Los organizadores del próximo Congreso Internacional de Cirugía y Medicina Cosmética estiman que aquí hay más intervenciones de ese tipo que en países como Francia, Canadá o Gran Bretaña. Pero advierten sobre el uso de sustancias no permitidas.
En la Argentina se efectúan por año casi 300.000 procedimientos de intervención estética, quirúrgicos o no: más que en países como Francia, Canadá o Gran Bretaña. Así lo estiman los organizadores del Congreso Internacional de Cirugía y Medicina Cosmética que se celebrará en septiembre. Los médicos especialistas destacan la tendencia a tratamientos mínimamente invasivos, que en la mayoría de los casos reemplazan al lifting y permiten una rápida recuperación de los pacientes. Se prioriza el uso de toxina botulínica (que debe ser reinyectada cada varios meses) en combinación con “hilos tensores”, en reemplazo de las cirugías convencionales. Los especialistas también advierten sobre la proliferación de sustancias no admitidas por la Anmat, que en muchos casos se comercializan por Internet: un simple relleno de glúteos puede llevar a la muerte.
Julio Ferreira –presidente del congreso y también de la Academia Sudamericana de Cirugía Cosmética– precisó a este diario que “la cantidad anual de tratamientos se estima en 298.000. Si bien no hay estadísticas oficiales, ya que en general los procedimientos se efectúan en ámbitos privados, la estimación se hace a partir del número de profesionales dedicados y por el volumen total de insumos que se utilizan”. La Argentina “está entre los tres primeros países de América latina, junto con Brasil y México, y, en relación con su población, está por encima de esos países, así como de los principales países de Europa”. Si bien muchas/os turistas aprovechan para volver remozadas/os a sus países de origen, “el total de intervenciones no obedece a un turismo estético masivo, que no llega a haber, sino a la demanda de las mujeres argentinas”, aclaró Ferreira.
El especialista destacó que “cada vez se recurre más a técnicas mínimamente invasivas, que evitan llegar a las intervenciones quirúrgicas mayores. Antes la única forma de tratar las ‘arrugas de expresión’ era por un lifting coronal, que requiere hacer una incisión de oreja a oreja y despegar el cuero cabelludo. Hoy se recurre a un procedimiento ambulatorio con microinyecciones de toxina botulínica”.
“Algo parecido sucede con los peelings, que permiten un recambio en la piel –continuó Ferreira–: antes eran muy invasivos, los pacientes no podían volver a trabajar por diez a quince días; hoy existen nuevas sustancias con las que se logra una recuperación casi inmediata. Las técnicas de radiofrecuencia para la flaccidez facial, en casos de pequeña o mediana intensidad, permiten reservar las intervenciones quirúrgicas mayores para edades más avanzadas o casos más importantes. Las técnicas de ultracavitación, por ultrasonido, para adiposidades localizadas, evitan llegar a la liposucción.”
Guillermo Galgano –vicepresidente del congreso y miembro de la comisión directiva de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires– agregó que “el congreso también permitirá difundir entre los profesionales el conocimiento de qué sustancias están permitidas y cuáles no. En los últimos meses hubo muertes de mujeres que se habían hecho rellenos de glúteos con un supuesto metacril, que en verdad era silicona pura; también en la Argentina se aplicaron prótesis de mama prohibidas en su país de origen, Francia, a su vez prohibidas por la Anmat. Existe una comercialización inescrupulosa de estos productos por Internet”.
Adriana Ponti, secretaria general del congreso, apuntó que “actualmente, la combinación de toxina botulínica e hilos tensores para la cara permite tratamientos de muy pronta recuperación, sin postoperatorios prolongados ni hematomas”. Es cierto que “la toxina botulínica debe volver a aplicarse cada cinco o seis meses, y puede ser necesario volver a poner los hilos tensores dos años después de la intervención”.
El XIII Congreso Internacional de Medicina y Cirugía Cosmética se efectuará entre el 1º y el 3 de septiembre.
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En la Argentina se efectúan por año casi 300.000 procedimientos de intervención estética, quirúrgicos o no: más que en países como Francia, Canadá o Gran Bretaña. Así lo estiman los organizadores del Congreso Internacional de Cirugía y Medicina Cosmética que se celebrará en septiembre. Los médicos especialistas destacan la tendencia a tratamientos mínimamente invasivos, que en la mayoría de los casos reemplazan al lifting y permiten una rápida recuperación de los pacientes. Se prioriza el uso de toxina botulínica (que debe ser reinyectada cada varios meses) en combinación con “hilos tensores”, en reemplazo de las cirugías convencionales. Los especialistas también advierten sobre la proliferación de sustancias no admitidas por la Anmat, que en muchos casos se comercializan por Internet: un simple relleno de glúteos puede llevar a la muerte.
Julio Ferreira –presidente del congreso y también de la Academia Sudamericana de Cirugía Cosmética– precisó a este diario que “la cantidad anual de tratamientos se estima en 298.000. Si bien no hay estadísticas oficiales, ya que en general los procedimientos se efectúan en ámbitos privados, la estimación se hace a partir del número de profesionales dedicados y por el volumen total de insumos que se utilizan”. La Argentina “está entre los tres primeros países de América latina, junto con Brasil y México, y, en relación con su población, está por encima de esos países, así como de los principales países de Europa”. Si bien muchas/os turistas aprovechan para volver remozadas/os a sus países de origen, “el total de intervenciones no obedece a un turismo estético masivo, que no llega a haber, sino a la demanda de las mujeres argentinas”, aclaró Ferreira.
El especialista destacó que “cada vez se recurre más a técnicas mínimamente invasivas, que evitan llegar a las intervenciones quirúrgicas mayores. Antes la única forma de tratar las ‘arrugas de expresión’ era por un lifting coronal, que requiere hacer una incisión de oreja a oreja y despegar el cuero cabelludo. Hoy se recurre a un procedimiento ambulatorio con microinyecciones de toxina botulínica”.
“Algo parecido sucede con los peelings, que permiten un recambio en la piel –continuó Ferreira–: antes eran muy invasivos, los pacientes no podían volver a trabajar por diez a quince días; hoy existen nuevas sustancias con las que se logra una recuperación casi inmediata. Las técnicas de radiofrecuencia para la flaccidez facial, en casos de pequeña o mediana intensidad, permiten reservar las intervenciones quirúrgicas mayores para edades más avanzadas o casos más importantes. Las técnicas de ultracavitación, por ultrasonido, para adiposidades localizadas, evitan llegar a la liposucción.”
Guillermo Galgano –vicepresidente del congreso y miembro de la comisión directiva de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires– agregó que “el congreso también permitirá difundir entre los profesionales el conocimiento de qué sustancias están permitidas y cuáles no. En los últimos meses hubo muertes de mujeres que se habían hecho rellenos de glúteos con un supuesto metacril, que en verdad era silicona pura; también en la Argentina se aplicaron prótesis de mama prohibidas en su país de origen, Francia, a su vez prohibidas por la Anmat. Existe una comercialización inescrupulosa de estos productos por Internet”.
Adriana Ponti, secretaria general del congreso, apuntó que “actualmente, la combinación de toxina botulínica e hilos tensores para la cara permite tratamientos de muy pronta recuperación, sin postoperatorios prolongados ni hematomas”. Es cierto que “la toxina botulínica debe volver a aplicarse cada cinco o seis meses, y puede ser necesario volver a poner los hilos tensores dos años después de la intervención”.
El XIII Congreso Internacional de Medicina y Cirugía Cosmética se efectuará entre el 1º y el 3 de septiembre.
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