“Pará un segundo que me estoy sirviendo un café y charlamos tranquilos”, dice Skay a La Capital desde el cómodo living de su casa. Tomarse un tiempo para todo es una constante en cada paso que da el ex guitarrista ricotero, que se presentará junto a Los Seguidores de la Diosa Kali en dos funciones, hoy y mañana, a las 22, en Willie Dixon (Suipacha y Güemes). Un reloj de arena viste el frente de su cuarto disco solista “¿Dónde vas?” en una muestra inequívoca de que el paso del tiempo es inflexible para todos. “En realidad sólo estamos de paso por aquí”, afirma Eduardo Skay Beilinson.
¿Hacia dónde apunta la pregunta del título de tu nuevo disco?
De movida “¿Dónde vas?” tiene un par de propuestas. Por un lado es una invitación a un recorrido por diferentes territorios, cada tema es un territorio, es un lugar físico-mental-espiritual. Y por otro lado la pregunta apunta a qué estás haciendo con tu tiempo, qué estás haciendo con tu vida. El reloj de arena en la tapa como símbolo del tiempo es para hacernos recordar que estamos de paso por aquí.
En “Territorio caníbal” hacés hincapié especialmente sobre esta idea.
Tenemos una cultura que nos enfoca todo el tiempo una mirada materialista, parecería que en esa mirada solamente somos cuerpos, olvidando que quizás somos partículas del universo, somos pensamiento, emociones. Y esta cultura nos remite a mirar todo desde esa materialidad que es el cuerpo en el marco de una sociedad de consumo.
En este contexto, tu propuesta es cada vez más rockera y genuina. ¿Es una forma de afirmar de dónde venís y adónde vas?
Sí, me siento más cómodo y más seguro cantando y la banda está impecable. Creo que el tiempo a las bandas les hace muy bien, se va consolidando un sonido y hay cada vez más entendimiento.
¿Sentís que es un disco muy ricotero?
Yo no hago ese análisis, creo que de alguna manera tengo una forma de sentir la música, de expresarla y de llevarla adelante, que seguramente está reflejada en la idea Redondos y lamentablemente es parte de mi manera de sentir.
¿Por qué dijiste “lamentablemente”?
Porque uno a veces queda sujeto a su propio estilo, a su propio pulso, qué se yo, por más que yo quiera tocar como Pink Floyd no me va a salir, me va a salir como Skay.
¿Hay veces en que te gustaría despegarte de ese estilo, de ese sonido que te marca? Qué se yo, hay géneros que yo no puedo tocar, y sin embargo lo disfruto muchísimo, el jazz y el tango, por ejemplo, son cosas que me encanta escuchar pero no las puedo tocar porque no tengo ese feeling, ese pulso.
¿La música que mejor sabés tocar está asociada a tu momento más placentero?
Es que yo hago el rock que me gusta. Cuando empiezo a componer no tengo muy en claro hacia dónde ir. La música me va llevando a lugares donde encuentro un lenguaje y un significado propio, y ahí sí encuentro un lugar de placer.
¿A qué atribuís los años sabáticos o separaciones de los grandes grupos de rock de la Argentina y los regresos de otros súper grupos?
En realidad no tengo una explicación muy clara, pero a mí lo que más me seduce es la posibilidad de encontrar esas nuevas canciones que todavía no vieron la luz. Los revivals mucho no me entusiasman, supongo que tendrán sus razones.
¿Qué es lo que más te cuesta a la hora de componer?
Lo musical me sale bastante fácil, no tengo demasiado rollos, lo que más me cuesta trabajo es el tema de las letras, que para mi es un complemento de la música. Siempre las letras obedecen a cuestiones internas, muchas veces salen de conversaciones que tenemos con Poly (su pareja y mánager), de alguna lectura.
En “La lengua popular” Andrés Calamaro convoca a “desenvainar las espadas del texto”, en alusión a la carencia de letras interesantes en el rock nacional. ¿Pensás igual?
No soy quién para juzgar esto porque escucho bastante poco. Pero uno debería mirar un proceso más largo, los que recién empiezan seguramente están experimentando y buscando su propio lenguaje, así que en ese tiempo vale equivocarse todo lo posible para ir corrigiendo sus errores. En la medida en que uno se hace más grande, que va encontrando su propio estilo, uno se hace un poco más fino, se exige un poco más y sabe cómo sacarle más el jugo a una frase o a una idea.
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EGOS FUERTES QUE SEPARAN
La pregunta es ineludible. Cada vez que un periodista establece un diálogo con Skay es inevitable preguntarle por Patricio Rey y los Redonditos de Ricota y su líder, el Indio Solari. Y esta no fue la excepción. Es que en cada show el pedido "sólo te pido que se vuelvan a juntar" no falta. Aunque Skay hace su lectura. "Cada vez menos nos gritan eso, la gente ya sabe que Los Redondos fue una gran banda y pertenecen a una época que ya fue, ya pasó, hoy en día la realidad es otra, el mundo es otro, los desafíos son otros, las respuestas que necesitamos son otras". Skay se mostró abierto a un posible diálogo con el Indio: "Todo puede volver, se puede dar un encuentro, aunque en este momento estamos distanciados".
Cuando se le preguntó si había egos fuertes que defender en el marco del citado distanciamiento, indicó: "Hay egos fuertes, pero fundamentalmente yo lo veo como que fueron casi treinta años de trabajar juntos, y creo que había cosas que cada uno necesitaba desarrollar por su propio lado".
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