La antropóloga Rita Segato estudia los femicidios en América latina y desmenuza los “mensajes” ocultos en esos crímenes. En ese marco, introduce la perspectiva de género en el caso salteño. Y plantea dudas inquietantes, incluida la sospecha del móvil político.
Por Mariana Carbajal
Por Mariana Carbajal
¿Hay un mensaje cifrado en los asesinatos de las dos turistas francesas en Salta? ¿Puede haber otra lectura de la violencia que sufrieron sus cuerpos en un paraje turístico poco habituado a tanta saña? La antropóloga, docente e investigadora Rita Laura Segato, reconocida por su conceptualización y análisis del fenómeno del femicidio en América latina, ofrece su mirada, inquietante. Para Segato, el doble homicidio tiene olor a crimen con móvil político. En una extensa entrevista con Página/12 fundamenta su punto de vista. “Es a través de la agresión a la mujer que se agrede a un antagonista”, dice la antropóloga. En su hipótesis, el doble crimen habría apuntado a perjudicar al gobierno de Salta, encargado de velar por la seguridad de las turistas.
Segato responde desde Foz de Iguazú, donde es investigadora visitante en la Universidad de la Integración Latinoamericana-Unila. Los asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres son uno de sus temas de estudio. Para comprender sus huellas hay que leer a Segato. Esta argentina que reside desde hace varios años en Brasil –y cada tanto viaja al país– es autora de Las Estructuras Elementales de la Violencia, La Nación y sus Otros (Prometeo, 2003 y 2007) y La Escritura en el Cuerpo de las Mujeres Asesinadas en Ciudad Juárez (Editora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2006). También es profesora de la Cátedra Unesco de Bioética de la Universidad de Brasilia.
Estaba Segato camino al aeropuerto de Salta, cuando conoció la noticia de los asesinatos de las jóvenes Houria Moumni y Cassandre Bouvier. Desde entonces, el caso concentra sus pensamientos.
–¿Cree que son dos femicidios más o piensa que tienen características particulares?
–Tienen un carácter inusual por varios motivos: ante todo, la agresión concluida con ejecuciones perpetradas fríamente con un tiro en la cabeza y otro por la espalda con el arma apoyada en el cuerpo no me parecen formas de matar frecuentemente asociadas a la violencia sexual. En segundo lugar, la zona en que el crimen sucedió es habitada por gente simple, trabajadora, y ciertamente no un escenario habitual de actos de violencia. Este crimen impar y de localización impar fue perpetrado en medio del fragor de la contienda electoral, en una escena marcada por el odio y la de-sesperación de aquellos que se ven progresivamente desplazados del control de las posiciones de poder en el país. O, dicho de otra forma, en medio de una guerra sorda por el control de esas posiciones de autoridad y poder.
–¿Qué le hizo pensar en la hipótesis de un crimen con móvil político?
–Todos los entrevistados por la prensa, vecinos de las inmediaciones del crimen y de los detenidos, insisten en que hay que mirar hacia afuera del pueblo de San Lorenzo para encontrar a los responsables; reiteran la afirmación de que se trata de crímenes de “gente de poder”, que “tienen que ver con la política”, y sugieren que la policía puede estar “plantando pruebas”. A la gente hay que escucharla. Especialmente cuando lo que dice es recurrente y refleja un gran acuerdo de puntos de vista. Infelizmente, una vez más, la caricatura de la “civilización” contra la “barbarie” es revivida, la mirada inculpadora es eurocéntrica, y se busca imputar a la gente no blanca y pobre. Los medios revelan indicios de que el principal detenido, Gustavo Lasi, ha sido golpeado y apremiado ilegalmente, lo que ciertamente retira legitimidad y credibilidad a sus declaraciones ante el juez. Nuevas dudas surgen frente a la sorprendente presteza de los medios en divulgar lo que aparece como una confesión de mediana culpabilidad: habría cometido una sola de las violaciones, sin otras formas de violencia, y acusado a los otros dos sospechosos de las otras agresiones. Cabe siempre la duda: ¿habrá esto resultado de alguna negociación para acelerar la resolución del caso? Además de los golpes, ¿habrá sido ofrecido algún beneficio para obtener esta media confesión y el bien acogido testimonio que perjudica a los otros detenidos?
–¿Qué otros aspectos del caso le despiertan dudas?
–En los primeros días, se había revelado que en el libro de entrada a la visita del paseo donde ocurrió el crimen se consignaba, para esa misma tarde, el ingreso de cuatro hombres. Los datos de las víctimas son más precisos, como, por ejemplo, su hotel, pero del grupo de hombres sólo se dice apenas “de Córdoba”, “por la tonada”, pero no figuran sus nombres ni lugar de hospedaje. Y no hay trazo en el libro ni de la salida de las jóvenes ni del grupo de hombres. Muchos de los crímenes de género de la actualidad ocurren en situaciones de contienda entre facciones. Esta es una estructura recurrente que creo reconocer aquí, como variante de otras situaciones que he analizado. Esto a mí se me ocurre por lo menos extraño en la apacible y turística localidad de San Lorenzo, a manos de personas que conviven habitualmente con el turismo y, especialmente, como en el caso del principal sospechoso, que trabajan en el ramo y tratan profesionalmente con legiones de mujeres jóvenes europeas que viajan no siempre acompañadas por hombres. Entonces, la pregunta que no quiere callar es: ¿por qué ocurrió precisamente en vísperas de una elección?
–Además de la confesión del propio Lasi, estudios de ADN confirman que violó a una de las chicas.
–Los resultados hasta el momento no me parecen convincentes, incluyendo la propia prueba del ADN. Es importantísimo y obligatorio mantener una rígida vigilancia y verificación no solamente de los procesos de análisis de las evidencias, sino sobre todo, y más todavía, de los procedimientos de hallazgo y colecta de las supuestas pruebas, incluyendo aquí la muestra de material genético. Me preocupa el hecho de que la policía necesite “resolver el caso” por cualquier medio y rápidamente porque hay presiones de todo tipo para que eso suceda. Una investigación así nunca será confiable.
–¿Cree que pudo haber instigadores?
–Sí, creo que hubo instigadores. Creo que hay responsables que han salido de escena y que no están ni siquiera siendo buscados.
–¿Cómo asocia estos crímenes a su modelo de entender la violencia de género?
–Este caso evoca otros asesinatos de mujeres que son percibidos como raros, excesivos en el uso de la violencia letal, planeados para matar desde el comienzo, y en los que la agresión sexual es solamente un medio y una de las formas de la acción dañina. Este crimen con características raras cierra con mi hipótesis teórico-policial de siempre, que se puede resumir así: es a través de la agresión a la mujer que se agrede a un antagonista. Es en el cuerpo femenino violado y ejecutado que en las guerras contemporáneas se reduce al enemigo, se lo desprestigia y desmoraliza. Ese antagonista es quien tiene a su cargo, o debería tener, el papel de tutor, protector o responsable por la víctima, papel que, como la agresión prueba, no consigue cumplir, quedando por lo tanto deshonrado en su papel de autoridad viril. En este caso, es evidente que el responsable por la custodia y seguridad del turismo es el gobierno de Salta.
–Suponiendo que pudo ser un doble crimen de móvil político, ¿por qué estima que se eligieron mujeres? ¿Hubiera sido igual que fueran turistas varones?
–El abuso y la agresión sexual y física a las mujeres es más eficiente como forma de operar el desprestigio moral de quien se encuentra en la posición de garante por la custodia de sus cuerpos. Es un lenguaje. Un lenguaje que emana de una estructura como es la de género, una relación entre posiciones que origina una lengua bastante estructurada y, en verdad, previsible.
–¿Encuentra similitud con otros casos de Argentina?
–Una de las razones por las que es tan difícil disminuir la impunidad cuando se trata de crímenes con móvil de género es que su unidad de fondo, proveniente del carácter violentogénico general del patriarcado como primera y última pedagogía de poder, nos ciega para entender las variedades de los mismos. En la torpeza de la razón no percibimos la cantidad de diferencias en que la virulencia del género se manifiesta. Tendemos, entonces, a privatizar todos los crímenes de género, es decir, verlos como si emanasen siempre de la esfera de la intimidad, de los deseos íntimos y perversos de los sujetos, y eso nos impide ver algo muy importante: que la agresión sexual es un arma como cualquier otra, que irrumpe hoy en la esfera pública para hacer sus víctimas como nunca antes, llevando un mensaje que nada tiene a ver con lo privado ni con el reino de la intimidad.
–¿Hay puntos de encuentro con los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, en México?
–Lo que me instigó a responder esta entrevista y detonó mi malestar con relación al enfoque del caso por parte de las autoridades y los medios fue, en primer lugar, la impresionante semejanza entre la reacción de la gente en San Lorenzo y la reacción de la gente común en Ciudad Juárez. Hablan de lo mismo, dicen lo mismo: “Miren al poder y encontrarán a los responsables”. El discurso es idéntico. Y al discurso del pueblo hay que darle oídos y hay que respetarlo.
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Segato responde desde Foz de Iguazú, donde es investigadora visitante en la Universidad de la Integración Latinoamericana-Unila. Los asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres son uno de sus temas de estudio. Para comprender sus huellas hay que leer a Segato. Esta argentina que reside desde hace varios años en Brasil –y cada tanto viaja al país– es autora de Las Estructuras Elementales de la Violencia, La Nación y sus Otros (Prometeo, 2003 y 2007) y La Escritura en el Cuerpo de las Mujeres Asesinadas en Ciudad Juárez (Editora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2006). También es profesora de la Cátedra Unesco de Bioética de la Universidad de Brasilia.
Estaba Segato camino al aeropuerto de Salta, cuando conoció la noticia de los asesinatos de las jóvenes Houria Moumni y Cassandre Bouvier. Desde entonces, el caso concentra sus pensamientos.
–¿Cree que son dos femicidios más o piensa que tienen características particulares?
–Tienen un carácter inusual por varios motivos: ante todo, la agresión concluida con ejecuciones perpetradas fríamente con un tiro en la cabeza y otro por la espalda con el arma apoyada en el cuerpo no me parecen formas de matar frecuentemente asociadas a la violencia sexual. En segundo lugar, la zona en que el crimen sucedió es habitada por gente simple, trabajadora, y ciertamente no un escenario habitual de actos de violencia. Este crimen impar y de localización impar fue perpetrado en medio del fragor de la contienda electoral, en una escena marcada por el odio y la de-sesperación de aquellos que se ven progresivamente desplazados del control de las posiciones de poder en el país. O, dicho de otra forma, en medio de una guerra sorda por el control de esas posiciones de autoridad y poder.
–¿Qué le hizo pensar en la hipótesis de un crimen con móvil político?
–Todos los entrevistados por la prensa, vecinos de las inmediaciones del crimen y de los detenidos, insisten en que hay que mirar hacia afuera del pueblo de San Lorenzo para encontrar a los responsables; reiteran la afirmación de que se trata de crímenes de “gente de poder”, que “tienen que ver con la política”, y sugieren que la policía puede estar “plantando pruebas”. A la gente hay que escucharla. Especialmente cuando lo que dice es recurrente y refleja un gran acuerdo de puntos de vista. Infelizmente, una vez más, la caricatura de la “civilización” contra la “barbarie” es revivida, la mirada inculpadora es eurocéntrica, y se busca imputar a la gente no blanca y pobre. Los medios revelan indicios de que el principal detenido, Gustavo Lasi, ha sido golpeado y apremiado ilegalmente, lo que ciertamente retira legitimidad y credibilidad a sus declaraciones ante el juez. Nuevas dudas surgen frente a la sorprendente presteza de los medios en divulgar lo que aparece como una confesión de mediana culpabilidad: habría cometido una sola de las violaciones, sin otras formas de violencia, y acusado a los otros dos sospechosos de las otras agresiones. Cabe siempre la duda: ¿habrá esto resultado de alguna negociación para acelerar la resolución del caso? Además de los golpes, ¿habrá sido ofrecido algún beneficio para obtener esta media confesión y el bien acogido testimonio que perjudica a los otros detenidos?
–¿Qué otros aspectos del caso le despiertan dudas?
–En los primeros días, se había revelado que en el libro de entrada a la visita del paseo donde ocurrió el crimen se consignaba, para esa misma tarde, el ingreso de cuatro hombres. Los datos de las víctimas son más precisos, como, por ejemplo, su hotel, pero del grupo de hombres sólo se dice apenas “de Córdoba”, “por la tonada”, pero no figuran sus nombres ni lugar de hospedaje. Y no hay trazo en el libro ni de la salida de las jóvenes ni del grupo de hombres. Muchos de los crímenes de género de la actualidad ocurren en situaciones de contienda entre facciones. Esta es una estructura recurrente que creo reconocer aquí, como variante de otras situaciones que he analizado. Esto a mí se me ocurre por lo menos extraño en la apacible y turística localidad de San Lorenzo, a manos de personas que conviven habitualmente con el turismo y, especialmente, como en el caso del principal sospechoso, que trabajan en el ramo y tratan profesionalmente con legiones de mujeres jóvenes europeas que viajan no siempre acompañadas por hombres. Entonces, la pregunta que no quiere callar es: ¿por qué ocurrió precisamente en vísperas de una elección?
–Además de la confesión del propio Lasi, estudios de ADN confirman que violó a una de las chicas.
–Los resultados hasta el momento no me parecen convincentes, incluyendo la propia prueba del ADN. Es importantísimo y obligatorio mantener una rígida vigilancia y verificación no solamente de los procesos de análisis de las evidencias, sino sobre todo, y más todavía, de los procedimientos de hallazgo y colecta de las supuestas pruebas, incluyendo aquí la muestra de material genético. Me preocupa el hecho de que la policía necesite “resolver el caso” por cualquier medio y rápidamente porque hay presiones de todo tipo para que eso suceda. Una investigación así nunca será confiable.
–¿Cree que pudo haber instigadores?
–Sí, creo que hubo instigadores. Creo que hay responsables que han salido de escena y que no están ni siquiera siendo buscados.
–¿Cómo asocia estos crímenes a su modelo de entender la violencia de género?
–Este caso evoca otros asesinatos de mujeres que son percibidos como raros, excesivos en el uso de la violencia letal, planeados para matar desde el comienzo, y en los que la agresión sexual es solamente un medio y una de las formas de la acción dañina. Este crimen con características raras cierra con mi hipótesis teórico-policial de siempre, que se puede resumir así: es a través de la agresión a la mujer que se agrede a un antagonista. Es en el cuerpo femenino violado y ejecutado que en las guerras contemporáneas se reduce al enemigo, se lo desprestigia y desmoraliza. Ese antagonista es quien tiene a su cargo, o debería tener, el papel de tutor, protector o responsable por la víctima, papel que, como la agresión prueba, no consigue cumplir, quedando por lo tanto deshonrado en su papel de autoridad viril. En este caso, es evidente que el responsable por la custodia y seguridad del turismo es el gobierno de Salta.
–Suponiendo que pudo ser un doble crimen de móvil político, ¿por qué estima que se eligieron mujeres? ¿Hubiera sido igual que fueran turistas varones?
–El abuso y la agresión sexual y física a las mujeres es más eficiente como forma de operar el desprestigio moral de quien se encuentra en la posición de garante por la custodia de sus cuerpos. Es un lenguaje. Un lenguaje que emana de una estructura como es la de género, una relación entre posiciones que origina una lengua bastante estructurada y, en verdad, previsible.
–¿Encuentra similitud con otros casos de Argentina?
–Una de las razones por las que es tan difícil disminuir la impunidad cuando se trata de crímenes con móvil de género es que su unidad de fondo, proveniente del carácter violentogénico general del patriarcado como primera y última pedagogía de poder, nos ciega para entender las variedades de los mismos. En la torpeza de la razón no percibimos la cantidad de diferencias en que la virulencia del género se manifiesta. Tendemos, entonces, a privatizar todos los crímenes de género, es decir, verlos como si emanasen siempre de la esfera de la intimidad, de los deseos íntimos y perversos de los sujetos, y eso nos impide ver algo muy importante: que la agresión sexual es un arma como cualquier otra, que irrumpe hoy en la esfera pública para hacer sus víctimas como nunca antes, llevando un mensaje que nada tiene a ver con lo privado ni con el reino de la intimidad.
–¿Hay puntos de encuentro con los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, en México?
–Lo que me instigó a responder esta entrevista y detonó mi malestar con relación al enfoque del caso por parte de las autoridades y los medios fue, en primer lugar, la impresionante semejanza entre la reacción de la gente en San Lorenzo y la reacción de la gente común en Ciudad Juárez. Hablan de lo mismo, dicen lo mismo: “Miren al poder y encontrarán a los responsables”. El discurso es idéntico. Y al discurso del pueblo hay que darle oídos y hay que respetarlo.
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