jueves, 14 de enero de 2010

UNA HISTORIA DE VIDA LIGADA AL PERIODISMO INDEPENDIENTE


Alipio Tito Paoletti y la experiencia cooperativa que fundó en La Rioja.


Por Raúl Arcomano


En los ‘70 hubo en La Rioja una experiencia periodística inédita en el país. Fue la de El Independiente, un diario editado de manera cooperativa. El promotor de esa movida fue Alipio Tito Paoletti. El periodista cedió su parte y, tras un debate interno, la publicación fue de todos los trabajadores. La figura de este periodista se rescata en El libro de Alipio Paoletti, escrito por su amigo y colega Guillermo Alberto Alfieri. El libro indaga en la situación que se concretó al fin de la dictadura: la exclusión de Paoletti de la cooperativa que había fundado e impulsado. Sucedió poco antes de su regreso al país, en 1983, cuando sus ex compañeros aceptaron una renuncia con su firma falsificada.


–¿Se fraguaron las renuncias?
–Sí. No sólo eso: los acusaron de abandono de trabajo. Todavía estaba la dictadura, así que debió ser una orden del Batallón de Ingenieros 141. Como no habían podido eliminar a la cooperativa desde el punto de vista administrativo y judicial, deben haber pensado: ‘Si no pudimos hacer otra cosa, vamos a descabezar al diario’. Fue tan burda la operación que todas las renuncias de los nueves socios son idénticas. E incluyen una frase torpe en el último párrafo: ‘Renunciamos de por vida a ejercer el oficio de periodistas’. La orden militar fue cerrar ese capítulo de la represión excluyendo a Paoletti y descabezando al medio. Lo que implicaba eliminar su línea editorial. Fue un operativo con complicidades de civiles dentro de la cooperativa y dentro del poder judicial. El tema terminó en una denuncia penal por asociación ilícita, falsificación de documento público y defraudación.


–¿Qué pasa con la causa?
–No se sabe. Si vas a la justicia y pedís el expediente, no se encuentra en el archivo. La causa caminó un tiempo, cuando estuvo a cargo del juez Aldo Morales, el mismo que caratuló como homicidio la muerte del obispo Enrique Angelelli. Como estaba moviéndose mucho, lo ascendieron y lo sacaron del medio. Después Paoletti falleció. Ahora el expediente anda en tribunales riojanos, cargado de telarañas.


–¿Cómo era la relación de Paoletti con Angelelli?
–Fraternal. El diario adhirió constantemente a la pastoral de Angelelli, que había llegado a La Rioja en 1968. Primero fue una relación institucional, de periodista a obispo. Después, de amistad. Alipio no era creyente, pero entre las personas de buen cuño eso no juega. Así que había una comunión de pensamientos y de análisis sobre la situación de la provincia, que en ese momento era un sistema feudal.


–¿Cuál era su postura polìtica?
–El era guevarista, puesto en términos de aquellos momentos. Un tipo claramente de izquierda. Se leyó El Capital en inglés sin saber el idioma, con un diccionario. Creía en un frente popular para iniciar un camino por la liberación nacional.


–¿Cómo fue la experiencia de El Independiente?
–En un aniversario del diario, en el año 70, Paoletti anunció que los socios habían decidido impulsar la creación de una cooperativa. Nació un año después con 71 trabajadores-socios, dueños de su fuerza de laburo. Era coherente: llevar a la práctica lo que se pregonaba. Las líneas editoriales se resolvían en asamblea. Un hombre, un voto. Fueron seis años de experiencia, hasta el golpe. Había un sector de poder de los feudos riojanos que no toleraban al diario, aún antes del golpe. En las listas de la Triple A, el número uno era Angelelli. El dos, Paoletti. Al cura lo mataron, pero con el Gordo no pudieron.


–¿Cómo zafó de los militares?
–Azarosamente no estaba en La Rioja el 23 de marzo. Estaba en Buenos Aires porque uno de sus hijos había sido derivado por un problema médico. Además viajó a La Pampa: iba a contar a los periodistas del diario La Arena la experiencia cooperativista de El Independiente.


Después se quedó en Buenos Aires un año más, en el que vivió en la semi clandestinidad. Con otros compañeros hacían volantes en los que denunciaban la situación política. Los repartían en fábricas, colectivos. Salió para España en el ‘77, con su mujer y sus seis hijos.


–¿Cómo vivió el exilio?
–Fue un exilio militante. Fue uno de aquellos a los que la dictadura mencionaba como autores de la campaña anti argentina en el exterior. Recogió muchos testimonios que fue publicando como notas en el periódico de Madres.


–¿Cómo fue el regreso tras la recuperación democrática?
–Fue un poco amargo para él. Pero siguió trabajando. Era un periodista prestigioso y respetado en el gremio. Tenía la cualidad esencial que tienen los buenos periodistas: calidad humana.


Relacionaba su pensamiento con lo que hacía. Poseía un estilo muy preciso y riguroso. Tiene un libro que es el mejor dossier de la represión: Como los nazis, como en Vietnam, que se editó luego de su muerte, en diciembre de 1986.


–¿Cómo lo recuerdan desde el diario que fundó?
–Hablar de El Independiente es hablar de Paoletti. Hoy desde la cooperativa se rescata su figura, pero al final pegan un salto. Omiten lo que hicieron dentro de la cooperativa. Le quitaron y borraron páginas a la historia. No lo pudieron convertir en uno de esos malditos de los que no pudieran hablar. De Alipio tienen que hablar.

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