domingo, 28 de agosto de 2011

LA IGLESIA QUE CELEBRÓ LAS PRIMARIAS



“Pensar que los pobres están bien es una contradicción en sí misma, aunque creemos que los pobres están mucho mejor que hace unos años”, señaló luego de las elecciones primarias el nucleamiento de religiosos que trabajan en villas en emergencia.

Por Washington Uranga


El grupo de los denominados “Curas en la Opción por los Pobres” culminó ayer en Florencio Varela su vigesimoquinto encuentro anual, al término del cual emitió una declaración en la cual afirman que “la mayoría del pueblo parece haber expresado públicamente –¡y en democracia!, algo que celebramos– su opinión de que el camino elegido es el correcto, aunque creemos que todavía falta mucho por hacer”. Señalan, no obstante, que “pensar que los pobres están bien es una contradicción en sí misma, aunque creemos que los pobres están mucho mejor que hace unos años”. Y aseguran que “hoy, como lo hicimos en 1986 en Florencio Varela, queremos renovar nuestro compromiso con la Iglesia de los pobres, a la que refirió el recordado Juan XXIII y retomó Juan Pablo II”.
La agrupación de los sacerdotes católicos de todo el país, la mayoría de los cuales trabajan en asentamientos y villas de emergencia, y cuyo vocero habitual es Eduardo de la Serna, constituye uno de los nucleamientos más fuertes y significativos dentro de la Iglesia Católica, caracterizado por un fuerte compromiso social y también por su actitud crítica con la institución eclesiástica.
Aseguran los curas en su declaración que a lo largo de 25 años “hemos mirado nuestra vida, todo el agua que ha corrido bajo el puente, y compartido los ‘gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren’, como nos invitaba a hacerlo hace ya 50 años el recordado –y tantas veces negado– Concilio Vaticano II”.
Dicen también que “en estos años, hemos tratado de mirar la realidad en la que estamos inmersos, muchas veces cargada de dolor y muerte, y tantas otras de fiesta y esperanza” y que “hemos caminado, o intentado caminar, con el pueblo para aprender de él y con él ir dejando brotar el Reino que Dios ha sembrado en la historia”.
Sostienen que “hoy la situación de los pobres de nuestra Patria es muy diferente de la que era hace 25 años, y de los momentos muy duros que les tocó vivir”. Pero advierten también que “es mucho más lo que falta por hacer que lo que se ha hecho, como incluso funcionarios del actual gobierno lo han reconocido”.
“Creemos ingenuo negar –siguen diciendo los curas– que hubo, hay y habrá quienes quieren negarle al pueblo sus posibilidades de fiesta y alegría, y no deberíamos estar desatentos ante ello, sea por el inmoral afán de lucro, la mentira sistemática y hegemónica, la ideología perversa de la mano invisible del Mercado o la sumisión acrítica a los coros de ajuste, represión, desocupación y endeudamiento, cuyas dramáticas consecuencias vemos hoy en varios países del Primer Mundo y de América latina.” Al mismo tiempo, comprometen sus esfuerzos para buscar “una más justa distribución del ingreso, la posibilidad de acceso a la tierra y la vivienda, una mayor justicia para los jubilados, la proliferación de trabajo digno y justo, la educación de calidad, el respeto profundo a la ‘hermana, madre tierra’, una mayor seguridad, o poder enfrentar con decisión otros graves problemas como la violencia (familiar y social), la droga y la desesperanza”.
Mirando hacia la propia Iglesia Católica, los curas sostienen que hoy “también es muy distinta la situación en el interno de la Iglesia” en relación con 25 años atrás, y citan al teólogo alemán Karl Rahner para asegurar que el catolicismo atraviesa actualmente un “invierno eclesial”.
El encuentro de los “Curas en la opción por los pobres” coincidió con la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, de la que no salió ninguna declaración pero en la cual los obispos analizaron los resultados electorales de las primarias y prepararon la propia asamblea de noviembre, de la que habrá de surgir el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal para suceder en ese cargo al cardenal Jorge Bergoglio, estatutariamente impedido para su reelección.
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