CADA 4 DE AGOSTO SE HARÁN ACTIVIDADES EN SU CONMEMORACION.
Su frase más recordada resume su obra. “Un oído en el Evangelio y otro en el pueblo”, decía el obispo Angelelli, y desde ahora su compromiso en vida es una lección que recibirán alumnos de todo el país. Enrique Angelelli, el ex obispo de La Rioja muerto a manos de la última dictadura militar en 1976, será recordado en las escuelas cada 4 de agosto, en conmemoración de su asesinato. Así lo dispone un decreto publicado ayer en el Boletín Oficial mediante el cual se encomienda al Ministerio de Educación que “arbitre las medidas necesarias para la realización de actividades alusivas” a su figura en todos los niveles.
La ley 26.582 sancionada por el Congreso a principios de mes declaró el 4 de agosto Día de la Conmemoración de la Obra realizada por monseñor Enrique Angelelli. Lleva la firma de Cristina Fernández de Kirchner, Aníbal Fernández y el ministro de Educación, Alberto Sileoni.
Angelelli nació en Córdoba en 1923 y se crió en una familia de inmigrantes italianos. Con 15 años ingresó al seminario como asesor de la Juventud Obrera Católica y a los 26 ya había sido ordenado sacerdote en Roma. Estudió en la Universidad Gregoriana y fue elegido obispo auxiliar de Córdoba por el papa Juan XXIII. Participó con entusiasmo del Concilio Vaticano II, que renovó el perfil de la Iglesia Católica. En 1968 Pablo VI lo nombró obispo de La Rioja y afianzó su opción por los pobres. Tomó posesión de la diócesis el 24 de agosto con el lema “Justicia y Paz”, hablando de la Iglesia que quería: “No vengo a ser servido, quiero ser servidor, como Jesús, de nuestros hermanos los pobres”.
“El Pelado”, como se lo conoció cariñosamente, recorrió la diócesis de punta a punta. Apoyó a las cooperativas de campesinos y alentó la organización de peones. “Existen los que no tienen voz, los marginados y otros que explotan a los demás”, explicó en su programa dominical de radio, prohibido en diciembre de 1971 por la dictadura de Lanusse.
En años siguientes continuó su lucha denunciando a familias involucradas con la prostitución, el narcotráfico y la usura, que le valieron ataques por parte de terratenientes y grupos conservadores.
Las embestidas contra su misión se intensificaron. A principios de 1976 les escribió a las autoridades eclesiásticas argentinas: “No dejemos que generales del Ejército usurpen la misión de velar por la fe católica”.
El 4 de agosto de aquel año, Angelelli regresaba a la capital riojana junto al padre Arturo Pinto luego de asistir en Chamical al sepelio de dos sacerdotes asesinados por grupos de tareas, cuando su camioneta fue cruzada por un Peugeot 504 que los hizo volcar. El cuerpo del obispo fue encontrado en la ruta con los brazos abiertos en cruz, con la nuca destrozada. La dictadura militar afirmó que se trató de un accidente.
Con el regreso a la democracia la causa fue reabierta y en 1986 el juez Aldo Morales emitió un fallo sobre su muerte en la que determinó que “no obedeció a un accidente de tránsito, sino a un homicidio fríamente premeditado”. La investigación continúa hoy a cargo del juez federal Daniel Herrera Piedrabuena.
En agosto de 2006, a treinta años de su asesinato, el ex presidente Néstor Kirchner firmó un decreto declarando el 4 de agosto día nacional de duelo, dando un discurso en la Casa Rosada “conmemorando a los religiosos que fueron víctimas del terrorismo de Estado”.
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