En Barracas, la avenida Iriarte es el límite que divide la Villa 21 del barrio Zavaleta. En las últimas semanas, los noticieros han vuelto a una práctica que los vecinos de esos lugares ya conocen: ser catalogados como los barrios más peligrosos del país. A pesar de ello, Julio Arrieta es uno de los habitantes de la zona que lucha para que las cosas malas que suceden en los pasillos interiores de la villa no les ganen a las buenas. Desde 1987 intenta que los vecinos sean contratados por productoras de cine y televisión y encuentren a través de la actuación una salida laboral. Además ofrece servicios de locación en la villa.
Julio tiene 58 años y hace más de 30 que vive aquí. Es padre de 12 hijos y abuelo de 25 nietos. En su casa hay dos perritos inquietos, un montón de fotos de los tantos familiares e imágenes del Gauchito Gil. Los asientos traseros de lo que fue una camioneta Trafic hacen de sillas. La estufa está arriba de una me-sita. Aquí mismo un día estuvo Alan Parker, multipremiado cineasta británico.
Antes era muy habitual que los directores se acercaran a la Villa y le preguntaran a los vecinos si querían salir en una película. Arrióla se encarga de que quienes acepten esa invitación cobren lo máximo posible por hacerlo, a pesar de saber de que por vivir aquí todos quieren pa- garles menos.
"Me gustaría que así como de las villas salen futbolistas y bo¬xeadores, el día de mañana surja un Alfredo Alcón, una Norma Aleandro, o por qué no, un gran director de cine. Nosotros tene¬mos ideas, escribimos guiones, tenemos sueños y ganas de pro¬gresar. Me encantaría demostrar que acá hay otras historias de las que la gente piensa y le venden en los noticieros de los grandes canales", dice.
En medio de la charla, entra un gordo a la casa que tiene cara conocida. Arrióla cuenta que es el grandote de la publicidad de unas puertas blindadas, y que ha participado de más de diez largometrajes. El número máximo de extras que le han solicitado fueron 180 y actuaron en una película haciendo de piqueteros. Las contrataciones son para hacer de presos, malandras, gente de bajos recursos. Acá no hay ni subsidios ni ayudas gubernamentales. Las clases de actuación son en la misma casa de Arrióla.
-Todo empezó a partir de que los productores buscaban gente con portación de cara, gente "verdad", como se le dice en el ambiente. Nosotros tenemos esa gente y pretendemos que les den ese trabajo a nuestros actores en lugar de a un rubio que nunca puede hacer ese papel -cuenta.
En televisión, los actores que él ha instruido, participaron en varios capítulos de Tumberos, y también en programas como Sol negro, Disputas y Dominico. Se los vio en videoclips de Kapan-ga, Los Fabulosos Cadillacs y Bersuit Vergarabat. En cine trabajaron en Capital Rancho, El polaquito, El cielito, Un peso, un dólar y El resultado del amor, dirigida por Elíseo Subiela, entre otras. La película Estrellas fue premiada en nueve capitales del mundo y en 2007 obtuvo cuatro premios Bafici. También se dieron el gusto de viajar a Marruecos y a España para presentarla en varios festivales cinematográficos.
Julio Arrieta trata de que las historias que quieren contarse en la Villa 21 no sean de borrachos, ladrones ni prostitutas. Por eso dice que se dio el gusto de echar de su casa y negarle la nota a la producción del programa de Chiche Gelblung. Sueña con que algún día un director les proponga filmar una novela vi-llera, con personajes, locaciones y vida de personas que viven en estos ámbitos. Muchas veces ocurre que se acercan abuelitos que a esta altura de sus vidas quieren sacarse la deuda pendiente de actuar.
"Yo convoco a los actores según lo que me piden y la disponibilidad de ellos. Hay muchos que trabajan de otra cosa y no pueden faltar para ir a filmar. No pretendo que todos seamos actores, que nos salvemos haciendo esto. Quiero que sea una salida más de laburo; que nos paguen lo que nos merecemos, nada más", sostiene.
Los que se acercan para apa recer en el book de fotos y ser elegidos como extras tal vez no sepan de los beneficios que enumera Arrióla. "El que lee un libreto ahora, seguramente lo hará mejor el día de mañana, los ayuda a tener un léxico distinto, aprenden a modular la voz, a respetar horarios, a hablar y comprender cómo es trabajar en equipo".
En el último verano se proyectó en el barrio la película Estrellas, basada en un cuento suyo. Los vecinos estaban sorprendidos de verse en pantalla, se reían, se aplaudían, se cargaban entre ellos mismos. Ir al cine parece algo imposible para padres que tienen seis o siete hijos, por eso se busca que el Instituto Nacional de Cine y Arte Audiovisual (Incaa) preste las herramientas para pasar películas de dibujitos más seguido.
En su adolescencia Arrióla militó en política, pero nunca le sirvió para conseguir un apoyo que le diera un galpón para organizarse mejor y crear un centro cultural. Ése es el objetivo que no lo deja dormir.
Está enojado con Pablo Trapero: "Para Leonera me pidió 45 mujeres y 15 hombres y nunca nos nombró. Ni siquiera nos invitó a la presentación; yo me sentí menos que un preso, porque todos los presos que trabajaron sí estuvieron ahí". Y también con los productores del video clip Los Condenaditos, de los Fabulosos. Por doce horas de filmación les quisieron pagar $15. Reclamó hasta recibir diez más.
Llega la hora de volver; el líder de la productora Arte Villa alcanza al cronista hasta las afueras de la Villa. Manejar una Trafic en estos pasillos implica un cuidado especial, no sobra mucho lugar a los costados. Hay nenitos pateando, jóvenes escuchando música y por sobre todas las cosas, gente que de matón y peligrosa, apenas tiene la actuación. Y la cara, que muchas veces jugó en contra a la hora de pedir trabajo, hoy puede ser una buena salida laboral.
Por Nahuel Gallota
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