Los sacerdotes que trabajan en las villas emitieron una carta abierta al jefe de Gobierno para repudiar el proyecto de hacer un consulta sobre la urbanización de los asentamientos. Le piden a Macri “una mirada más global” sobre estos barrios.
Por Carlos Rodríguez
Por Carlos Rodríguez
Los curas católicos que cumplen su labor sacerdotal en las villas de la ciudad de Buenos Aires manifestaron su rechazo a la realización de un plebiscito para decidir sobre la urbanización de esos asentamientos urbanos, en una carta abierta dirigida al jefe del Gobierno porteño, Mauricio Macri. “Lo primero que queremos afirmar es que estas 350 mil personas –tomando el dato que tiene el señor jefe de Gobierno– son vecinos de la ciudad de Buenos Aires. Por eso, nos parece que no se puede decidir por ellos.” Los sacerdotes, luego de señalar que ellos “todos los días” comparten “la vida con los vecinos de las villas”, consideraron que “más que urbanizar” les gusta “hablar de integración urbana. Esto es, respetar la idiosincrasia de los pueblos, sus costumbres, su modo de construir, su ingenio para aprovechar tiempo y espacio, respetar su lugar, que tiene su propia historia”. Los religiosos se opusieron a que “las posibles soluciones” provengan “de oficinas donde trabajan técnicos que ignoran la realidad y que en lugar de mejorarla, la empeoran”.
Uno de los sacerdotes que firman la carta abierta, José María Di Paola, “el padre Pepe”, que tiene su parroquia en la Villa 21-24 y en el Núcleo Habitacional Transitorio Zavaleta, en Pompeya-Barracas, le dijo a Página/12 que la iniciativa surgió luego de leer, el domingo pasado, una entrevista a Macri en la que el jefe de Gobierno revelaba que está analizando “llamar a un plebiscito sobre la urbanización de las villas”. A los vecinos que viven en otros barrios se los iba a consultar, según Macri, acerca de cómo reunir los fondos para la urbanización de las villas. Las alternativas que manejaba eran las de “aumentar impuestos o no hacer otras obras” en la ciudad.
“Nosotros escribimos la carta abierta al ver los titulares del diario. En el barrio, los vecinos no hablaron mucho del tema, porque no tuvo tanta difusión, dado que todo está tapado por el conflicto con el campo. Nosotros leímos las declaraciones de Macri y resolvimos expresar nuestra opinión”, explicó Di Paola. El Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia subrayó que “los más pobres son sujetos de su propio destino, de su promoción humana integral”. Dijeron que eso lo expresaron unas diez mil personas que marcharon, en diciembre del año pasado, para agradecerle a la Virgen de Luján que hoy “las villas son barrios obreros”.
Por esa razón, los religiosos aseguraron que “las decisiones que al Ejecutivo de la ciudad le corresponde tomar tienen que tener muy presentes lo que opinan los vecinos de estas barriadas más humildes que luchan día a día por una vida más digna”. Se declararon a favor de mejorar la calidad de vida en las villas, pero para hacerlo “es fundamental (...) poner el oído en el corazón del villero para que las posibles soluciones no provengan de oficinas donde trabajan técnicos que ignoran la realidad y que en lugar de mejorarla, la empeoran”.
En ese sentido expresaron que hoy “se hacen planos y licitaciones y ni siquiera se consulta a las familias que van a ser desarraigadas acerca de cuáles son sus necesidades. Simplemente se les informa lo que ya está decidido; y muchas veces son maltratados”. Los curas de los barrios pobres sostuvieron en su carta abierta que la “integración urbana” que ellos propician “es ofrecerles a los vecinos que viven en las villas las mismas posibilidades que a los vecinos del resto de la ciudad, así como también que el resto de la ciudad aprecie lo que estos vecinos de las villas pueden aportarle a la misma. Integración urbana tiene que ver con instalar servicios, electricidad, cloacas, gas, resolver el problema de falta de vacantes en las escuelas, posibilitar el acceso a la salud, etc.”.
Le demandaron al Ejecutivo porteño “una mirada más global de la situación de estos barrios más postergados de la ciudad” y le recordaron que en 1968, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, se había planteado un “plan de erradicación de las villas de emergencia de la Capital Federal y Gran Buenos Aires”, pero cuando se estaba reacomodando a la gente “se decretó un ‘congelamiento’ (...) por el cual no podían realizarse nuevos asentamientos, construir o albergar nuevas familias”.
Concluyeron que ese proyecto “fracasó porque no tuvo en cuenta que la causa real del crecimiento de las villas no es la falta de decretos, sino la falta de trabajo y de posibilidades de vida en los lugares de origen de los habitantes. Creemos que el marco de solución de este problema es más amplio y tiene que articular la participación de las provincias, el Estado y la ciudad”. Firmaron la carta Rodolfo Ricciardelli y Adolfo Benassi (de la villa 1.11.14), José María Di Paola, Carlos Olivero y Facundo Berreta (21-24 y N.H.T. Zavaleta), Nibaldo Valentín Leal (Villa 6), Juan Arias y Enrique Evangelista (Villa 26), Sebastián Sury y José Nicolás Zámolo (Villa 15), Guillermo Torre (villa 31), Gustavo Carrara y Martín de Chiara (Villa 3 y Barrio Ramón Carrillo), Sergio Serrese (Villa 19) y Jorge Tome y Franco Punturo (Villa 20).
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