GINEBRA.- Los paquetes de estímulo económico de los gobiernos deben incluir disposiciones para ayudar a los trabajadores inmigrantes, que pueden sufrir la parte más difícil de la crisis económica, dijo anteayer una importante funcionaria de Naciones Unidas.
La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, advirtió que la crisis tendrá un impacto desproporcionado en el sustento de estos grupos, ya de por sí vulnerables y marginados.
A las mujeres, niños, discapacitados, refugiados e inmigrantes se les hará más difícil encontrar trabajo, conseguir hogar y comida, acceder al agua, al cuidado médico y a la educación, dijo Pillay. "Ellos se encuentran en la primera línea de las dificultades y tienen más probabilidades de perder sus puestos de trabajo, y de perder el acceso a las redes de seguridad social y servicios", subrayó.
Los gobiernos del mundo desarrollado han revelado paquetes multimillonarios de rescate para ayudar a las industrias en problemas y proteger los puestos de trabajo, mientras se agrava la depresión mundial, gatillada por la caída del mercado inmobiliario estadounidense.
Los trabajadores inmigrantes son más propensos a ser vulnerables al abuso y a los ataques cuando el empleo escasea. En Sudáfrica, por ejemplo, el alto desempleo provocó ataques contra los inmigrantes el año pasado y causó la muerte de más de 60 personas. Y en Gran Bretaña se registraron protestas por la contratación de trabajadores extranjeros en refinerías de petróleo, con la consigna de que los empleos británicos debían ser "para los británicos".
"A medida que las oportunidades de trabajo para la migración regular disminuyen, los inmigrantes desempleados podrían buscar trabajo sin autorización. Y eso los haría aún más vulnerables", dijo.
"La protección de los derechos de los inmigrantes en términos de sus condiciones de vida y trabajo, y, en caso de pérdida de empleo, debe integrarse a las respuestas a la crisis. Es crucial que no se escatimen esfuerzos para protegerlos de la discriminación y la xenofobia", afirmó.
Las economías desarrolladas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia tampoco deben desatender los programas de bienestar social, dijo Pillay, que añadió que los países tradicionalmente donantes deben seguir ayudando a los Estados pobres. Estos, según la mayoría de los economistas, se harán aún más dependientes de la ayuda extranjera mientras dure la crisis global.
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