El análisis del sociólogo Marcelo Urresti sobre la aparición de los emos y los floggers. Asegura que es una nueva manifestación de la histórica contradicción entre adolescentes y adultos.
Por Francisco Yofre
La aparición de los emos y los floggers como tribus urbanas es una nueva manifestación de la histórica contradicción entre adolescentes y adultos. Sin embargo, en los incidentes ocurridos en el shopping Abasto meses atrás se manifestó un nuevo elemento. Se trata de una contradicción social”. Así lo dice Marcelo Urresti, sociólogo, y docente universitario, y quien desde hace varios años estudia la cultura adolescente.
Así las preferencias musicales entre emos, floggers y cumbieros serían una inconciente excusa de sectores sociales para diferenciarse, construir identidad y, en algunas ocasiones como la del Abasto, enfrentarse. El autor de Ciberculturas juveniles. Los jóvenes, sus prácticas y representaciones en la era de Internet, dialogó con Miradas al Sur acerca de las tribus urbanas del siglo XXI.
–¿Se puede hablar de tribus como colectivos grupales?
–Es muy difícil referirse a estos grupos como un colectivo definido ya que sus integrantes no comparten metas o acciones que los identifiquen. En realidad se trata de grupos que sólo coinciden en la forma de presentarse ante los demás a través de la ropa, el pelo, cuestiones estéticas y las prácticas propias de su edad donde se destacan su gran afición por el uso de la web y similares gustos musicales. En realidad se trata más que de un colectivo de un vínculo generacional. Sí se los puede catalogar con claridad como una tribu urbana ya que comparten gustos, lugares de encuentro, territorios y puntos en común. Pero ojo no común en el sentido que hay algo que los unifique, ni común en el sentido de estar bajo un mismo proyecto, sino en el sentido de que tienen conductas similares que se dan de manera simultánea. Es como que hay una cierta coincidencia en sus gustos.
–¿Cuáles son los denominadores comunes que construyen a un flogger y a un joven emo?
–Centralmente los gustos musicales, mediante los cuales el adolescente construye su mundo de pertenencia e ideología. Son tribus que tienen una cosmovisión más o menos definida con respecto al mundo.
–¿Cuáles serían esas posturas ante la realidad?
–La primera es una oposición al mundo de los adultos. Buscan reconocerse como jóvenes distintos en hábitos y costumbres que sus padres tienen. Pero también se ubican como diferentes al resto de los adolescentes. Ambas son posturas activas, pero entre floggers y emos hay diferentes niveles de oposición. En el caso de los floggers es más leve ya que no constituyen, ni se plantean ser una contracultura, en todo caso se distinguen a través de indicadores estéticos. O sea no es tan dura esa cosmovisión. Pueden encontrarse para ir a bailar, existe una supremacía de la música electrónica, hay mucho culto a sacarse fotos, grabarse en diferentes situaciones, etc. La tribu de los emos es distinta. Tienen una identidad mucho más definida y temática. En primer lugar porque los gustos musicales de ellos son más radicalizados. Es una música difícil de oír, extrema, no muy fácil de compartir. Además mantienen una estética que apuntala su mensaje consistente en el culto a cierto desamparo y sufrimiento que se traslada a su estética y que hace del abandono un mensaje. Pero tampoco quiere decir que todos los chicos compartan cada uno de estos puntos.
–¿Hay denominadores comunes en los grupos familiares de los emos y los floggers?
–Más que la familia en sí, hay que tener en cuenta que todos son adolescentes. Esto sí influye ya que tiene que ver más con la situación de sus vínculos familiares relacionadas con la edad por la que atraviesan.
–¿Sus reuniones en los shoppings, se vinculan con cierta cultura consumista?
–En realidad los floggers eligen a los shoppings como el Abasto ya que son puntos de referencia accesibles para todos y al que cualquiera puede llegar, más aún para aquellos que viven en el Conurbano. No van a otros lugares más universales como el Obelisco, porque allí están los skaters y otras tribus enemigas de los floggers. Ahora, que elijan a los shoppings como lugar de referencia dice algo. No que esté vinculado con su consumismo pero sí que forma parte de su experiencia habitual como un lugar que todos frecuentan.
–¿Qué significa su postura andrógena?
–Es el síntoma de una diferenciación social. Son cuestiones que a los sectores populares les cuesta más asumir. Ello explica también cierto rechazo hacia los floggers de quienes gustan de géneros musicales más populares como la cumbia. Los incidentes en el Abasto fueron por diferencias musicales entre floggers y cumbieros. Estos tienen mucho más rechazo a la cultura andrógena que proponen los floggers. Dicho de una manera brutal para ellos son maricones y chetos. Y por eso no se los bancan. En esos enfrentamientos existen contradicciones de carácter social. Ello está dado incluso dentro de los floggers, ya que hablan de los blacks que serían floggers de condiciones mucho más humildes que la mayoría de la tribu. Entre ellos no hay jerarquías aunque sí prestigio dado por la cantidad de visitas a cada fotolog.
La aparición de los emos y los floggers como tribus urbanas es una nueva manifestación de la histórica contradicción entre adolescentes y adultos. Sin embargo, en los incidentes ocurridos en el shopping Abasto meses atrás se manifestó un nuevo elemento. Se trata de una contradicción social”. Así lo dice Marcelo Urresti, sociólogo, y docente universitario, y quien desde hace varios años estudia la cultura adolescente.
Así las preferencias musicales entre emos, floggers y cumbieros serían una inconciente excusa de sectores sociales para diferenciarse, construir identidad y, en algunas ocasiones como la del Abasto, enfrentarse. El autor de Ciberculturas juveniles. Los jóvenes, sus prácticas y representaciones en la era de Internet, dialogó con Miradas al Sur acerca de las tribus urbanas del siglo XXI.
–¿Se puede hablar de tribus como colectivos grupales?
–Es muy difícil referirse a estos grupos como un colectivo definido ya que sus integrantes no comparten metas o acciones que los identifiquen. En realidad se trata de grupos que sólo coinciden en la forma de presentarse ante los demás a través de la ropa, el pelo, cuestiones estéticas y las prácticas propias de su edad donde se destacan su gran afición por el uso de la web y similares gustos musicales. En realidad se trata más que de un colectivo de un vínculo generacional. Sí se los puede catalogar con claridad como una tribu urbana ya que comparten gustos, lugares de encuentro, territorios y puntos en común. Pero ojo no común en el sentido que hay algo que los unifique, ni común en el sentido de estar bajo un mismo proyecto, sino en el sentido de que tienen conductas similares que se dan de manera simultánea. Es como que hay una cierta coincidencia en sus gustos.
–¿Cuáles son los denominadores comunes que construyen a un flogger y a un joven emo?
–Centralmente los gustos musicales, mediante los cuales el adolescente construye su mundo de pertenencia e ideología. Son tribus que tienen una cosmovisión más o menos definida con respecto al mundo.
–¿Cuáles serían esas posturas ante la realidad?
–La primera es una oposición al mundo de los adultos. Buscan reconocerse como jóvenes distintos en hábitos y costumbres que sus padres tienen. Pero también se ubican como diferentes al resto de los adolescentes. Ambas son posturas activas, pero entre floggers y emos hay diferentes niveles de oposición. En el caso de los floggers es más leve ya que no constituyen, ni se plantean ser una contracultura, en todo caso se distinguen a través de indicadores estéticos. O sea no es tan dura esa cosmovisión. Pueden encontrarse para ir a bailar, existe una supremacía de la música electrónica, hay mucho culto a sacarse fotos, grabarse en diferentes situaciones, etc. La tribu de los emos es distinta. Tienen una identidad mucho más definida y temática. En primer lugar porque los gustos musicales de ellos son más radicalizados. Es una música difícil de oír, extrema, no muy fácil de compartir. Además mantienen una estética que apuntala su mensaje consistente en el culto a cierto desamparo y sufrimiento que se traslada a su estética y que hace del abandono un mensaje. Pero tampoco quiere decir que todos los chicos compartan cada uno de estos puntos.
–¿Hay denominadores comunes en los grupos familiares de los emos y los floggers?
–Más que la familia en sí, hay que tener en cuenta que todos son adolescentes. Esto sí influye ya que tiene que ver más con la situación de sus vínculos familiares relacionadas con la edad por la que atraviesan.
–¿Sus reuniones en los shoppings, se vinculan con cierta cultura consumista?
–En realidad los floggers eligen a los shoppings como el Abasto ya que son puntos de referencia accesibles para todos y al que cualquiera puede llegar, más aún para aquellos que viven en el Conurbano. No van a otros lugares más universales como el Obelisco, porque allí están los skaters y otras tribus enemigas de los floggers. Ahora, que elijan a los shoppings como lugar de referencia dice algo. No que esté vinculado con su consumismo pero sí que forma parte de su experiencia habitual como un lugar que todos frecuentan.
–¿Qué significa su postura andrógena?
–Es el síntoma de una diferenciación social. Son cuestiones que a los sectores populares les cuesta más asumir. Ello explica también cierto rechazo hacia los floggers de quienes gustan de géneros musicales más populares como la cumbia. Los incidentes en el Abasto fueron por diferencias musicales entre floggers y cumbieros. Estos tienen mucho más rechazo a la cultura andrógena que proponen los floggers. Dicho de una manera brutal para ellos son maricones y chetos. Y por eso no se los bancan. En esos enfrentamientos existen contradicciones de carácter social. Ello está dado incluso dentro de los floggers, ya que hablan de los blacks que serían floggers de condiciones mucho más humildes que la mayoría de la tribu. Entre ellos no hay jerarquías aunque sí prestigio dado por la cantidad de visitas a cada fotolog.
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