Elena Reynaga, titular del gremio de mujeres meretrices, propone la regulación de los avisos de oferta sexual en lugar de su prohibición. “Las que trabajan puertas adentro tendrán que volver a ser explotadas en prostíbulos”, dijo.
Por Pedro Lipcovich
Por Pedro Lipcovich
“La prohibición de la publicidad en medios perjudicará a las compañeras que, tras liberarse de los proxenetas, trabajan por su cuenta puertas adentro; ellas no tienen otro recurso y, así, tendrán que volver a ser explotadas en los prostíbulos, cuyos dueños, por contar con ‘tarjeteros’ y otras formas de promoción, pueden prescindir de poner avisos”: así se resume el argumento que expuso Elena Reynaga –titular de la Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas (Ammar)– en relación con el decreto que prohíbe la publicación de avisos que promuevan la oferta sexual. La entidad –adherida a la CTA– propone, en cambio, que esos avisos estén sujetos a una regulación mediante protocolos que respeten a las mujeres que trabajan por su cuenta, diferenciándolas de los explotadores, y que faciliten la detección de situaciones de trata. Según una investigación en curso (Ammar participa habitualmente en estudios conjuntos con el Ministerio de Salud y la universidad), en las cinco provincias argentinas más pobladas hay por lo menos 80.000 meretrices.
“‘¿Ahora cómo voy a comprar la leche y el yogur para mis hijos?’, me decía una compañera. Han venido un montón de chicas a quejarse: ‘¿Ahora qué vamos a hacer, cómo vamos a publicar, cómo vamos a trabajar?’. Una siempre les habla de las buenas cosas que hizo este gobierno, y hoy no tengo respuesta para darles. Son en general chicas que trabajaban en ‘saunas’, explotadas, y nos escucharon: aprendieron que el trabajo sexual ejercido libremente no es ilegal en la Argentina, que no es obligatoria la ‘protección’ del proxeneta, y muchas optaron por juntarse, alquilar un departamento y trabajar sin un explotador que las robe. Son muchas, en la ciudad de Buenos Aires y en provincias. Ellas aprendieron que la policía no tiene derecho a hacer ningún procedimiento puertas adentro de su casa, donde pagan el alquiler y pueden hacer lo que quieran sin dañar a nadie. Pero la manera de publicitar su trabajo es en los medios, y ahora no lo van a poder hacer.”
Sin embargo, si los proxenetas tampoco van a poder poner avisos: ¿no será posible así erradicar la prostitución? “No –sostiene la titular de Ammar–. Los ‘saunas’ no van a cerrar porque tienen otros métodos para publicitarse: por ejemplo, contratan ‘tarjeteros’ y saben a dónde mandarlos. A ellos les iba muy bien antes de que existieran estas publicidades en los medios. Las compañeras van a tener que volver a esos lugares, y las van a explotar más, porque van a tener menos recursos para defenderse. Es lo que siempre decimos: la clandestinidad va en beneficio de los sinvergüenzas.”
Entonces, ¿la publicidad de trabajo sexual en medios debería continuar como hasta ahora? “No –contesta la representante de las meretrices–: Nosotras hemos propuesto crear un protocolo que establezca cómo se puede y cómo no se puede hacer publicidad; un monitoreo que les dé garantías a las compañeras que publicitan y que detecte a los proxenetas que quieran publicitar. No queremos dejarles a los grandes medios toda la decisión; el diario donde está el Rubro 59 también se aprovecha de nosotras al cobrarnos más que lo que cobra en los demás rubros. Pero es posible armar un protocolo para protegerse de los proxenetas y para detectar la trata. Nosotros ya habíamos empezado a elaborar esta idea, llegamos a volcarla por escrito, y lo que pedimos es que se discuta en una mesa donde podamos participar.”
La dirigente advirtió que “en las cinco provincias más importantes del país se estima una población de por lo menos 80.000 trabajadoras sexuales, de las que el 60 por ciento trabajan puertas adentro. Los datos vienen de una investigación en la que participamos, con el Ministerio de Salud (de la Nación), Onusida y OPS. El año pasado, Ammar obtuvo el premio Lazo Rojo, otorgado por Onusida, por sus “extraordinarios esfuerzos en innovación, impacto, sensibilidad de género e inclusión social” en la respuesta al sida.
“Llevamos mucho tiempo pidiendo que en la Argentina se nos escuche, que nos tengan en cuenta –dijo Reynaga–. La experiencia nos dice que cada prohibición nos expone a nosotras, no a los proxenetas, y que la posibilidad de erradicar la trata va por el mismo camino que nos saque a nosotras de la clandestinidad, que nos dé un marco legal. Hace ya 17 años nos organizamos en Ammar. Pero no nos han preguntado, no nos escucharon, y de la noche a la mañana se está tomando una decisión política muy fuerte. Por eso estamos muy dolidas. La Presidenta ha tenido una buena intención, pero esta medida, tan drástica, afecta a demasiadas compañeras. Me vienen a ver, me dicen: ‘Andá y decile a la Presidenta...’, como si yo la pudiera ver. Ojalá pudiéramos hablar con ella y que sepa de nuestras propuestas. Yo la escucho en los discursos diciendo que quiere gobernar para todos y todas. ¿Y nosotras qué somos? ¿En qué lugar estamos nosotras?”
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“‘¿Ahora cómo voy a comprar la leche y el yogur para mis hijos?’, me decía una compañera. Han venido un montón de chicas a quejarse: ‘¿Ahora qué vamos a hacer, cómo vamos a publicar, cómo vamos a trabajar?’. Una siempre les habla de las buenas cosas que hizo este gobierno, y hoy no tengo respuesta para darles. Son en general chicas que trabajaban en ‘saunas’, explotadas, y nos escucharon: aprendieron que el trabajo sexual ejercido libremente no es ilegal en la Argentina, que no es obligatoria la ‘protección’ del proxeneta, y muchas optaron por juntarse, alquilar un departamento y trabajar sin un explotador que las robe. Son muchas, en la ciudad de Buenos Aires y en provincias. Ellas aprendieron que la policía no tiene derecho a hacer ningún procedimiento puertas adentro de su casa, donde pagan el alquiler y pueden hacer lo que quieran sin dañar a nadie. Pero la manera de publicitar su trabajo es en los medios, y ahora no lo van a poder hacer.”
Sin embargo, si los proxenetas tampoco van a poder poner avisos: ¿no será posible así erradicar la prostitución? “No –sostiene la titular de Ammar–. Los ‘saunas’ no van a cerrar porque tienen otros métodos para publicitarse: por ejemplo, contratan ‘tarjeteros’ y saben a dónde mandarlos. A ellos les iba muy bien antes de que existieran estas publicidades en los medios. Las compañeras van a tener que volver a esos lugares, y las van a explotar más, porque van a tener menos recursos para defenderse. Es lo que siempre decimos: la clandestinidad va en beneficio de los sinvergüenzas.”
Entonces, ¿la publicidad de trabajo sexual en medios debería continuar como hasta ahora? “No –contesta la representante de las meretrices–: Nosotras hemos propuesto crear un protocolo que establezca cómo se puede y cómo no se puede hacer publicidad; un monitoreo que les dé garantías a las compañeras que publicitan y que detecte a los proxenetas que quieran publicitar. No queremos dejarles a los grandes medios toda la decisión; el diario donde está el Rubro 59 también se aprovecha de nosotras al cobrarnos más que lo que cobra en los demás rubros. Pero es posible armar un protocolo para protegerse de los proxenetas y para detectar la trata. Nosotros ya habíamos empezado a elaborar esta idea, llegamos a volcarla por escrito, y lo que pedimos es que se discuta en una mesa donde podamos participar.”
La dirigente advirtió que “en las cinco provincias más importantes del país se estima una población de por lo menos 80.000 trabajadoras sexuales, de las que el 60 por ciento trabajan puertas adentro. Los datos vienen de una investigación en la que participamos, con el Ministerio de Salud (de la Nación), Onusida y OPS. El año pasado, Ammar obtuvo el premio Lazo Rojo, otorgado por Onusida, por sus “extraordinarios esfuerzos en innovación, impacto, sensibilidad de género e inclusión social” en la respuesta al sida.
“Llevamos mucho tiempo pidiendo que en la Argentina se nos escuche, que nos tengan en cuenta –dijo Reynaga–. La experiencia nos dice que cada prohibición nos expone a nosotras, no a los proxenetas, y que la posibilidad de erradicar la trata va por el mismo camino que nos saque a nosotras de la clandestinidad, que nos dé un marco legal. Hace ya 17 años nos organizamos en Ammar. Pero no nos han preguntado, no nos escucharon, y de la noche a la mañana se está tomando una decisión política muy fuerte. Por eso estamos muy dolidas. La Presidenta ha tenido una buena intención, pero esta medida, tan drástica, afecta a demasiadas compañeras. Me vienen a ver, me dicen: ‘Andá y decile a la Presidenta...’, como si yo la pudiera ver. Ojalá pudiéramos hablar con ella y que sepa de nuestras propuestas. Yo la escucho en los discursos diciendo que quiere gobernar para todos y todas. ¿Y nosotras qué somos? ¿En qué lugar estamos nosotras?”
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