron cuatro horas desde que salió de la Facultad de Filosofía y Letras, donde cursa el CBC para Filosofía, y enfiló hacia Marconi y Orense, en El Palomar, para ponerse al frente del taller de literatura que comanda todos los lunes como parte del programa de responsabilidad compartida “Envión”. Desde su fachada, la Escuela Nº 40 es lo más parecido a una fábrica en desuso. Un gigante desnudo en el medio de edificaciones modestas. César se baja de una moto de mediana cilindrada e indica el camino. En su interior, las aulas rodean un patio inundado de un silencio que sólo se quiebra ante las voces de un grupo de adolescentes que cuchichean en el segundo piso. “Vamos, vamos. ¿No vienen al taller?” La respuesta se hace esperar. Y luego de un cambio de aula empiezan a caer los pibes del Barrio Carlos Gardel que decidieron darles rienda suelta a sus ganas de contar.Las paredes del salón están atestadas con escritos de los asistentes. Chicos de la zona que van de los 15 a los 24 años. “¿Qué mierda pretenden de nosotras? Somos putas, nos dicen. Que andamos con cualquiera, pero los que se hacen los fieles son los más mujeriegos. ¡Terminemos con los hombres! Así se dan cuenta que las que mandan somos nosotras, no ellos… ¡Hagámoslos cornudos a todos! Para que sepan lo que es sufrir”, firma Melody en uno de los textos.Entre vuelta de mate y galletitas con dulce de leche, el Monito consulta por Bob Marley y César le obsequia un breve repaso historiográfico por la vida del profeta del reggae. El tema deriva por inercia en un debate sobre la despenalización de la marihuana y sus consecuencias. Y todos exponen sus historias. Carlitos, el Monito, Melanie y Rocío se muestran a favor. Loli tiene sus dudas. Rubén se reserva el comentario, quizá por timidez, y Karen hace pública su negativa con un escrito en el que deja en claro que, por más que sea algo común en el barrio, ella no quiere dejarse llevar por esa corriente. Aplausos, y un calambre al corazón de Karen.La charla sigue con sus derivados, y César pregunta: “¿Qué es la política?”. Las respuestas llegan entrecortadas: “Discutir”; “No sé, eso que pasan en la tele”; “Todo”. César vuelve a hacer un mini recorrido con autoridad. Desde Grecia hasta la actualidad. Y los chicos abren los ojos con atención. Quizá maravillados por la respuesta o por el poder oratorio de un pibe de 22 años que un día despertó.“Mi cuerpo y mi alma estaban en un estado donde no hay sueños, porque los sueños existen en una vida normal. Uno sólo puede soñar con sus necesidades cubiertas”, responde César cuando se lo consulta sobre las fantasías que tenía a los quince años. Es que a esa edad, el joven empezó un raid delictivo que le dejó cuatro balazos y cinco operaciones como souvenirs. Uno de los disparos lo mantuvo tres días en terapia intensiva. Luego, fue condenado por participar de un secuestro extorsivo y terminó en el Instituto de Menores Luis Agote.Allí, los recuerdos se volvieron cicatrices en las manos de los guardias y de los operadores convivenciales. “Pero un día me empecé a hacer cucaracha”, dice rememorando La metamorfosis kafkiana. Un cambio en el que fue esencial la figura de Patricio “Merok” Montesano, un mago que daba cursos de magia en los institutos de menores. “Un artista, una persona con una calidad humana sobrenatural y un militante innovador”, en la voz de César.Gran parte de esa militancia consistía en acercarle libros de autores como Nietzsche, Marx, Foucault y Spinoza. Al principio, César se negó, como lo hacía la mayoría de los chicos. “Hasta que un día me quedé encerrado y la tapa de ¿Quién mató a Rosendo? me llamó la atención. Lo empecé a leer y lo terminé en el día. A partir de ahí, no paré más.”César empezó a consumir literatura y filosofía con la voracidad de quien no tuvo la oportunidad tiempo atrás. Y los golpes se hicieron más fuertes. “Cuando leía sabía que el otro día me iba a comer una golpiza más por eso, pero no me importaba”, afirma sentado en el living de su casa del Barrio Carlos Gardel donde vive con su mamá, seis hermanos menores y una sobrina.La lectura derivó en la escritura y César, con la ayuda de Merok, creó un blog para publicar sus poemas. Cuando terminó de escribir el primero se dio cuenta de que debía firmarlo y ahí nació, según sus palabras, “un nuevo yo”: Camilo Blajaquis. Camilo en honor a Cienfuegos –uno de los líderes de la revolución cubana– y Blajaquis por el militante, de apellido griego, asesinado en la pizzería La Real, como lo relata Rodolfo Walsh en la crónica que lo inspiró. Pero no todo quedó ahí. “En el 2007 se me ocurrió hacer una revista, porque había que tener astucia. No quería que mi vida sea robar y recibir balazos policiales. Ahí nació ¿Todo Piola? –con signo de pregunta, porque siempre hay que dudar de todo–, una publicación bimestral que ya va por el número diez, y que se convirtió en un colectivo de gente, donde escribo mis poemas y donde van a parar muchos de los textos que hacemos en el taller.” Después del Agote, César pasó por el Instituto de Menores Belgrano hasta que cumplió los dieciocho y lo trasladaron al penal de Marcos Paz, donde estuvo preso hasta hace un año.–¿Qué pasó cuando saliste?–Se me acercaron para darme una mano: me ofrecieron participar de otro robo. Porque si salís de la cárcel no te dan trabajo. Y los pibes, sabiendo esa realidad, te dicen: “Che, acá tenés la 9, si querés vamos”. Lo hacen para ayudarte a ponerte de pie. Pero no. Y eso que vinieron varias veces. Y no oculté el porqué, como muchos que no quieren quedar como miedosos.–¿Y qué les dijiste?–La verdad: que ahora escribo, que salí con otra cabeza. Que salí decidido.La decisión lo llevó a escribir un libro con sus poemas que ya va por su segunda edición. Lo llamó La venganza del cordero atado, en un guiño al Lobo suelto, cordero atado, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: el Indio Solari es uno de sus autores favoritos.Cuando estaba en Marcos Paz, el entonces intendente de Morón, Martín Sabbatella, se enteró de la existencia de César y de su historia. “Me dijo que me iban a dar un trabajo y que el municipio de Morón quería cubrir los costos del libro. A veces me dicen: ‘¿Por qué no hacen eso con todos los pibes que están en cana?’. O ‘lo que hace Morón es querer chapear con tu nombre’. Y la respuesta es que no había alguien en la villa que se le plante de igual a igual a un político, a alguien del sistema educativo o a un intelectual.”–¿Te tentaron de otros partidos?–Una vez vino un gordo que venía de parte de la mujer de De Narváez, que tiene una fundación. Le pregunté cómo se había animado a entrar al barrio y me mostró un fierro. “Ah, mirá qué buena la política de De Narváez”, le dije. Pero llegó hasta la puerta y listo. Quizá por el simple hecho de que te pongas una remera implicás veinte lucas. Pero no, creo que lo que sucede en el país en los últimos años es muy importante. Y hay que valorarlo desde lo político, lo económico y lo social.Nazarena, la madre de César, se enorgullece a la hora de hablar de su hijo: “Todo lo que me prometió lo cumplió. Porque todo preso promete cambiar. Pero ni el diez por ciento cumple. Vi el cambio en vivo y es increíble. Él es el que aprende y nos enseña a nosotros. Es un referente para sus hermanos y para los chicos del barrio”. César retoma la palabra: “Estaba destinado a una vida de mierda y a una muerte de mierda. Me acuerdo que no quería ser pobre. Quería tener. Aunque el tener también está mal, porque el sistema de consumo impone que mientras más tengas más valés. Yo sacaba la plata de un afano e iba decidido a comprar ropa o merca. No lo puedo mirar desde un lado moral lo que hacia, porque es un tema social. Porque al fin y al cabo un pibe chorro es alguien necesario”.–¿Para quién?–Para mucha gente. El pibe chorro es un negocio. A partir de la existencia de un delito de robo hay una secuencia y una lógica económica atrás de eso. Si tenés una moto o un auto estás obligado a tener un seguro contra robo. La sociedad está determinando que va a haber un robo, entonces se tiene que asegurar. La gente se queja. La mayoría de los canales de televisión le dan una cámara al vecino para que se queje de la inseguridad. Acá vienen, ponen la cámara y la gente dice que acá hay gente trabajadora. Y no es así, es como en todos lados.César dice que en el barrio se vive “tranquilo, la inseguridad está cuando viene la policía. Acá hay solidaridad. Todos remamos con los mismos remos. Pero a veces nos autoexcluimos solos. Porque este no es el único lugar en el que existe el delito. O cuando hay un hecho de desestabilización y miran para acá adentro por el trabajo de los punteros. Porque la verdadera desestabilización está en Recoleta. ¿Por qué no aplican el Plan Centinela allá? Nadie tiene por qué vivir con alguien que lo vigila por la simple idea de que todos somos potenciales delincuentes”.Luego de posar para las fotos, César refuerza la importancia del taller: “A los pibes no les corrijo nada, ni de los escritos, ni de las reglas ortográficas, porque no me interesa ningún esquema. No me interesa esa postura. Estoy atento al devenir de cada pibe, porque a mí me hizo mucho daño cuando sólo me hablaban de recuperación, regeneración y reinserción. Y esa idea de que supuestamente mi vieja no me dio atención y mi viejo es un borracho, entonces mi destino está marcado. Lo único que quiero es que los pibes vomiten y que haya más gente que se entere lo que tiene un pibe de barrio en la cabeza, sin moralidad ni bajada de línea”.–¿Te molesta el estereotipo del “poeta villero”?–No me quejo de la idea de “El poeta villero” o “De pibe chorro a poeta”. Son títulos que me pone otro. Lo que no quiero es que sean limitaciones o martillazos destructivos. Que no se quede en que soy un pibe chorro recuperado porque hay buena poesía y escritura. A veces sobrepasa mi capacidad de reacción. Cuando rebobino mi vida, no lo puedo creer. Pero acá estoy. La mayor satisfacción es cuando alguien me felicita por lo que escribí. Me esfuerzo por construir el hoy y mejorar cada día para poder generar una ruptura a nivel género en la poesía. Y volar lo más alto que pueda.
_______________________________________________________________________________Opinión“Puedo "Puedo resonar con su universo de palabras”
Por Indio Solari
Músico
Entretenido por mis propias obsesiones no recibí, hasta ayer, la noticia de la irrupción de Camilo y su imaginería en mi mundo. Comienzo a curiosear ahora a través de camiloblajaquis.blogspot.com. Aun así, no me atreveré a justipreciarlo. Nunca entendí esa parte del juego donde uno se toma el trabajo de arruinar los misterios. De cualquier modo creo, a primera vista, que puedo resonar con el universo de palabras que Camilo nos acerca. Merde pure con mis mejores deseos.
_______________________________________________________________________________“Que
"Que no sea una excepción”
Por Martín Sabbatella
Diputado nacional (Nuevo Encuentro)
César es, con apenas 22 años, un ser humano muy rico, con características que lo distinguen y lo hacen alguien al que da gusto escuchar o leer. Conocí de su vida tiempo antes de que recuperara la libertad, a través del relato de su familia y de sus amigos del Barrio Carlos Gardel.No se trata tan sólo de un “pibe chorro” que “se recuperó” gracias a la lectura y a la producción literaria. Esa mirada suele creer que salir de una situación dolorosa y de inmensas carencias es apenas una cuestión de voluntad personal. Para quienes lo ven así, César es una demostración de que no habría situación social, grupal o familiar que haga mella en el futuro de nadie, y que, aun en el peor marco de pobreza, violencia, delito o encierro, cualquiera que esté dispuesto puede “diseñarse una buena vida”. Otros, desde una perspectiva parecida, piensan que se trata de una excepción a la regla, una rara avis que, por azar o por designio divino, empezó a transitar “el camino correcto”.No creo una cosa ni la otra. Para quienes tenemos la suerte de conocerlo, César es un militante, un compañero y un poeta. Un pibe abierto, curioso, inteligente, solidario y creativo; que a su enorme voluntad le sumó el empuje de personas enormes como el mago Patricio “Merok” Montesano, que lo introdujo en la lectura. La principal virtud de César es explotar al máximo todas sus virtudes. Además, es un ser humano que se alegra, que sufre, que llora, que se ríe, que se enoja; que sueña como todos y, especialmente, como cientos de miles de pibes que también merecen la oportunidad de crecer dignamente.Rescato su creatividad, su testimonio; pero sobre todo su laburo militante, su vínculo con otros que viven en barrios humildes del país o que están detenidos en institutos y cárceles.Nos merecemos construir una sociedad en la que César –o Camilo– no sea una excepción a los ojos de nadie.
_______________________________________________________________________________“Un "Un sujeto social nuevo”
Por Luis Mattini
Escritor, ex secretario general del PRT-ERP
Tomé contacto con César cuando le hicieron una entrevista en la que afirmaba que la literatura lo salvó. Allí se lo veía posando con mi libro Los perros. Para mí, eso significó mucho más eso que si Gabriel García Márquez me felicitara por mi publicación. Me informé dónde estaba y fui al penal sin anuncio. Cuando llegué, se cayó de culo. Estaba muy impresionado con mi presencia por ser un escritor y un tipo de los ’70. Lo que él no sabía era que yo estaba más emocionado que él. Nos pusimos a hablar y César, que no tiene demasiada fiaca para hablar, me preguntó por mis años de lucha, pero yo quería preguntarle más a él. Me impresionó mucho, no por la impresión social, sino por descubrir a un pibe con talento. Él ya había leído a Michel Foucault, y su interpretación era mejor que la del 90 por ciento de los universitarios. No creo que sea perfecto, ni mucho menos. Es un pibe con una percepción muy grande. Es una poesía andando. Expresa una imagen que es contundente. Cuando él estaba preso, cada dos o tres día teníamos una comunicación telefónica. Desde afuera me estaba ocupando de que, cuando lo soltaran, tuviera un lugar para laburar. Por suerte dimos con Sabbatella y él intervino. Para mí, que vengo de un marxismo riguroso, los tipos como César reflejan que hay un sujeto social desconocido. Él refleja el sufrimiento de un nuevo sujeto. Su arte es su compromiso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario